En medio de la contienda electoral que vivimos en México considero oportuno voltear la mirada a España, país en donde se ha visto una renovada participación ciudadana en los últimos años.

Frente al desempleo, los recortes salariales y los graves casos de corrupción, miles de españoles decidieron transformar su indignación en acciones concretas y organizadas. Los ciudadanos, después de abocarse a las calles para expresar su molestia y desacuerdo con las políticas del gobierno, tomaron la decisión de ir más allá y contender por la vía electoral para corregir el rumbo del país.

Fue así como lograron romper el molde del bipartidismo en las elecciones autonómicas y municipales del pasado 24 de mayo, fecha que seguramente será recordada porque los grandes partidos, el Partido Socialista (PSOE) y el Partido Popular (PP), perdieron las mayorías absolutas que gozaron durante los últimos años a nivel local.

El caso más emblemático lo observamos en Madrid. No sólo porque el PSOE obtuvo el tercer lugar en las preferencias electorales, sino también porque —por primera vez en los últimos 24 años— el PP podría perder la alcaldía a manos de “Ahora Madrid”, una organización que está integrada por asociaciones y movimientos ciudadanos.

En general, podemos desprender dos lecciones de estos comicios. En primer lugar, que los movimientos sociales rinden frutos y pueden convertirse en alternativas políticas de gran peso. En segundo lugar, y a diferencia de lo que algunos opinan, que la participación electoral y el voto por las alternativas que se presentan en la boleta pueden romper inercias y modificar los mapas electorales.

Sobre este último punto me gustaría destacar dos cosas: 1) mientras que en Madrid se registró una participación de 68% del electorado, en las últimas elecciones intermedias de nuestro país el porcentaje de participación alcanzó apenas 44%; y 2) entre las elecciones de 2011 y las del domingo pasado, el número de votos nulos en Madrid se redujo de 1.8% a 0.77%, mientras que en México el voto nulo llegó a representar la “quinta fuerza electoral” en 2009 con 5.39%.

En España, la ciudadanía ha sido capaz de canalizar su descontento mediante “candidaturas ciudadanas de unidad popular”. En México, estamos a dos semanas de celebrar las primeras elecciones con candidatos independientes y en algunos casos se advierte que el hartazgo y la falta de credibilidad en los partidos empieza a hacer mella en el sistema. El ejemplo más destacado es el de Jaime Rodríguez El Bronco, quien de acuerdo con algunas encuestas ha reunido un apoyo considerable para competir por la gubernatura de Nuevo León.

Habrá que esperar los resultados del 7 de junio para saber si algún candidato independiente de los 127 que están contendiendo por cargos de elección popular logra su objetivo. Por lo pronto, considero urgente que los partidos reflexionen sobre lo que se está haciendo mal y que tomen las medidas necesarias para lograr un cambio en la vida pública y política del país.

En estas últimas semanas, por ejemplo, han predominado las campañas negativas y de denostación. Esto, además de inhibir la participación ciudadana para ir a votar, aumenta la desconfianza en los partidos y en los candidatos (buenos y malos).

Por ello, creo que tanto los ciudadanos como los partidos deben estar conscientes de las lecciones que ha dejado la experiencia española.

Senadora del PAN

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