Durante esta semana los ciudadanos y las comisiones Anticorrupción y de Justicia del Senado de la República, por fin, fuimos testigos de los argumentos de los candidatos a ocupar el cargo de fiscal anticorrupción en la PGR.

Vimos de todo. Desde un Senado más preocupado por atender la crisis en las fracciones parlamentarias, hasta improvisaciones en el mecanismo de selección.

Sin embargo, lo más preocupante en las comparecencias, desde nuestro punto de vista, es que subsiste un desconocimiento de los pilares del SNA, por lo cual la mayoría de las ideas que se han planteado parecieran repetitivas frente al grave problema sistémico y multicausal de la corrupción en México.

Como si faltara algo más, fue bochornoso que dos aspirantes presentaran documentos plagiados uno al otro. Lo cual es responsabilidad de los autores, pero también es indicativo de que, de origen, había fallas en la insaculación que no habían sido subsanadas.

Además, como era de esperarse en este largo, por atemporal, proceso, algunos aspirantes han declinado, acotando —numéricamente— las opciones, pero también haciendo que se reste seriedad a la convocatoria.

En ese sentido fue que OSC y expertos declinamos la invitación a acompañar el proceso porque consideramos que no existían las condiciones para continuar y porque parecía que únicamente querían nuestra opinión para legitimarlo, sin que se comprometieran a escuchar nuestras demandas y sugerencias y, al final del día, iban a hacer lo que ellos quisieran.

Ante esta salida, el Senado abrió el proceso a un sistema de parlamento abierto, lo cual es positivo porque incorporó a más distinguidos académicos y ciudadanos que en el fondo significan una oportunidad para transparentar y fortalecer la participación ciudadana. Lo malo es que se observa como una reacción improvisada y no como una forma rutinaria de trabajo trazada, nuevamente, desde que se dio a conocer la convocatoria.

La creación, la autonomía y el responsable al frente de la Fiscalía Anticorrupción es trascendental para los tiempos que el país vive, por ello coincido con Jacqueline Peschard en que requerimos un fiscal anticorrupción “sin ninguna cola que le pisen” e “impecable”. Pero sobre todo un fiscal que tenga la capacidad de abanderar proyectos que detengan a los saqueadores que tanto daño le hacen a nuestro país, y que además esté dispuesto a trabajar bajo un diseño y arquitectura institucional de rendición de cuentas al Comité Ciudadano del SNA, y desde luego a la ciudadanía.

Requerimos un fiscal que tenga la capacidad de ser autónomo, lo cual no es tarea fácil porque tendrá que operar desde el segundo semestre del año y buscar un mecanismo que lo desmarque políticamente de la PGR y de las posibles componendas y “acuerdos políticos” a los que están acostumbrados algunos políticos.

Además de estas capacidades políticas se requieren capacidades técnicas en el armado de expedientes, para evitar que las posibles consignaciones se le caigan, por lo cual debe ser una persona que tenga amplia experiencia en materia penal, desde luego en el Nuevo Sistema de Justicia Penal, experto en combate a la corrupción y apertura con la ciudadanía.

A los ciudadanos sí nos preocupa el proceso y la operación de la Fiscalía. Por ello exigimos que el proceso sea limpio y libre de trampas o elecciones a modo, queremos un Fiscal Anticorrupción elegido sin corrupción y que cubra un perfil que cumpla a cabalidad con los requisitos.

En Causa en Común estamos pendientes de que nuestras demandas y expectativas se cumplan. El proceso de selección del fiscal es sólo el inicio de una gran batalla contra la corrupción, en la que todos estamos llamados a participar.

Presidenta de Causa en Común.
@MaElenaMorera

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