Imaginemos que llega un extranjero a México, alguien sin la menor idea de política nacional, sin juicios ni prejuicios sobre los partidos y sus personajes. Enciende la televisión, abre los diarios, lee las redes sociales y se da cuenta que tiene este panorama:

Un gobernador estatal que llevaba prófugo varios meses es detenido en Guatemala por desvío de miles de millones de pesos del presupuesto público y posee un patrimonio inexplicable. Es del PRI.

El Fiscal General de otro estado es detenido en Estados Unidos acusado de ser el brazo del crimen organizado. Su “jefe”, el gobernador, jura que no tenía la más remota idea de las actividades extracurriculares de su funcionario. Por cierto, el gobernador es… del PRI, el fiscal también.

Un tercer estado es gobernado desde hace 12 años por dos hermanos. Han desfalcado brutalmente el presupuesto público y hoy el estado tiene una deuda masiva que tardará generaciones en pagarse. De ese estado sólo se sabe de cuentas de dinero que se tienen en otros países, de los ex-funcionarios que son detenidos o llamados a juicio en Estados Unidos y hasta en España. El ex gobernador es del PRI, al término del mandato lo hicieron presidente del PRI y hoy en lugar de estar en la cárcel está haciendo campaña porque quiere ser diputado local. Son los Moreira del PRI.

Un cuarto estado es primer lugar nacional en todo lo malo: corrupción, feminicidios, abuso policial, tráfico, robos en transporte público, extorsión… Y ese estado lleva casi 90 años gobernado por el PRI. No extraña que su candidato tenga problemas para despuntar en las encuestas quien hizo además una muy mala gestión como presidente municipal en el que, por si fuera poco, se le acusa de proteger a miembros del crimen organizado. El candidato no se atreve ni a defender a su propio partido.

El extranjero que ve todo esto diría lo mismo que cualquier persona con sentido común: “Estoy seguro de que el PRI va a perder las elecciones en esos estados”, “imposible que alguien quiera votar por el PRI”. Pues sí, en un país sin compra del voto; sin corporativismo; sin amenazas; sin contubernios tan fuertes entre dinero y política, claro que perdería el PRI, pero lo cierto es que eso existe y por esa razón se le puede ganar sólo participando. El PAN ha derrotado al PRI cuando se está bien organizado, coordinado, concentrado y los ciudadanos se contagian del ánimo de participación para vencer resistencias.

Por eso, desde aquí pido el voto para las candidatas y los candidatos de Acción Nacional en Veracruz, Nayarit, Coahuila y el Estado de México. He ido a todas las campañas locales y me consta que tenemos a los mejores candidatos tanto a gobernador como a presidentes municipales.

En Veracruz es necesario que el cambio político que inició en 2016 siga adelante y se ganen las alcaldías. En Nayarit Toño Echevarría es un joven empresario que tendrá que limpiar el desastre institucional en el que se encuentra ese estado, pero que tiene la fuerza y la voluntad para enderezar el barco y aunque pareciera nuevo en la política, la conoce desde pequeño por sus padres. En Coahuila, la gente quiere recuperar el orgullo por su estado, y está cansada de las mismas historias de corrupción y cinismo de hace 12 años. Tienen en Memo Anaya, una alternativa clara de cambio. Y en el Estado de México, no tengo duda de que Josefina Vázquez Mota es la mejor candidata para gobernar y poner orden en el Estado de México.

¿Qué hacer con el PRI? Simple: usar el voto, la herramienta que tenemos los ciudadanos para hacer oír nuestra voz y decirle NO a la corrupción y al abuso de poder. Votar por el PAN en Veracruz, Nayarit, Coahuila y el Estado de México es elegir una alternativa de libertad, de democracia, de respeto a la ley, de verdadero crecimiento económico. Votar por el PAN es apostar por el futuro.

Abogada

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