Se le llama así a esos días de insoportable calor en pleno verano y no porque algo tengan que ver con los también conocidos como mejores amigos del hombre. No, la referencia es más bien astronómica y alude a un acontecimiento en la constelación de Can, que coincide con los meses de julio a septiembre, los más calurosos en la Europa mediterránea.

En México este mayo ha sido insoportablemente caluroso. Los días de perros se nos han adelantado, exacerbando lo mismo los niveles de contaminación que los de irritación. Las cosas no están como para desahogarse haciendo ejercicio físico y entonces no nos queda más que la contemplación, la lectura y el letargo, elementos indispensables para las mentes traviesas, o malignas, dirían algunos.

Termino de leer una novela de Philip Roth, el gran Philip Roth, que aunque situada en los años 40 del siglo pasado bien podría ser una crónica contemporánea, o un texto futurista. The Plot Against America nos lleva a ese periodo de la historia en el que, ante la sombra nazi-fascista que se proyectaba sobre el mundo proveniente de Europa, algunos en Estados Unidos de América abogaban por la no participación, por la neutralidad en el conflicto mundial que se avecinaba.

Liderado por algunos de los republicanos más profundamente de derecha, el movimiento en contra del involucramiento tomó el sencillo y simplista nombre de “America First”. Sus simpatías y afinidades con la Alemania nazi se fueron haciendo cada vez más evidentes, como lo fue también su creciente (o más impúdico) antisemitismo. Roth imagina un escenario en el que las fuerzas aislacionistas ganan la presidencia de EU en 1940 con un candidato épico, el piloto Charles Lindbergh y comienzan a implementar sus políticas discriminatorias y de odio.

Más impactante aun es la manera en la que, en la novela, muchos estadounidenses comunes y corrientes, blancos y cristianos, hacen suyas esas medidas y, alentados por el discurso de odio y exclusión de la Casa Blanca, revelan el feo rostro de la discriminación tras la máscara de civilidad WASP que usan diariamente.

Tanto o más impresionante es ver cómo las instituciones diseñadas para ser contrapeso del poder ejecutivo fracasan, o ni siquiera intentan cumplir con su función básica, primordial. Ni el poder legislativo, ni el judicial, ni el autodenominado cuarto poder de los medios de comunicación pueden, o quieren, acotar los ímpetus nazi-fascistas de Lindbergh y sus aliados.

Las coincidencias con lo que hoy sucede en EU son obvias, y hacen de esta obra, probablemente la mejor de Roth, una advertencia para actuales y futuras generaciones: no importa el maquillaje, los andamios, la escenografía, las democracias son solo tan fuertes como las sociedades, los valores, los individuos que las conforman.

Y ahí, para nosotros en México, una moraleja: hay que concentrarse en identificar a los verdaderos enemigos de la democracia, de la sociedad, del país mismo, y dejarse de retórica y politiquería baratas.

Hace unos días reflexionaba yo al respecto en redes sociales, a propósito del conflicto huachicolero y de los asesinatos de periodistas. Las reacciones me sorprendieron y entristecieron: la gran mayoría culpa al gobierno de todo, y tienen razón en lo que a omisiones, corrupción, complicidades (personales o institucionales) respecta. Pero nadie, nadie, culpa al narco, al crimen organizado que se ha metido en todos los rincones de este nuestro país.

Ese es nuestro enemigo y sería bueno recordarlo antes de que, en medio de las campañas electorales, se nos olvide de nuevo.


Analista político y comunicador.
@gabrielguerrac
Facebook: Gabriel Guerra Castellanos

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