De máscaras a máscaras. El nombramiento de Alberto Begné Guerra como Subsecretario de Prevención del Delito y Participación Ciudadana ha causado decepción, sin embargo como seguramente bien calcularon los que optaron por su perfil, la trayectoria de Arturo Escobar puso por los suelos la vara con la que se habrían de medir los atributos de sus posibles sustitutos, de modo que cualquiera que llegara después difícilmente superaría su cinismo.

Hay que ser justos, Alberto Begné a diferencia de Escobar no fue encontrado con maletas rellenas de billetes de alta denominación que no pudo explicar, tampoco activó campañas saturadas de delitos electorales y repartición ilícita de mochilas o boletos de cine. La trayectoria de Begné Guerra como funcionario público fue profesional y agregó valor a las instituciones autónomas de las que formó parte. Aún así, hay un importante antecedente que no deja limpio su recorrido.

Golpe Jab: Golpe recto y lanzado con velocidad para mantener a distancia al oponente. La falla más costosa de su trayectoria se gestó cuando por conservar la presidencia del Partido Alternativa Social Demócrata, permitió deliberadamente que un grupo de porros irrumpiera la asamblea que definiría en gran medida si Patricia Mercado o él serían los dirigentes del instituto político. Begné Guerra no estuvo presente, la contratación de porros fue orquestada por Pérez Correa y David Razú, dos de sus subordinados más allegados y a quien Begné Guerra prefirió proteger antes que asumir que la operación violenta contra sus adversarios había sido un grave error.

Derechazo: Puñetazo fuerte que va desde el mentón y busca la cara del adversario en una trayectoria recta. El saldo de esa golpiza trajo consecuencias humanas irreparables: una de las simpatizantes de Patricia Mercado que estaba embarazada y presente en la asamblea, perdió a su hijo días después de este incidente. Evidentemente tuvo también consecuencias políticas en tanto se eliminaron las condiciones de confianza para sostener una competencia que debía ser por principio pacífica, democrática y respetuosa. Begné Guerra conservó la dirección del partido que llevó a David Razú a ser diputado local en el entonces Distrito Federal y quien como asesor de Víctor Romo incorporó a uno de los líderes de los Panchitos en la Delegación Miguel Hidalgo como Director de Derechos Humanos.

Tuvo oportunidad de recapacitar. Cuando el escándalo de la golpiza alcanzó buena cobertura de medios de comunicación, varios periodistas solicitaron los videos propiedad del hotel Crown Plaza donde se había llevado a cabo la asamblea, pero les fueron negados porque Begné Guerra -quien era el responsable de la contratación del espacio- había enviado un oficio al hotel solicitando que no se compartiera con nadie el material que revelaba lo acontecido. Su decisión pretendía sostener la versión de que los golpeadores profesionales habían sido convocados por sus adversarios, pero la evidencia de las imágenes derribó por completo su intención de responsabilizar a Patricia Mercado y a sus colaboradores.

Golpe de suerte. Quizá se deba a que hay pocos perfiles con trayectoria de vinculación con sociedad civil y prevención del delito dispuestos a colaborar en la Secretaría de Gobernación, lo que llevó a Enrique Peña Nieto a darle el nombramiento a Begné Guerra. Edna Jaime, presidenta México Evalúa, quien claramente conoce ambos temas, declaró en el programa de José Cárdenas, que Begné Guerra tampoco cumple con los requerimientos que un área con estas responsabilidades debe cubrir.

Gancho al hígado. Mientras las facultades de la Subsecretaria no se refuercen y se replanteen sus objetivos, lo mismo da si es Escobar o Begné quien la dirija. Como lo fundamentó Alejandro Hope en un artículo para El Universal, el diseño actual de esta área promueve únicamente la construcción de clientelas políticas. El reto definitivamente está en la transformación de fondo que el trabajo gubernamental por la prevención del delito y la participación ciudadana ameritan.

Todos merecemos una y hasta varias oportunidades. En conversación con uno de los conversos que antes recurrían a la violencia para solucionar el conflicto, escuché una frase que me noqueó: “Quienes estuvimos inmersos en la violencia callejera y decidimos dedicarnos a la construcción de la paz, lo hacemos como una permanente disculpa pública”. ¿Estará Begné Guerra dispuesto a transformar su trabajo como funcionario de la Segob en una conversión por la defensa de las vías pacíficas de resolución del conflicto? ¿Además, reconstruirá la prevención del delito sin manipulación de datos y la participación ciudadana, trabajando de la mano de la sociedad civil?

Analista política y activista ciudadana

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