El año pasado, en el período extraordinario de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre el problema mundial de las drogas, la comunidad internacional tomó medidas para impulsar una respuesta colectiva multifacética a toda la gama de problemas asociados al uso indebido y el tráfico ilícito de drogas. En esa ocasión, los gobiernos se reunieron para trazar un nuevo camino a seguir, más eficaz y humano, en el que nadie se quedara atrás.

El periodo extraordinario de sesiones de la Asamblea General marcó un momento transcendental y aportó un plan de acción detallado y orientado al futuro. Todos juntos, debemos cumplir los compromisos que asumimos de manera unánime de reducir el uso indebido y el tráfico ilícito de drogas y los daños que estas causan y de asegurar que el enfoque que aplicamos promueva la igualdad, los derechos humanos, el desarrollo sostenible y una mayor paz y seguridad.

He constatado personalmente que un enfoque basado en la prevención y el tratamiento puede arrojar resultados positivos. Cuando me desempeñé como primer ministro de Portugal, aproveché la flexibilidad que ofrecían los tres convenios internacionales de fiscalización de drogas para adoptar medidas de carácter no penal contra la posesión de drogas para consumo personal. Se asignaron más recursos a la prevención, el tratamiento y los programas de reintegración social, incluidas las medidas de reducción de daños.

Portugal tiene actualmente una de las tasas de mortalidad por consumo de drogas más bajas de Europa. En 2001, la tasa de infección por el VIH entre los consumidores de drogas inyectables de Portugal era la más elevada de la región; desde la implantación de la nueva política, esa tasa y las correspondientes a todas las enfermedades de transmisión sexual han disminuido drásticamente. Las tasas generales de consumo de drogas también se han reducido.

Me enorgullezco de esos resultados y tengo la esperanza de que esa experiencia contribuya al debate sobre la cuestión y aliente a los Estados miembros a seguir buscando soluciones integradas y de base empírica.

El proceso de seguimiento del periodo extraordinario de sesiones de la Asamblea General nos ofrece un marco institucional para aprender de los demás y compartir las mejores prácticas. Es fundamental que examinemos la eficacia del enfoque de la guerra contra las drogas y sus consecuencias en materia de derechos humanos.

No obstante los riesgos y los desafíos que supone enfrentar este problema de escala mundial, considero, y así lo espero, que vamos por el camino correcto, y que juntos podremos aplicar un enfoque coordinado, equilibrado y global que dé lugar a soluciones sostenibles.

Esta sería la mejor manera posible de aplicar las recomendaciones del periodo extraordinario de sesiones de la Asamblea General e influir de manera positiva en la vida de millones de personas de todo el mundo.

Secretario general de la Organización de las Naciones Unidas

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