Como país, México es presa de la misma ficción que Estados Unidos: pensar que sus problemas y sus retos son originales, especiales y únicos en el mundo. Adicionalmente, somos fanáticos de las teorías de la conspiración, como si el gobierno —el que sea— fuera capaz de elucubrar planes maquiavélicos dignos de Ricardo III e implementarlos con una eficiencia digna de Alemania. En realidad, los países no son islas, y lo que sucede fuera del territorio nacional tiene un impacto importante a nivel doméstico y nos sirve como ejemplo para la conducción de nuestras políticas públicas. En 2016 los retos fuera de las fronteras mexicanas tendrán implicaciones importantes para lo que pasa al interior del país, y no es posible entender los desafíos internos fuera de ese contexto.

Un ejemplo es la depreciación del peso. La otra cara de la moneda de un peso débil es un dólar fuerte. Hoy en día el valor del peso tiene poco que ver con las condiciones internas del país y todo que ver con los mercados financieros globales y el ajuste económico en China. Cuando los vientos financieros se tornan turbulentos, los inversionistas buscan seguridad y el dólar sigue siendo la zona de confort —más aún con un aumento en la tasa de interés estadounidense. Varios países con economías generalmente sanas enfrentan el mismo reto que México. Es en estos momentos cuando hay que reconocer la gran labor que ha hecho México en establecer un manejo responsable de la macroeconomía. Este factor sigue siendo imprescindible para poder navegar las aguas globales sin arriesgarnos a que se hunda el barco.

Es común que los mexicanos opinen que su país no va por buen camino, pero si comparas al país con otros de América Latina, México es por mucho el mejor posicionado. En Brasil, la otra economía de peso de la región, la situación es verdaderamente alarmante. Brasil enfrenta una crisis política aguda y su modelo económico proteccionista está mostrando sus límites; la economía se contrajo en más de 3% en 2015 y se espera algo similar para este año. Argentina por fin eligió a un gobierno que buscará su reinserción en la economía global, pero hay mucho qué hacer para componer el rumbo. De hecho, los desafíos en ambos países sudamericanos representan una oportunidad potencial para las empresas mexicanas que podrían comprar barato y expandir sus mercados con una visión de largo plazo.

Un precio de petróleo tan bajo no es buena noticia para México, pero gracias a una menor dependencia del país en los ingresos petroleros, tampoco implica una catástrofe. La situación mundial incentivará a México a seguir adelante con los cambios domésticos tanto en Pemex como en la administración de las finanzas del gobierno, algo que será positivo en el largo plazo. Un país que no ha sabido manejar su riqueza petrolera es Venezuela. La situación actual en Venezuela se vuelve más crítica cada día, donde se vive la escasez de productos básicos, y hasta de papel de baño. Venezuela ofrece una lección importante en contra del populismo desbocado: podrás tener muchos recursos naturales, pero si no los administras correctamente, acabarás en la ruina.

La elección presidencial en EU tendrá un impacto importante en México y en el mundo. Las propuestas de demócratas y republicanos son muy distintas. Si ganan los republicanos no habrá una reforma migratoria y la visión de EU hacia el exterior será aún más aislacionista. Algunos en México consideran que los republicanos representan una opción favorable porque el partido apoya al libre comercio, pero con el fortalecimiento del tea party ya no es así; el populismo de la derecha puede resultar igual de globalifóbico que el de la izquierda. Aquí ofrezco una opinión y una apuesta: le conviene a México que ganen los demócratas, y eso es lo que sucederá. Hasta noviembre sabremos.

Los desacuerdos entre los partidos políticos en EU representan un verdadero freno para la economía global, y el mejor ejemplo de ello es la controversia en EU en torno al Tratado de Asociación Transpacífico (TPP). Cuando el presidente Obama mencionó la gran importancia estratégica de este acuerdo en su último informe de gobierno, los aplausos en el Congreso fueron notablemente escasos. La comentocracia washingtoniana opina que no existe suficiente apoyo para lograr que el TPP sea aprobado por el Congreso este año, lo cual sería una pésima noticia. Sectores clave, como el farmacéutico, esperan poder modificar lo ya convenido, pero dado que es un acuerdo entre doce países, sería muy difícil renegociar, si no es que imposible.


La situación global es incierta y compleja, y en este contexto México no está tan mal parado. Pero eso no quiere decir que no enfrentemos grandes retos y que no haya mucho trabajo por hacer. El país se encuentra ante la oportunidad de consolidar las reformas económicas —entre las que destacan la reforma educativa y la energética— para poder competir con éxito conforme la situación económica internacional empiece a mejorar. No será un año fácil, pero las cosas podrían estar mucho peor. Aprendamos de las lecciones internacionales para escribir con éxito nuestra propia historia.

Directora de McLarty Associates

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