Chicago, Illinois.— El surgimiento de las plataformas digitales irrumpe en la industria de las comunicaciones y está cambiando los hábitos de las audiencias. Según un estudio citado en la página Digital Trends, en Estados Unidos, los consumidores entre 13 y 24 años consumen 1.5 veces más videos en línea que en la televisión.

Las nuevas generaciones prefieren el acceso “a la carta” de contenidos que consideran relevantes. Igual buscan tutoriales que muestran cómo hacer algo, videos musicales, escenas con gatos y hasta conferencias ofrecidas por premios novel en universidades.

Las nuevas tendencias de consumo de información destruyen el modelo de negocios de quienes hasta hace poco eran los actores hegemónicos. Empresas como Netflix con sus casi 100 millones de suscriptores o Youtube con sus mil 500 millones de usuarios ofrecen una nueva ruta para que las audiencias reciban información y, sin duda, transforman la manufactura de la programación disponible.

Si bien la adopción acelerada de videos en redes sociales como Facebook (que acaba de llegar a los dos mil millones de usuarios) hace más dinámica la experiencia del usuario, también es verdad que las características amigables de estas plataformas contribuyen, sí, a informar pero también a mal informar a quienes las usan.

Falsedades como el meme que aseguraba la aplicación del programa Doble Hoy No Circula en 2017 desató la ira en Facebook, sin saber que era una calumnia. En otras ocasiones los resultados de mentir son mucho más graves. En EU, en días previos a la elección presidencial de 2016, mucha gente vio una nota en sus redes sociales que aseguraba que el papa Francisco apoyaba la candidatura de Donald Trump. El inverosímil titular sirvió para que algunos católicos dieran el beneficio de la duda al hoy infame presidente.

Los mismos atributos que permiten el libre flujo de ideas que difunden talentos que de otra forma hubieran permanecido en las sombras (como la violinista y bailarina Lindsey Stirling), también funcionan como herramienta para quienes manipulan con fines perversos.

Esto plantea el reto de evitar la censura en los medios nuevos pero, al mismo tiempo, demanda que nos eduquemos para discernir la calidad de las fuentes y de la información recibida por esas vías.

La empresa Youtube lanzó un servicio de suscripción de televisión por internet en EU , así como ofrece contenidos originales que mantengan cautiva a su joven audiencia. Por su parte Netflix, con los 6 mil millones de dólares invertidos este año en contenidos originales, busca convertirse en el único lugar donde sus clientes busquen entretenimiento. Ambas proposiciones son atractivas pero dan un gran poder de influir en las mentes de los usuarios.

Como aficionado a la fotografía, la tecnología y el aprendizaje de otras culturas que soy, encuentro útiles los blogs de Tony y Chelsea Northrup que detallan técnicas para producir mejores fotos y videos, me educo sobre energías renovables y vehículos eléctricos en la seria británica Fully Charged y me divierten las aventuras viajeras de los Vaga Brothers.

Aprecio la democratización del conocimiento y el acceso universal a la información. No obstante, debemos permanecer alertas a los esfuerzos para difundir propaganda que radicaliza y manipula a nuestros ciudadanos.

No hay duda que las herramientas de la generación Youtube tienen un potencial extraordinario, pero también debemos prevenir que estos medios de nuestro tiempo se conviertan en instrumento de agendas maliciosas.

Periodista

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