¿Qué está siendo diferente ahora a lo que observamos en los primeros tres años de la administración del presidente Salinas, a los cuatro últimos años de la del presidente Zedillo, a los primeros tres años de la administración del presidente Fox, y a los dos primeros años tanto del presidente Calderón como del presidente Peña Nieto? Es la calidad de la oposición lo que ha marcado la diferencia.

Para sostener esta hipótesis aporto pruebas.

Prueba uno. Los primeros años del presidente Salinas sin lugar a dudas tuvieron uno de los desempeños de la hacienda pública más solidos. Uno, se logró la histórica renegociación de la deuda externa del sector público que representaba una sangría del país, equivalente a una transferencia neta de recursos al exterior del 8% del PIB. Dos, los ingresos de las desincorporaciones (privatizaciones) de entidades paraestatales se destinaron peso por peso y dólar por dólar a la amortización de la deuda pública. Fue histórica la reducción del saldo de la deuda pública como porcentaje del PIB. Se lograron los superávit primarios (diferencia entre ingresos y gastos del gobierno federal, sin considerar costo financiero de la deuda) más altos que ha registrado la historia de la hacienda pública. Fueron de los pocos años donde se observó un incremento neto en el patrimonio. Esta gestión disciplinada no fue hecha en el vacío. Para ello contribuyó la oposición que había en ambas cámaras del Congreso de la Unión, así como de un foro que era primero el Pacto para la Estabilidad y el Crecimiento Económico y luego el Pacto para la Estabilidad, la Competitividad y el Empleo en la que estaban representados los trabajadores y los empresarios. Foro fundamental para la reducción de la tasa inflacionaria.

También influyeron los acuerdos con el Fondo Monetario Internacional y la condicionalidad de los préstamos del Banco Mundial. Se da la autonomía del Banco de México, que desde años atrás demandaba el PAN. Ergo, cuando había una oposición constructiva el gobierno en turno tenía los incentivos a actuar adecaudamente.

Prueba dos. El inicio de la administración del presidente Zedillo no fue muy afortunado. Sin embargo, es quizá una de las presidencias que mejor termina en términos de estabilidad y crecimiento económico. 1997 es un hito y un parteaguas. Desde septiembre de ese año el partido del presidente en el gobierno no logra la mayoría en la Cámara de Diputados. Más aún, se formó un bloque entre el PAN, PRD, Verde, PT y un independiente (Marcelo Ebrard) que logró convertir al PRI en minoría. Esa oposición tuvo el mérito de haber creado los incentivos para que la administración pública mantuviera la disciplina fiscal. Como no le concedió el beneficio para una reforma fiscal más completa (recordemos que la tasa del IVA aumentó del 10 al 15%), la obligó a utilizar el incremento en el precio de la gasolina y a aplicar una fuerte reducción del gasto público para evitar un endeudamiento público creciente. Si bien no fue lo mejor, evitó un deterioro de la hacienda pública. En su contra, los partidos opositores, en especial el PAN envalentonado y encarrerado para conseguir la presidencia en las elecciones de 2000, frenaron la reforma de la industria eléctrica que luego lamentó profundamente. La oposición, en especial liderada por el PAN, logró una concesión que el país necesitaba: fortalecer a los gobiernos estatales y muncipales. Presionó por más participaciones de los ingresos federales y lograron crear el nuevo rubro de transferencias etiquetadas conocidas como aportaciones federales. Nunca pensaron que bajo la presidencia de los presidentes Fox y Calderón los gobiernos estatales y municipales se salieran fuera de control y operaran en contra de los ciudadanos. Ergo, cuando la oposición se obstinó por buscar el poder como un fin en sí mismo, dañó los márgenes de maniobra para cuando ganaron la presidencia.

Prueba tres. El PRI fue por primera vez oposición en ambas cámaras del Congreso de la Unión desde la LVIII Legislatura. Mientras el presidente Fox desperdiciaba una parte importante de su capital político con el “Zapatour”, la soberbia de dar solución al problema de Chiapas en 15 minutos, la seriedad de su equipo económico buscaba la aprobación de la Reforma de la Hacienda Pública Distributiva que, entre otras cosas, generalizaba la tasa del IVA a todos los bienes y servicios así como a las fronteras en 15%. La oposición actuó y lo obligó a que justificara el aumento propuesto en impuestos. No pudo hacerlo. Justificar el cobro del IVA en alimentos y medicinas con su famosa frase de “regresando completo y copeteado” a los estratos de bajos ingresos no le alcanzó. No tuvo la capacidad de demostrar que auténticamente transformaría la recaudación adicional en una mayor oferta de bienes y servicios públicos con mejor calidad. La realidad le dio la razón a la oposión. Si bien se mantuvo la disciplina fiscal, empezó la era de los “regalos”. Ahí empezaron los regalos para apoyar a los “changarros”, transformar Progresa en Oportunidades y abrir el camino para otorgar más transferencias sin un objetivo específico de política pública. Empezaba la competencia de “programas sociales” entre el PAN y los que introducía Andrés Manuel López Obrador como jefe de gobierno del D.F.

Continuará.
Economista.
@jchavezpresa

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