México le apuesta a acuerdos cada día más esquivos con el gobierno de Trump, pero parece dispuesto a sacrificar a los migrantes centroamericanos en el camino.

En un artículo en El País (28 de febrero, Porqué no todos son México), Laura Chinchilla, ex presidenta de Costa Rica, señaló: pese a la ancestral relación, algo parece haber cambiado en los centroamericanos que no ven en México el vecino cercano del pasado. Añadió la ex mandataria: en el reciente encuentro entre los secretarios de Estado y de Seguridad de México y Estados Unidos, las dos partes coincidieron en indicar que el problema de la migración ilegal tiene su origen en Centroamérica, a la vez que el Ministro del Interior de México reiteró su compromiso de detener el paso de personas de México hacia Estados Unidos.

En la misma fecha, el canciller Luis Videgaray señalaba en el Senado mexicano: Debemos estrechar de manera profunda, real y concreta nuestros vínculos de cooperación, económicos y de inversión con los países centroamericanos. En particular, reconocer que los retos de Centroamérica son de desarrollo, no son retos de control migratorio y, por lo tanto, México debe de tener un compromiso efectivo, particularmente con las tres naciones que constituyen el llamado Triángulo Norte, Guatemala, Honduras y El Salvador, para tener una presencia más activa, una presencia más solidaria en esta región.

Chinchilla dice lo que no se atreven a afirmar los mandatarios en funciones de Guatemala, Honduras y El Salvador: en la era Trump, México seguirá criminalizando la migración y ejerciendo la función de control, detención y deportación de migrantes, de motu proprio o en coordinación con Estados Unidos.

¿Seguiremos con el sellamiento fronterizo hacia el sur mientras protestamos por la construcción del muro en nuestra frontera norte?

El éxodo centroamericano se debe a un coctel explosivo de pobreza y violencia. Los acuerdos de las oligarquías económicas con las cúpulas políticas sustentan la minería a gran escala. La privatización de agua, aire, tierra y bosques generan una gran conflictividad social y expulsan población, que envía remesas desde Estados Unidos, que son recicladas por los súper-ricos hacia paraísos fiscales, sin generar desarrollo alguno a nivel local.

La cooperación mexicana con Centroamérica no debe reforzar estas recetas que resultan en la desposesión y desplazamiento de poblaciones enteras, a las que no se les deja otra opción que huir hacia el norte.

Terminemos con los prejuicios y la discriminación que arrojan una percepción desfavorable sobre los migrantes centroamericanos; desde 2010 ésta sigue al alza, ignorando que el envejecimiento de la población mexicana hará cada vez más necesario el influjo de trabajadores centroamericanos.

Por interés propio, iniciemos el viraje del control migratorio a la cooperación al desarrollo:

a) Adoptando un enfoque de administración de riesgos, que distingue entre personas de buena fe y aquellas de perfil criminal;

b) Abriendo vías para la migración regular y documentada de centroamericanos a México;

c) Becando a jóvenes centroamericanos amenazados por la violencia para que se formen como técnicos y profesionistas en nuestro país.

NB. Doy la bienvenida al nacimiento del movimiento político AHORA, que se propone romper el pacto de impunidad al interior de nuestra clase política. Concuerdo con José Woldenberg: ‘resulta venturoso que una constelación de mexicanos que no se identifica con ninguna de las organizaciones políticas que tienen registro, busque un cauce propio y multiplique las opciones que el elector tendrá en la boleta.’ Los invito a entrar en www.ahora.si, leer, analizar, y si les convence, registrarse. Yo ya lo hice.

Profesor asociado en el CIDE.
@ Carlos_Tampico

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