El año que termina dejó clara la lección: el voto define el futuro de las naciones. Fracasaron los análisis que pensaban en las elecciones como momentos en los que los pueblos simplemente ratificaban inercias políticas gestadas históricamente. Los comicios de EU y los referendos británico, boliviano, colombiano e italiano demostraron nuevamente la validez de aquella premisa de Przeworski, según la cual los resultados del juego democrático son inciertos.

La elección austriaca de 2016 dejó una enseñanza adicional. Inclusive en las democracias consolidadas, ahí cuando los procesos comiciales se conducen sin integridad, los resultados pueden ser cuestionados e inclusive, anulados.

Los escenarios para 2017 deben considerar, entonces, valoraciones de lo que está en juego en las elecciones venideras.

No es exagerado decir que en el viejo continente está en juego la subsistencia del más ambicioso proyecto de integración que haya visto la humanidad, la Unión Europea. El Partido de la Libertad (PVV) holandés propone abandonarla (Nextit), al tiempo que amenaza a Musulmanes con políticas claramente discriminatorias. Políticas similares propone Marine Le Pen en Francia (Frente Nacional), quien además de pronunciarse contra el Euro, ofrece excluir de la educación pública a hijos de inmigrantes. Las encuestas muestran que ambos candidatos podrían llegar a la segunda vuelta en sus respectivos países.

Este año hay también elecciones parlamentarias en el ícono indiscutible de la Unión Europea. Alemania va a las urnas y Angela Merkel podría lograr su cuarto mandato consecutivo. Si bien las encuestas la tienen muy arriba en las preferencias, lo cierto es que la jornada electoral es hasta octubre. En el tiempo que queda el discurso anti–Unión del Partido Alternativo Alemania podría cobrar arraigo.

Nuestro continente también tendrá elecciones importantes. Dos de los proyectos de izquierda más emblemáticos de la región tendrán comicios. Toda vez que el presidente Correa decidió no postularse, en febrero los ecuatorianos escogerán entre su candidato (Lenin Moreno) y diversos opositores, incluyendo al ex banquero Guillermo Laso. Si bien las encuestas favorecen al candidato oficialista, su triunfo se complicaría si no gana en primera vuelta (necesita 10% de ventaja).

Chile también tendrá elecciones. En noviembre 14 millones de ciudadanos elegirán al sustituto de Bachelet. Si ninguno de los candidatos obtiene el 50% de los votos habrá 2ª vuelta. Al momento sólo hay una mujer contendiendo. Es curioso que lideren las preferencias dos ex presidentes (Piñeira y Lagos).

Otras elecciones relevantes en América incluyen la presidencial de Honduras, la congresional de Argentina (primer refrendo al gobierno de Macri), dos gubernaturas en Estados Unidos (New Jersey y Virginia) y, por supuesto, las de México. Estas últimas son relevantes por la enorme cantidad de electores convocados a las urnas, por haber tres gubernaturas en disputa (Coahuila, Estado de México y Nayarit), por ser antesala de la elección general de 2018 y por ser la primera vez que se aplica el Reglamento General de Elecciones que fija nuevas reglas para la interacción entre el INE y las autoridades locales en la organización de comicios.

Finalmente, este año habrá renovación en el politburó chino y en el Ejecutivo de Hong Kong. A su vez, Irán y Korea del Sur elegirán presidentes. El ex líder de la ONU, Ban Ki-Moon, tendría fuertes posibilidades en su país. Es de llamar la elección hindú, pues están en disputa diversos gobiernos locales, incluyendo el de Uttar Pradesch, donde habitan más de 200 millones de personas.

Las enseñanzas del 2016 están a la vista. Los momentos electorales de cada nación son propicios para que los electores cambien el curso de las cosas. En política las cosas no se pueden dar por sentadas. El próximo año no será la excepción.

Miembro del Consejo General del Instituto Electoral de la Ciudad de México.

@yuribeltranm

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