De por sí  resulta complicado el proceso para aspirar a convertirse en candidato independiente sin la estructura partidista, los recursos de los grupos de interés y las barreras regulatorias que impusieron los partidos, pues está cada vez más latente el riesgo de que pierdan la naturaleza autónoma con la que se buscó defender la independencia de su postulación constitucionalmente.

Andrés Manuel López Obrador desde una lectura egocéntrica advierte que las candidaturas independientes se han creado y fortalecido para afectarlo a él y a su nuevo proyecto político. Sabemos que no es así, pero en su abrupta declaración al menos deja ver un honesto temor a esta figura y sin simulaciones arremete contra la posibilidad de que alguien —que no representa lo que representa él— sea  un candidato o candidata con suficiente fuerza para llamar la atención de quienes tampoco se identifican con los partidos y los políticos de siempre. En su arrebato devela con transparencia lo que una candidatura independiente debería representar en una contienda política, sobre todo a los ojos de los votantes: una alternativa realmente distinta en origen, trayectoria, modo de proceder y plataforma política. Entiendo entonces la lectura de Andrés Manuel cuando reconoce que esta “independencia” puede significar un contrapeso importante en la distribución del poder.

Jaime Rodríguez, El Bronco le responde a López Obrador como si fuera un vocero de los candidatos independientes ¿lo es? Evidentemente su llegada a la gubernatura fue sorprendente, gracias al trabajo territorial que realizó y el apoyo empresarial que consiguió en Nuevo León. Sin demasiado fondo le dice a Andrés Manuel que no ha logrado ganar, aunque para ser honestos, ambos han obtenido la representación ejecutiva de un gobierno local. Hasta ahora El Bronco ha mostrado una cara ambigua que se puede ver con la composición de un equipo innovador, de trayectoria limpia y con ideas prometedoras para fortalecer la rendición de cuentas, la seguridad y la democracia del estado, entre ellos Lorena Canavati y Miguel Treviño. Sin embargo tiene muy cerquita de él a quien fuera el secretario particular del ex gobernador Rubén Moreira, con lo que muestra alta tolerancia a perfiles que promueven el abuso y la impunidad. Así que corremos el enorme riesgo de que esa pieza de su gobierno tenga más peso que los perfiles independientes de los que decidió allegarse.

Por su parte la mancuerna PRI-Verde ha hecho su trabajo estableciendo suficientes barreras de tiempo, número de firmas y requisitos absurdos para que en los estados en los que habrá elecciones a gobernador próximamente, aquel iluso que pretenda registrarse como independiente sin recurrir al apoyo de un aparato partidista, se las vea negras. No tiene ninguna importancia entonces el discurso con que el presidente Enrique Peña Nieto se congratule por la existencia de candidaturas independientes, mientras ellos garanticen que queden anuladas de facto.

La mayor simulación la encabeza ahora Ricardo Anaya, que a nombre del Partido Acción Nacional plantea una propuesta con la que supuestamente busca fortalecer a las candidaturas independientes. Los hechos hablan por sí solos, en los estados en donde las candidaturas han sido bloqueadas, el PAN participó activamente para que así sucediera. Lo que parece preocuparle a Anaya, poco tiene que ver con el carácter independiente de la figura. Busca no sólo reducir los tiempos para que un dirigente o militante partidista se envista de independiente de un día para otro, sino que también busca que los independientes puedan ir en coalición con los partidos políticos. Habría que aclarar que los periodos que en algunos estados se establecieron para que un militante renuncie a su partido y se registre como independiente, son excesivos. Sin embargo resulta sumamente sensato solicitar al  menos un año de retiro previo al salto de militante a independiente.

Seguramente la homologación de criterios que se establecerán será con la intención de debilitar lo más posible la “independencia” de los perfiles que puedan obtener el registro como independientes. Los partidos, los políticos de siempre siguen viendo a su enemigo electoral en los votantes que exigimos un cambio contundente contra la desigualdad, la impunidad y la violencia. ¿Cuándo estarán dispuestos a limpiar sus propias casas? ¿Cuándo harán una propuesta que implique dar fin al abuso de recursos públicos en su despilfarro publicitario? ¿Cuándo comprenderán que la coalición con la partidocracia enquistada nos produce más asco que ilusión?

Analista política y activista ciudadana

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