El debate político más famoso es el celebrado entre Richard Nixon, entonces vicepresidente y el senador demócrata John F. Kennedy. Ese encuentro, el primero que se televisaría, congregó a 70 millones de teleespectadores. Ted Sorensen, el redactor fantasma de los discursos de Kennedy, narra que la mañana del debate se reunieron en la terraza del hotel donde se hospedaban en Chicago, para revisar las eventuales preguntas que podrían formularse. No hubo ensayo, o asistencia de un coach de debates, ni siquiera el diseño de una estrategia para aparecer agresivo, chistoso o cálido. Almorzaron después de revisar las posibles preguntas integradas en tarjetas de un rotafolio. El candidato Kennedy decidió tomar la siesta. Sorensen tuvo que despertarlo cuando llegó la hora. El mismo Kennedy condujo el auto hasta el estudio de televisión, donde ya lo esperaba un acelerado Nixon. Éste confiado en su talento político, anduvo de campaña todo el día, sin tiempo para afeitarse una barba que crecía a cada hora. Así se enfrentaron: un relajado Kennedy frente al ojeroso y sudoroso Nixon. Seguramente pensó que podría masacrar al joven Kennedy como lo había hecho semanas antes con Nikita Jrushchov, el duro primer ministro soviético.

Al terminar el debate, Kennedy pidió a Sorensen le prestara una moneda para utilizar un teléfono. Llamó a su padre para preguntarle su opinión sobre el debate. Al terminar la llamada, Kennedy le dijo a Sorensen que no sabía quien ganó. “Si mi padre me ve tropezar, resbalar y caer al suelo, dirá que nunca había visto a nadie caer de manera mas ágil y graciosa”, dijo. Las apariencias engañan, según las encuestas entre televidentes Kennedy arrasó el debate, según los radioescuchas Nixon se oyó mejor y más presidencial. Triunfó la tele, Kennedy ganó el debate, y la elección, por muy pequeño margen. No se hizo, como sería costumbre, ninguna referencia a México.

Eso fue historia, ahora México estuvo presente. Todo empezó con la ocurrencia de Trump, al inicio de su campaña, de injuriar a los mexicanos que vivimos al otro lado. Como la ocurrencia prendió, siguió después la idea del muro, y ya encarrerado, la amenaza de destruir el comercio entre los dos países. La misma estrategia siguió en el debate. Se refirió a México en múltiples ocasiones para insistir en lo pernicioso que resulta nuestro país para los intereses de EU.

Hillary no se refirió a México en el debate, ni a las amenazas de modificar la relación comercial México-EU. Dijo, eso sí, que ha estado en comunicación con diversos mandatarios del mundo, aun cuando no mencionó que desechó la invitación mexicana para reunirse con Peña Nieto.

Los debates no son definitorios y el evidente triunfo de Hillary en el primer debate no asegura la presidencia, si bien 84 millones lo vieron. Por lo pronto surgió la duda de si Trump acudirá a los siguientes dos debates acordados. Rudolph Giuliani, asesor de Trump, ligado a México por intereses de negocios cuando asesoró al gobierno de Marcelo Ebrard y el contacto para el encuentro Trump-Peña, declaró que si fuera Trump no iría a los siguientes encuentros. Considera que hubo un trato desigual a favor de Hillary. Lo mismo sucedió con Nixon al perder su debate con Kennedy. Alegaron que las cámaras de televisión tomaban más tiempo a Kennedy que a Nixon, lo que había afectado el resultado. Siempre hay manera de criticar al árbitro cuando marca un penalti, lo que no puede ocultarse es la calidad, la inteligencia, la preparación, conocimiento de la cosa pública y ecuanimidad de Hillary Clinton. Trump es simplemente el primer cavernario narcisista.

Estados Unidos es vital para México, pero México no lo había sido para EU. Ahora que México es tema central del debate político estadounidense, debería el país entero, encabezado por su gobierno, instrumentar la defensa de los intereses nacionales y particularmente la de los mexicanos en EU. Conforme al concepto de nación, ésta existe cuando un grupo numeroso de hombres y mujeres están unidos en una comunidad de vida. Es la lengua, la historia, la ideología, el arte, la cultura, las costumbres los factores que la integran. Los mexicanos compartimos estos factores independientemente de donde nos encontremos. Esta puede ser una oportunidad única para refrendar todo lo que significa la patria querida fuera de México.

Investigador nacional SNI.
@DrMarioMelgarA

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