¿Qué efecto tiene la creciente integración económica de EU con México en la vida de los ciudadanos estadounidenses? Según Donald Trump, ha contribuido a la caída del sector manufacturero de Estados Unidos, el estancamiento de los salarios industriales y la huida de empresas estadounidenses hacia el sur de la frontera.

Muchos de sus conciudadanos —y potenciales votantes— están de acuerdo con él. Si bien su campaña política parece estar en franca implosión en medio de una serie de escándalos y crecientes divisiones en el partido republicano que cada vez más lo alejan de la posibilidad de ganar la elección presidencial, su postura sobre el tratado de libre comercio con México ha tocado fibra con un sector del electorado estadounidense que ha visto decaer la producción industrial del país.

Pero mi colega Chris Wilson, del Instituto México del Centro Woodrow Wilson examina la evidencia y llega a una conclusión muy distinta. En una investigación exhaustiva de los vínculos económicos entre México y Estados Unidos, llamada Creciendo Juntos, encuentra que estos lazos han logrado salvar —y crecer— la industria manufacturera de Estados Unidos.

Sin duda, se están perdiendo empleos en el sector industrial de la economía en general, gracias a la mecanización de procesos que antes requerían mano de obra. Esta ya es una trayectoria de largo plazo, que incrementa la eficiencia de las industrias, pero impacta al número de empleos manufactureros. De hecho, 87% de la reducción de empleos manufactureros se debe a la mecanización de industrias, mientras 13% se debe al comercio y el traslado de fábricas a otros países.

Pero en el caso del comercio con México, la dinámica es profundamente distinta. No sólo es México el segundo importador de productos hechos en Estados Unidos, sino que los dos países manufacturan juntos muchos de los productos que venden al mundo, usando insumos hechos en ambas naciones. Los beneficios para la economía estadounidense son dobles.

Por un lado, cuando una empresa estadounidense invierte en México, también genera empleos en Estados Unidos, gracias en gran parte a los insumos que se utilizan y los procesos industriales binacionales. Por cada 10% de empleos creados por empresas estadounidenses en México, se genera 1.3% más empleo en Estados Unidos también. No es un juego suma cero, sino de beneficio mutuo.

Por el otro lado, la capacidad de empresas estadounidenses de realizar parte de sus operaciones manufactureras en México los mantiene competitivos, así que el costo de los productos que compran mexicanos y estadounidenses es más barato de lo que sería de otra forma. Muchas empresas estadounidenses se han mantenido competitivas en la economía global gracias a la posibilidad de realizar parte de sus operaciones en México. Wilson estima que estos procesos ayudan a crear o preservar casi cinco millones de empleos en EU.

También hay otro factor, que es el de las empresas mexicanas que invierten en Estados Unidos. Empresas como Bimbo, Alfa, Lala, Cemex, Gruma, Carso, Rassini, Femsa, Grupo México, Softtek, Asur y Arca, entre otras, también han puesto sus propias plantas industriales o invertido su capital en empresas existentes al norte de la frontera. Wilson calcula que hay 123 mil empleos de empresas mexicanas en territorio estadounidense, y esto sin contar cientos de miles más de empleos secundarios que existen gracias a esta inversión.

No hay duda que Estados Unidos ha perdido empleo en el sector manufacturero en recientes años —Trump y otros han identificado un problema real, aunque quizás difícil de revertir—, pero la causa de esto no tiene nada que ver con México. Al contrario, el efecto de México en la economía estadounidense ha sido el de asegurar que sus industrias se mantengan competitivas frente al mundo y de crear nuevas fuentes de trabajo. La integración económica entre los dos países, cada vez más intensa, hace que los dos crezcan juntos. Esta es una realidad que debe conocerse más en ambas naciones

Vicepresidente ejecutivo del Centro Woodrow Wilson

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