Luego de la crisis diplomática suscitada el pasado jueves entre los presidentes de México y EU a causa de los dichos de Donald Trump, quien anunciara que está en marcha la construcción del muro fronterizo entre los dos países y sugiriera la aplicación de un arancel de 20% a todos los productos mexicanos que importa EU, además de insinuar vía Twitter que quizás fuera mejor cancelar la visita del presidente Enrique Peña a Washington por su negativa a costear el muro, y que luego éste cancelara formalmente la gira, ayer por fortuna el diferendo diplomático se distendió.

Tras hablar vía telefónica, Peña Nieto y Trump acordaron “negociar disensos” y no debatir públicamente sus “claras diferencias” en torno al muro. Pactaron además analizar el déficit comercial de EU frente a México, así como la necesidad de detener el flujo ilegal de drogas, armas y efectivo entre ambas naciones.

Aunque en principio dejar de hablar del muro no solucionará el problema, y sí podría causar suspicacias entre la sociedad mexicana —como la que expresara ayer mismo AMLO—, son positivas estas nuevas señales enviadas desde la Casa Blanca, pues sugieren menos intransigencia de Trump en este aspecto. Respecto a los otros temas, también ríspidos, no se dijo más, pero es afortunado que comiencen a mencionarse como asuntos de mutua colaboración y no como problemas a los que EU daría una solución unilateral.

No obstante lo ocurrido este viernes, prevalece el doble discurso del mandatario estadounidense, quien ayer mismo por la mañana escribió en Twitter que “México se ha aprovechado de EU demasiado tiempo. Déficits comerciales masivos y poca ayuda en la muy débil frontera es algo que debe cambiar, ¡ahora!”, tuiteó.

Ante este doble discurso, del lado mexicano debe imperar la cautela y los llamadas a la unidad nacional que, ya lo vimos, sí son efectivos cuando la situación en verdad lo amerita. El pasado jueves se hizo patente que los sectores de poder, los medios y la sociedad en México hicieron a un lado sus intereses para intentar conformar un frente común contra Trump, lo que muy probablemente influyó en que el presidente de EU moderara su discurso.

A pesar de que para Trump sea muy conveniente, en términos de legitimidad al interior de EU, mantener y alimentar la idea de un ‘enemigo nacional’, chivo expiatorio de todos los problemas del vecino del norte, el presidente estadounidense ya vio, ante el peso de la realidad y por las muestras de unidad vistas en México, que no será sencillo continuar con este discurso. Que influyentes personajes como Warren Buffett, Bill Gates o Mark Zuckerberg, del lado estadounidense, o Carlos Slim en México, refuten dicho discurso también abona a aclarar el ambiente.

Es obvio que una relación congelada no conviene a ninguna de las partes. Ante el incierto porvenir de ésta —pues seguiremos recibiendo mensajes contradictorios de Trump— queda encauzar la unidad nacional como nuestra principal carta de negociación.

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