Mala suerte la que tuvo México. Reformó la industria energética justo antes de que el precio del petróleo iniciara una caída en picada hasta llegar, ayer, a uno de sus puntos más bajos en la historia: apenas a 24.75 dólares por barril. Una vez más los imponderables del mercado internacional nos recuerdan que, como dice el dicho, no se deben poner todos los huevos en una misma canasta.

En entrevista con EL UNIVERSAL, José Ángel Gurría, secretario general de la OCDE, organización que agrupa a 34 de las economías más avanzadas del orbe, advierte que nunca más volverá el mundo a ver precios de 100 dólares por barril de crudo, como sucedía apenas a mediados de 2014. Por eso emite la recomendación de que México tiene que diversificar sus fuentes de ingreso.

La Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) coincide con el diagnóstico de precios bajos en las décadas siguientes. En el escenario más optimista del grupo —que concentra a los mayores productores mundiales de crudo como Arabia Saudita, Venezuela e Irán— el valor del barril llegará de nuevo a 100 dólares quizá hasta el año 2040. El reporte, fechado en octubre de 2015, añade que “la mayor reducción en la producción de crudo será en México, debido a que las nuevas reformas en energía no revertirán la tendencia de declinación en el mediano plazo”.

A lo largo de su historia México ha tenido varias oportunidades para despegar en el nivel de bienestar de su población. El obstáculo principal para lograrlo fue el la poca inversión en su recurso humano. Próspero en minería, en hidrocarburos después y más recientemente en exportación de manufacturas hacia Estados Unidos, el país no aprovechó esas crestas para la creación de una clase media educada capaz de desarrollar por sí misma nuevas fuentes de riqueza.

Hay que observar más allá de nuestras fronteras. Corea del Sur era un país más pobre que México hace medio siglo. Sin recursos naturales y con un territorio pequeño su única alternativa fue invertir en educación y nuevas tecnologías. Con el tiempo se convirtió en referente de innovación y creador de marcas globales. Hoy el PIB per cápita sudcoreano duplica al mexicano.

Es una tarea difícil. Tanto que ningún país latinoamericano puede presumir de haberse transformado en una economía avanzada como sí lo han hecho naciones asiáticas como Taiwán o Singapur. Eso no quiere decir que la meta deba considerarse imposible. Ahí donde otros fracasaron, principalmente Brasil, México podría tener éxito si no comete de nuevo el error de creer que la siguiente cresta en los precios de los hidrocarburos le dará para ser próspero por siempre.

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