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Impunidad, corrupción, inseguridad y bajo crecimiento de la economía son los cuatro problemas que más aquejan al país y resolverlos no es cosa de una sola persona, dice Sergio López Ayllón, director del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE).

En entrevista con EL UNIVERSAL, explica que quien gane la Presidencia de la República en la elección de julio próximo deberá trabajar de manera coordinada con el Congreso de la Unión y el Poder Judicial, y asumir que la obtención del cargo no se dio por unanimidad, puesto que nadie logrará 60% de los votos.

Enfatiza que instituciones como el CIDE, la UNAM, el IPN y El Colegio de México pueden aportar conocimiento e ideas para que en el contexto electoral el debate “no sea superficial y de ocurrencias, sino que contenga información y pueda generar políticas públicas responsables”.

Confía en que la contienda electoral se realizará de manera transparente y legítima, y que el pleito político no será el protagonista. Sobre una posible alternancia política en la Presidencia, considera que los mexicanos estamos preparados y “lo que necesitamos es una alternancia exigente que produzca un cambio”.

El mayor reto, afirma, no se encuentra en la aceptación de una alternancia, sino en la de una democracia que requiere construir consensos. “Es una forma de gobierno en la que nadie se lleva todo; el riesgo, y es obvio, es que ante esa realidad se quiera actuar con autoritarismo, volviendo a tener condiciones de gobernanza que ya no existen en el país”.

Expone como ejemplo los desfalcos a las arcas públicas de diversas entidades federativas: “Es a nivel estatal donde no hemos podido construir condiciones de una alternancia efectiva. Hoy estamos sufriendo las consecuencias en estados donde los controles democráticos no funcionaron y tuvimos excesos de todos los partidos en la gobernanza. Dicho de otra manera, el problema del país no está en el gobierno federal, sino en la incapacidad de generar gobernanza democrática en entidades federativas  y en las ciudades”.

Como director del centro de investigación se compromete a que el CIDE siga siendo una institución de vanguardia “que tenga incidencia, rigor, credibilidad y siga formando cuadros de alto nivel que tengan un compromiso social basado en méritos y sean líderes que puedan transformar el país”.

¿Cuál es el panorama de México frente a las próximas elecciones?

—Pienso que el país enfrenta un momento complejo por el divorcio a nivel mundial entre la clase política y las promesas de la democracia, por ese desencanto que existe entre la población, frente a la política y la democracia.

El problema que enfrenta el país es que no hay respuestas claras y contundentes. Creo que lo que tenemos que hacer es volver a conectar, encontrar una articulación, un diálogo entre política y sociedad, asumir que tenemos muchos problemas por resolver, pero que esto no lo hará en ninguno de los casos una sola persona.

No importa quién gane la Presidencia, no podemos seguir con esa visión de que el Presidente lo puede todo. Vivimos en un país en el que la Presidencia es muy importante, pero debe trabajar con el Congreso y el Poder Judicial. Tenemos un gran camino por recorrer para corregir los problemas que aquejan a la República como la impunidad, la corrupción, la inseguridad y el bajo crecimiento económico.

A estos problemas tenemos que entrarle de fondo y ahí es donde las instituciones como el CIDE, la UNAM,  el IPN y el Colegio de México podemos aportar conocimiento e ideas para que el debate no sea superficial y de ocurrencias, sino uno que contenga información y pueda generar políticas públicas responsables. Esto es cierto para todos, para los seis candidatos que hay.

¿Qué sucederá en la elección?

—En este momento es impredecible, faltan muchos meses y en política es mucho tiempo. Hay muchas variables, algunas internas y otras externas. Es muy difícil hacer un pronóstico, si bien las encuestas marcan una tendencia clara, que entren independientes modifica las coordenadas y así va a seguir sucediendo.

Lo importante es que confiemos en que serán elecciones en las que los votos cuenten, en las que la decisión que tome la mayoría de los mexicanos sea clara y podamos confiar en ella. Que quien gane entienda que no llegó por unanimidad, sino con una parte de los votantes y la otra parte debe ser incluida en el proyecto.

¿Cuáles serán los retos en este proceso electoral?

—El reto es que sea un proceso legítimo y confiable. Añadiría que sea uno con ideas y propuestas, no con ocurrencias o mero  pleito político.

¿Cómo lograr que la ciudadanía confíe en este proceso?

—Con transparencia en las instituciones electorales. Son ellas las que nos deben generar esa confianza al informar, comunicar y rendir cuentas. Va a ser muy importante tener resultados confiables rápido y que se construyan condiciones que permitan que los candidatos acepten el resultado de la elección.

En cuanto a los electores, ¿qué es lo más complicado?

—Elegir. He escuchado que la gente dice: “No sé por quién votar, no tengo confianza en ninguno de los candidatos”. Esto tiene que ver con ese divorcio entre el discurso político y la sociedad.

El discurso político no le está hablando a la sociedad y esto lo quiero subrayar, no sólo estoy hablando de la Presidencia, porque es lo más visible, pero tenemos elecciones de gobernadores, senadores, diputados y municipales. Es todo eso.

¿Qué tan preparado está México para una posible alternancia?

—Creo que México está preparado. Ya la hemos tenido. Lo que necesitamos es una alternancia exigente que produzca un verdadero cambio.

¿Cuáles serían los riesgos que viviría el país ante una alternancia política?

—El riesgo no deriva de la alternancia, sino de la pluralidad política del país. Nadie va a ganar con 60% de los votos y tenemos que aprender a vivir en esta condición propia de la democracia. Se  requiere construir consensos. La democracia es una forma de gobierno en la que nadie se lleva todo; el riesgo, y es obvio, es que ante esa realidad se quiera actuar con autoritarismo, volviendo a tener condiciones de gobernanza que ya no existen en el país.

Esto lo vemos en los estados. Es en ese nivel donde no hemos podido construir condiciones de alternancia efectiva, tan es así que hoy estemos sufriendo consecuencias de estados donde los controles democráticos no funcionaron y tuvimos los excesos de todos los partidos en la gobernanza. Dicho de otra manera, el problema del país no está en el gobierno federal, sino en la incapacidad de generar gobernanza democrática en entidades federativas  y en las ciudades.

¿En este proceso electoral hay una apertura política?

—Creo que si se confirma que tenemos tres independientes, es buena noticia; les toca a ellos mostrar que son independientes y que son capaces de articular una propuesta distinta y viable. Es una buena noticia que haya independientes.

¿Hay piso parejo para ellos?

—Como están construidas, las reglas no generan condiciones de piso parejo y ahí hay un tema por resolver. Debería haber condiciones de piso parejo pero tenemos que seguir avanzando, es la primera vez que tenemos independientes. Veamos cómo funciona y ya se ajustarán las reglas.

Este sexenio se implementó una serie de reformas constitucionales, ¿cuáles se consolidaron?

—Consolidar como tal, ninguna. Esto porque todas son estructurales y requieren continuidad. El mejor ejemplo es la educativa, puesto que es un proyecto que no es de un sexenio. La reforma energética es un camino trazado que empieza a mostrar resultados. Mientras que las políticas no producen resultados de un día al otro, ojalá que las campañas políticas pudieran poner esta pregunta en la mesa.

Creo que uno de los grandes problemas del país es reinventarlo cada seis años. Sabemos que uno de los candidatos ha dicho que quiere acabar con las reformas, pero no sabemos a dónde quiere ir y los otros las quieren mantener, pero no han dicho cómo las evalúan.

¿Las reformas estarían en riesgo en caso de una alternancia?

—Todas las reformas implicaron modificaciones constitucionales y legales, cambiarlas implicaría en el Congreso un debate que será dividido y sin mayoría, y habrá que redebatirse. Eso está muy bien si se hace en ese marco institucional, por eso digo que ningún candidato podrá hacer todo lo que dice como presidente porque antes tendrá que pasar por el Congreso.

¿Qué hay del sistema de justicia?

—¡Uy!, es el gran pendiente, ahí más que cambios normativos se requieren políticas de implementación mucho más sólidas, robustas y de largo tiempo.

No es sólo el sistema de competición de justicia, esto tiene que incluir la reforma de las policías, la implementación del nuevo modelo procuratorio, reforzar el nuevo sistema acusatorio y el sistema penitenciario. Si no entendemos que son cuatro eslabones que deben articularse, no tendremos grandes resultados.

Es un gran reto para el país y ojalá que sea prioridad para los candidatos. En esta lógica el CIDE, el Inacipe [Instituto Nacional de Ciencias Penales] y la UNAM hicimos un estudio y tenemos una propuesta de cómo avanzar.

Explicamos que se debe pensar que el  nuevo modelo no es el cambio. El fiscal es importante, pero es lo de menos. Lo valioso es reestructurar completamente el cómo operan las procuradurías, no sólo la PGR, sino todas las procuradurías o fiscalías estatales en una nueva estructura que permita modelos adecuados cuando lleguen los casos al sistema acusatorio.

¿Qué opina acerca de la violencia?

—Es un problema gravísimo en el país, multicausal y que no es igual en todo México. Tenemos que hacer algo rápido y contundente para contener la violencia. No hay receta mágica ni bala de plata, la violencia y la corrupción son los factores que están erosionando la cohesión social y la credibilidad en las autoridades. Hay que reconstruirlas.

Sobre su reelección como director del CIDE, ¿cómo fue el proceso?

—Es un proceso que está regulado por el Estatuto General del CIDE y que implica que la comunidad identifique candidatos al puesto; en segundo lugar, hay un proceso de auscultación interna y luego un proceso de auscultación externa. Estos elementos se ponen en la mesa del director general del Conacyt, quien toma la decisión y tiene que presentar director.

Como el CIDE es una institución plural, es normal que estos procesos sean competidos, que haya diferentes puntos de vista, lecturas y cierta visibilidad. Es normal que se generen rumores, creo que lo más importante es que el proceso está diseñado bajo la condición del Conacyt.

En cuanto a lo complicado del proceso, hubo rumores. En este contexto electoral es muy fácil que existan, pero la madurez de la comunidad mantuvo este proceso como interno, así lo condujo Conacyt y logramos el mejor resultado porque nos permite seguir trabajando bajo la misma lógica que se ha hecho.

¿Cómo mantener al CIDE como referente en investigación y docencia?

—Debemos mantener estándares de alta calidad en la producción de investigación  y recursos humanos, esto supone que el CIDE tiene que mejorar los mecanismos de evaluación de todas sus actividades.

La fuerza de la institución y su credibilidad se deben a que tiene procesos de producción con evaluación y el espacio de libertad de una institución académica como el CIDE.

¿Qué retos enfrenta en esta segunda administración?

—Preparar al CIDE para que sea una institución de vanguardia con incidencia, rigor y credibilidad, que siga formando cuadros de alto nivel con un compromiso social basado en méritos y que sean líderes que puedan transformar el país.

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