Guerrero es un polvorín, el problema de ingobernabilidad por el que atraviesa el estado es más que el tema Ayotzinapa, es la presencia de la delincuencia organizada, la penetración de ésta en las estructuras policiales estatales, federales y municipales, la corrupción de los servidores públicos de los tres niveles de gobierno que hacen de las finanzas públicas un botín, y por lo mismo la crisis financiera del gobierno estatal y municipales, hasta los presidentes municipales personalmente se organizan para bloquear la Autopista del Sol en Chilpancingo, los burócratas en paro exigiendo un bono de fin de sexenio, igual los policías en Chilpancingo y Acapulco en movimientos laborales.

Además de todo eso todos los problemas históricos relacionados con la pobreza y la marginación, el cacicazgo, la rebeldía de sus habitantes a esos poderes formales e informales que les han impedido tener oportunidades reales de bienestar y desarrollo, y que los obligan a emigrar dejando su tierra, familias, hijos, esposa y estado, enfrentándose obligadamente a la situación de ilegalidad, indocumentados, al rechazo tanto de su país en los sembradíos de los agrícolas estados del norte, como del país vecino del norte paradójicamente fundado por migrantes, que al negar una oportunidad a los que van en busca del llamado sueño americano niega su propio origen.

Un Guerrero que padece de la debilidad institucional por la inoperancia de los poderes públicos, como el Judicial en el que se mantiene latente la inconformidad de sus trabajadores, así como los del gobierno del estado; más la inoperancia de los gobiernos municipales en donde se viene la inconformidad por parte de los servidores públicos en demanda del pago de fin de trienio y aguinaldos.

Guerrero está en la agenda nacional e internacional con la intervención de organismos relacionados con los derechos humanos, y aún así continúa con una delicada crisis de gobernabilidad de la que el gobierno interino saliente en este mes de octubre, fundacional del estado, no allanó gran cosa despidiéndose sin pena ni gloria, encabezado por un universitario. 

Siendo tema de seguridad nacional el gobierno entrante de Héctor Astudillo Flores y el federal deberán acordar, junto con los actores en movimiento y la sociedad civil guerrerense, una agenda para la gobernabilidad y el desarrollo, en la que se acuerden tareas, objetivos y responsabilidades, para ello es imprescindible que todos los que la integren que se despojen de la obtención de sus objetivos particulares a toda costa y por encima de la estabilidad del estado.

Pensar en gobernar igual, tradicionalmente, a limitándose a conducirse de acuerdo a la ley, o en solo administrar la función pública o ejercer el poder, sólo abonará al crecimiento del problema, cuando lo que se necesita de manera apremiante es entender o aceptar que Guerrero es un asunto de Seguridad Nacional y como tal dar tratamiento con políticas que generen seguridad al estado mexicano a partir de la generación de condiciones de desarrollo, legalidad, justicia,democráticas y seguridad.

Gobernar con enfoque de seguridad nacional es implementar estrategias, acciones y objetivos distintos a las que impulsan los gobiernos en condiciones normales o menos conflictivas, que son resultado de un análisis y diagnósticos de inteligencia objetivos que no se pueden formular desde una perspectiva de gobierno tradicional, por eso el gobierno de Héctor Astudillo Flores, que arranca el 27 de octubre, necesitará del apoyo de gobierno federal en la perspectiva de la seguridad nacional, así como un equipo que le ayude hacer los diagnósticos objetivos, despartidizados, fuera del simple enfoque del ejercicio del poder, para poder apagar los focos rojos encendidos en Guerrero.

camachopenaloza@gmail.com

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