Colaboración especial

El pasado viernes 22 de este mes se despidió de la Organización de los Estados Americanos (OEA), ante el Consejo Permanente reunido en Washington DC, el chileno José Miguel Insulza, secretario general por diez años. Este martes 26 de mayo toma posesión del cargo el uruguayo Luis Almagro.

¿Qué OEA deja Insulza y recibe Almagro?, ¿Cuál es el legado de uno y los desafíos para el otro?, y en esta transición ¿qué papel ha jugado México?

La OEA ha sido y es fuertemente criticada por no responder a las exigencias de un continente ahora transformado políticamente en una democracia generalizada (con muy diversos grados de legitimación); un hemisferio que en los últimos años ha visto reducida su pobreza gracias a un crecimiento económico sostenido, mas no su lacerante desigualdad, la peor del planeta. ¿De qué manera contribuyó la OEA a esa democratización continental y a ese crecimiento económico?

No de manera directa ciertamente, a pesar de su Carta Democrática, de haber creado el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y contar con un pilar sobre desarrollo integral, pero sí indirectamente si nos detenemos a pensar y sobre todo comparar, como lo sugiere en su reciente libro Jean-Michel Arrighi (La OEA y el Derecho Internacional, Porrúa 2014) que mientras el mapamundi de los otros continentes se transformó radicalmente (principalmente Europa) durante el siglo pasado y las fronteras nacionales se alteraron substancialmente debido a las guerras que dejaron millones de muertos, el continente americano fue, y sigue siendo, un continente de paz con las mismas fronteras que a principios del siglo XX y en eso algo tuvo que ver el derecho interamericano, ya que esa paz contribuyó tanto a la democratización como al crecimiento económico de la región.

Insulza abonó a esa paz con el diálogo entre Estados, las reformas procedimentales al sistema interamericano de derechos humanos, las misiones de observación electoral, la Carta Social de las Américas de Cochabamba, Bolivia, (2012) y en especial con el trabajo sobre drogas que ahora sitúa al hemisferio en la vanguardia del problema, de cara a la Asamblea de la ONU sobre el tema en 2016. Esos son sus principales haberes.

Del lado de sus deberes, que ahora son los desafíos de Almagro, están las finanzas de la organización, en estado deplorable por un sistema perverso de cuotas que concentra en cuatro países el financiamiento de 98% del presupuesto regular y en 30 países sólo 2%; un sistema por añadidura de ingresos estáticos (cuotas congeladas) mientras que el gasto está indexado al crecimiento de salarios de la ONU y que en la OEA representa 65% del presupuesto, lo que significa un déficit crónico de la organización.

La modernización es otro gran reto para Almagro con el fin de que la OEA responda de manera más efectiva y ágil a los grandes problemas que hoy en día confronta el continente en materia de seguridad multidimensional como el crimen organizado, narcotráfico, lavado de dinero y los desastres naturales.

Para esto Almagro deberá desarrollar un nuevo estilo de diálogo con los representantes de los Estados miembros que incluya también a la sociedad civil y sus organizaciones, la nueva diplomacia pública así lo exige. También deberá encontrar la cuadratura al círculo para la integración del sistema interamericano, cuyas partes (OEA, OPS, BID e ICCA) actúan sin concierto alguno. La OEA por sí misma no está capacitada para impulsar el desarrollo integral en la región, necesita integrarse con las otras partes del sistema. He ahí, en esos deberes, el quid de la transición de Insulza a Almagro.

En esta transición el papel de México ha sido relevante. Desde el otoño de 2013 hasta septiembre de 2014, nuestro país presidió el grupo de trabajo que dotó a la OEA de una nueva visión estratégica fincada en cuatro pilares: democracia, derechos humanos, seguridad multidimensional y desarrollo integral. Una visión con objetivos estratégicos de rumbo claros logrados mediante un consenso por aclamación en las asambleas de Paraguay y de Washington.

El 15 de junio se celebra la Asamblea General Ordinaria en Washington a la que acudirán los cancilleres de los Estados-miembros de la OEA y el tema central es precisamente la implementación de la visión estratégica para el quinquenio de Almagro, de modo que México sigue jugando un papel fundamental de actor con responsabilidad global en la organización.

Embajador permanente de México ante la OEA

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses