Mueven a risa todos aquellos que se indignan por la promoción personalizada de Andrés Manuel López Obrador. Y mueven a risa no porque les falte razón, sino porque durante años han dejado sin desarrollo legal la prohibición constitucional de personalizar la propaganda (1). Gobernadores y legisladores han aprovechado la ausencia de una ley que sancione aquello que la Constitución prohíbe. Así los hemos visto, con sus sonrientes caritas, prometer el oro y el moro. Gobernadores de territorios devastados se publicitan en televisión o en páginas de internet pagadas como si estuvieran gobernando el Cantón Ticino o la Ínsula Barataria. Su propaganda personalizada es infame y contrasta con una realidad de atraso, violencia y corrupción. Esa personalización no les ha afectado y durante años, la han prohijado con voracidad mal disimulada para que su nombre sea reconocido en el plano nacional.

Saben perfectamente que en su momento Roberto Madrazo logró convertirse en una figura nacional merced a una exitosa campaña publicitaria y que López Obrador se convirtió en el líder de la oposición cuando los medios y con particular énfasis, las televisoras, reproducían todas sus declaraciones de la conferencia mañanera. La deuda acumulada por AMLO en aquel momento fue tan grande que ordenó a su bancada apoyar la llamada Ley Televisa. Hoy todos los “suspirantes” saben que la fórmula funciona, que inundar de spots y repetir propaganda es altamente eficaz en un país con una cultura política como la que tenemos. Saben de sobra que si Vicente Fox fue un éxito de la mercadotecnia y que el actual presidente consiguió el apoyo mayoritario por su muy eficaz presencia mediática, Andrés Manuel está recorriendo exactamente la misma vía que conoce tan bien: es un poderoso producto mercadotécnico que ahora dispone de miles de spots porque ha conseguido edificar un partido cuyo único objetivo es postularlo, a él, a la Presidencia.

Lo que está haciendo AMLO es utilizar los recursos de su partido personal para promoverse él mismo sin ningún tipo de pudor o sonrojo. Igual que los partidos de corte familiar van llevando a hijos y nietos a los cargos de elección popular, Andrés Manuel dispone que él es el presidente del partido, supongo que será el precandidato que competirá contra él mismo, para utilizar entonces los recursos previstos en las precampañas y utilizará todos los recursos de su partido (como lo hizo en las elecciones de junio de este año) para promoverse a él. Pedirle que haga otra cosa es como pedirle al “Niño Verde” que dejara de ser candidato. Su respuesta sería muy sencilla: si el partido es nuestro (en un caso de una familia, en otro de una persona) ¿por qué no voy a utilizarlo yo como si fuera mi patrimonio? Lo contrastante es que otros partidos como el PAN y el PRI no tienen un solo dueño, sino muchos (es decir, están más institucionalizados) y por eso tienen que repartir sus recursos entre muchos o bien, no darle nada a nadie. Entiendo que les irrite la propaganda obradorista, pero a muchos nos ha indignado también la promoción personalizada de gobernadores y legisladores con sus cada vez menos creíbles informes. Considero que no se puede hacer una reforma antiobradorista si previamente no se despersonaliza la comunicación gubernamental y se establece, con toda claridad, que el dinero público destinado a comunicación social se utiliza con criterios de utilidad pública y no para promover a un político en particular. La impostura que con tanta dureza señalan en el caso de López Obrador es la misma en la que han incurrido durante años con muy buenos resultados, ya que nuestro pueblo sigue viendo telenovelas y alimentándose del spot y la propaganda.

(1) Artículo 134: … La propaganda, bajo cualquier modalidad de comunicación social, que difundan como tales, los poderes públicos, los órganos autónomos, las dependencias y entidades de la administración pública y cualquier otro ente de los tres órdenes de gobierno, deberá tener carácter institucional y fines informativos, educativos o de orientación social. En ningún caso esta propaganda incluirá nombres, imágenes, voces o símbolos que impliquen promoción personalizada de cualquier servidor público.

Analista político

@lenardocurzio

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