Un día después de que tomó juramento como nuevo presidente de los consejos de Estado y de Ministros de Cuba, recibió una llamada telefónica del presidente mexicano, Enrique Peña Nieto , quien lo felicitó por su elección parlamentaria.

Peña Nieto reiteró la disposición de nuestro país para profundizar el diálogo político , la cooperación y los intercambios comerciales y de inversiones con el vecino del Caribe.

Aparte del lenguaje diplomático cuidadosamente elaborado, la breve conversación protocolaria entre Peña Nieto y Díaz-Canel destaca la relevancia de una antigua, rica y multifacética relación que se remonta a la época colonial y que ha sido fructífera en ambos lados del Canal de Yucatán para extender su influencia y, quizá de forma más importante, para equilibrar su trato siempre difícil con Estados Unidos .

La historia nos brinda numerosos ejemplos de esta fructífera relación mutua con una dimensión multilateral, como ocurrió en plena Guerra Fría en 1962 —el año de la Crisis de los Misiles en Cuba—cuando México fue el único país latinoamericano que se opuso a la expulsión de La Habana de la Organización de Estados Americanos ( OEA ) virtualmente ordenada por Washington o cuando el gobierno cubano dio su respaldo e influencia política al proceso de paz entre las guerrillas y los regímenes derechistas de Guatemala y de El Salvador , lanzado en 1983 mediante los auspicios del Grupo Contadora promovido por México , Venezuela , Colombia y Panamá .

Ciertamente, también hubo pasajes oscuros de tensiones ideológicas, de animosidad personal e incluso de humor involuntario, que podríamos resumir con la desafortunada frase “ comes y te vas ”, expresada en 2002 por el entonces presidente Vicente Fox a Fidel Castro durante la Conferencia de Naciones Unidas para el Financiamiento al Desarrollo en Monterrey, a fin de evitar cualquier encuentro entre el líder cubano y el presidente de Estados Unidos, George W. Bush .

Un par de años después fue expulsado del país el embajador cubano, Jorge Bolaños , y la Secretaría de Relaciones Exteriores ( SRE ) retiró a la embajadora mexicana en La Habana, Roberta Lajous , para marcar el momento más bajo de la relación bilateral.

Cancelación de la deuda

En los últimos años, sin embargo, la situación ha mejorado notablemente; ambas naciones tienen un acuerdo de libre comercio— México es el quinto socio comercial de Cuba —y debe reconocerse el esfuerzo desplegado por el saliente mandatario mexicano, Enrique Peña Nieto, para normalizar y fortalecer los lazos de amistad y cooperación, simbolizados por su visita de Estado a la isla en 2014 , así como por el acuerdo para cancelar USD $340 millones ( 70% del total ) de su deuda con México .

Asimismo, durante la administración de Peña Nieto se han reducido los peores temores regionales sobre una crisis humanitaria y agitación en Cuba tras el fin del gobierno de los hermanos Castro , gracias a la ordenada transición del mes pasado en La Habana.

Si el futuro le pertenece a Díaz-Canel y las generaciones posrevolucionarias más jóvenes, corresponderá al nuevo presidente poner en marcha los cambios económicos, políticos y sociales que requiere el pueblo cubano, sin poner en riesgo la red de seguridad tejida con gran sacrificio desde 1959 .

El futuro también reserva oportunidades para México, un país especialmente bien situado debido a razones históricas, culturales y geográficas para aprovechar el potencial íntegro de sus relaciones con Cuba.

Una Cuba amistosa, estable y próspera puede ser la clave para un involucramiento más productivo de México en la cuenca del Caribe, nuestra llamada “tercera frontera”, que demanda una estrategia diplomática y comercial a largo plazo, amplia y dinámica, que vaya más allá de la participación formal en foros regionales como la Asociación de Estados del Caribe ( AEC ) y la Comunidad del Caribe ( Caricom ).

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