“Un pueblo siempre tiene el derecho de revisar, reformar y cambiar su Constitución. No puede una generación sujetar a sus leyes a las generaciones futuras”. Constitución de Francia 1793, Artículo 28.

En muchas ocasiones, de hace más de 20 años a la fecha, de manera personal y en redes sociales, me han cuestionado cuál era el objetivo de la lucha por una reforma política para el entonces Distrito Federal. La respuesta está en una palabra clave que fue mencionada en los discursos del día de ayer: revitalizar.

Con la reforma política revitalizamos a la Ciudad de México. Damos una nueva oportunidad de vida, de esperanza y fuerza a nuestra Ciudad y a quienes la habitamos.

Como he señalado ya, la Reforma Política no es sólo cambiar de nombre de Distrito Federal a Ciudad de México, es la culminación de más de 20 años de lucha y trabajo no sólo de partidos políticos, sino de miles de ciudadanos capitalinos que buscamos que nuestra ciudad fuera reconocida como una entidad federativa, con verdadera autonomía y con una Constitución que consolide la identidad de todas y todos los capitalinos.

Es por eso que esta reforma política no es de unos cuantos, no es de los políticos ni de sus partidos, no es una ocurrencia del aquí ni del ahora. Es el fruto de las miles de voces que, como bien señaló el senador Roberto Gil Zuarth, han exigido la pluralidad, la descentralización del poder y la democratización de nuestra vida pública en las calles de nuestra Ciudad de México. Es, en este proceso, en donde se gestó la larga lucha por la autodeterminación política en la Ciudad de México y que con la promulgación dio un nuevo paso.

Llegar a este momento y ver concluido el trabajo constante de grandes luchadores sociales y políticos como Porfirio Muñoz Ledo, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano e Ifigenia Martínez, entre otros grandes ideólogos de nuestra reforma política, nos lleva inminentemente a pensar que detrás de la anhelada promulgación, como afirmó el jefe de Gobierno capitalino, Miguel Ángel Mancera, se encuentran el trabajo coordinado en donde se dejaron de lado agendas personales y posiciones sectarias. Donde se convocó al trabajo a todos, y donde se dio cuenta de uno de los mayores ejercicios de suma de voluntades para alcanzar la meta.

Una vez promulgada la reforma política entramos en una nueva etapa, en un proceso Constituyente. Ahora, deberemos participar para definir cuál es la ciudad que queremos, para nosotros y para las generaciones futuras. Un proceso en el que decidiremos cuáles derechos queremos mantener, cuáles obligaciones, así como nuestro modelo de organización política.

Una Constitución para la Ciudad de México permitirá que nosotros, los capitalinos, no quedemos excluidos en la configuración de los poderes públicos que deben administrar y resolver los problemas que a todos nos involucran en nuestra ciudad. En nuestra Constitución, nuestra carta de derechos para todas y todos los capitalinos, quedarán plasmadas las libertades con las que viviremos, y los derechos por los que, por generaciones, hemos luchado.

Si bien la Ciudad seguirá siendo la sede de los Poderes de la Unión, la Capital de los Estados Unidos Mexicanos será también el hogar de millones de capitalinos quienes ahora, gracias a la reforma política, estaremos en mejores condiciones para participar de manera democrática en la solución de los problemas y retos que representan vivir en esta gran Ciudad de México.

Con la promulgación de la reforma política despedimos al Distrito Federal, como una etapa en la que fueron sembradas las bases para la refundación de la ciudad con la que siempre soñamos. Bienvenida sea entonces la Ciudad de México, corazón de la República mexicana y, no por casualidad, latiendo fuerte del lado izquierdo del país.

Secretaria de Educación de la Ciudad de México

@Ale_BarralesM

www.alejandrabarrales.org.mx

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses