“…un ejemplo a seguir a lo largo de los últimos veinte años… ha sido un referente de cómo desarrollar con éxito sendas trayectorias en la academia, el sector privado y el servicio público. México gana con funcionarios públicos como Luis
Videgaray”. Enrique Ochoa Reza (agradecimiento en tesis de licenciatura en Derecho, 2007).

La noticia no es que Enrique Ochoa, director de la CFE hasta la quincena pasada, haya sido elegido presidente del PRI. La verdadera noticia es que el Señor de Los Pinos sigue tomándole parecer a Luis Videgaray en las grandes decisiones.

Videgaray fue clave para ubicar en el primer círculo a José Antonio Meade, Aurelio Nuño, Fernando Aportela, Julio Alfonso Santaella, entre otros, e incluso, para convertir en candidatos a la gubernatura a figuras opacas como Baltazar Hinojosa, el que perdió Tamaulipas.

Ahora, con la unción de Ochoa Reza, el tricolor exhibe la plena vigencia de prácticas arcaicas:

1) El dedazo. Como ha ocurrido, al menos, desde los días del general Lázaro Cárdenas, corresponde al presidente de la República (priísta) la facultad de escoger a quien encabece formalmente a su partido. La diferencia es que esta vez no tomó en cuenta la militancia, la experiencia electoral ni la carrera política; Ochoa es (casi) un extraño en casa.

2) El descubrimiento de sus excepcionales talentos. ¿Cómo es que no lo habían notado? De pronto, los jefes de los viejos sectores y los pastores de las bancadas —lo mismo Carlos Aceves del Olmo, secretario general de la CTM o lo que queda de esta antigua central obrera que Emilio Gamboa, coordinador de los priístas en el Senado— encuentran en Ochoa al “hombre indispensable”.

3) La cargada. A partir de ese momento, los dirigentes de los comités directivos en los estados publican desplegados a página entera expresando su respaldo total “al que necesitaba el Partido” y los escribanos al servicio del poder lo ensalzan sin recato.

4) El ritual. Enrique Ochoa emprende “la visita de las siete casas”: acude al edificio que se ubica en la Plaza de la República, convertido en mauseoleo a don Fidel Velázquez, también a la sede de la CNC que, aunque usted no lo crea, todavía existe, a la del sector popular, al Movimiento Territorial y a la organización de los jóvenes priístas. Todo igual que antes, incluyendo el primitivo sonar de las matracas.

Aunque hay testimonios de que Ochoa, al comparecer ante la Comisión de Gobernación de la Cámara de Diputados como aspirante a consejero del IFE, juró que no militaba en el PRI (el 21 de octubre de 2010) y el estatuto exige una militancia fehaciente de diez años, el ya elegido difunde una credencial firmada por Luis Donaldo Colosio que lo acredita como priísta desde los 19 años.

Ocho Reza no tiene experiencia alguna en campañas electorales ni ha ocupado un cargo de elección popular, pero tiene una condición indispensable: es hombre de la confianza del Presidente. Además, cuenta con una sólida formación académica y, según se dice, es capaz de argumentar y debatir; va a defender las “reformas estructurales” y la gestión del presidente Peña, el “principal activo del PRI”, según dice, aunque apenas alcance un 29% de aprobación pública.

El PRI vive uno de sus peores momentos: además del rotundo fracaso del 5 de junio, tiene los más altos niveles de rechazo. Según recientes sondeos, cuatro de cada diez entrevistados “nunca” votarían por el partido gobernante, y no les falta razón: a unos días de dejar su encargo, los gobernadores priístas de Veracruz, Chihuahua y Quintana Roo siguen haciendo de las suyas… y las bendiciones de las reformas estructurales nomás no llegan.

La primera prueba para el nuevo líder serán las elecciones del año próximo y, sobre todo, la del Estado de México. Una derrota allí podría abrir la puerta al sexto líder nacional del PRI en seis años, todo un récord.

La verdadera noticia de la designación de Enrique Ochoa es, pues, que su padrino y tutor, Luis Videgaray, se mantiene contra viento y marea como el candidato in pectore del presidente Peña.

Presidente de Grupo Consultor Interdisciplinario.

@alfonsozarate

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