El sufrimiento que Oaxaca está experimentando por el movimiento magisterial es una advertencia para todos. Intereses particulares, por más legítimos que pudieran ser, no deben justificar la afectación a terceros. El afán de notoriedad de una protesta tiene sus límites en la violencia. Un escenario de dificultades económicas y encono social es pasto seco y una vez iniciado el fuego no siempre los únicos en quemarse son los responsables.

Tras 41 días de paro de la disidencia magisterial, los bloqueos carreteros y las movilizaciones han agudizado el desabasto de alimentos y combustibles en Oaxaca. ¿Es necesario llegar a ese extremo para lograr un objetivo supuestamente justificado? Las negociaciones entre la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) y la Secretaría de Gobernación están en marcha en la Ciudad de México; por ello, poco sentido tiene castigar a la población oaxaqueña mientras tanto.

La Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) estima en más de un millón y medio a los pobladores que sufren la carencia de productos básicos como leche, frijol, maíz y harina. Diconsa no ha podido surtir en los últimos 12 días más de 20 almacenes rurales, de los 30 que hay en todo el estado.

Los perjuicios no son exageraciones gubernamentales para presionar en favor de una solución al conflicto. Las largas filas de personas en tiendas y gasolineras son palpables, constan en las fotografías y en los reportes diarios locales.

La liberación de los cortes a las vías de comunicación que el gobierno federal efectuó la semana pasada pudo ser el detonante de la muerte de ocho personas, según el gobierno; once según la CNTE. Sin embargo, aun si se confirma una desaseada acción de las autoridades, eso no quiere decir que el hecho mismo de desbloquear las vías de comunicación sea un error. Ahora lo estamos comprobando con el desabasto.

Las acciones de la CNTE, deben entender sus seguidores, no afectan en mayor parte a unos cuantos pudientes empresarios hoteleros o a la alta burocracia federal o oaxaqueña. Quienes más padecen son los habitantes que no tienen recursos para ir a otras comunidades a abastecerse de alimentos; quienes no pueden tomar un avión y sortear de esa manera los bloqueos en carreteras.

Así como van las cosas, no puede descartarse, como ha ocurrido en el pasado, un enfrentamiento ya no sólo entre el gobierno y la CNTE, sino entre los afectados por las protestas y los manifestantes. Sería el peor escenario, porque una persona con una piedra en la mano puede desatar, en un arrebato, una escalada en la espiral de violencia.

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