De acuerdo con datos generados por la(CONAFOR), en 2022 hubo, en promedio, 20 incendios al día; y en 2023 también, pues se registraron 7 mil 611.

Desde enero hasta el 2 de mayo de 2024 se presentaron, en promedio, 28 incendios al día (3 mil 517 en total), ocho más que el año anterior. Sin embargo, si se compara el mismo periodo del año pasado con el de este año, el panorama era peor en 2023, con 38 incendios al día (4 mil 774 en total).

En cuanto a las por estos incendios, en 2023, el promedio diario fue de 2 mil 869 (un millón 47 mil 493 en total; y desde enero hasta el 2 de mayo, de 2 mil 864, con 352 mil 297 en total), y este año, en el mismo periodo, descendió a mil 472 (179 mil 849 en total).

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“Con todo, si las condiciones meteorológicas imperantes hasta ahora (precipitación escasa, sequía extrema y temperaturas altas) persisten, es probable que el número de incendios supere este año el que se registró en 2023”, dice Lilia de Lourdes Manzo Delgado, investigadora del Laboratorio de Análisis Geoespacial del Instituto de Geografía de la UNAM.

Este año, uno de los incendios más fuertes ha sido el de la región de Los Chimalapas, en Oaxaca, donde, según las autoridades, después de 33 días (del 24 de marzo al 26 de abril), el fuego destruyó cerca de 34 mil hectáreas.

“Habría que estar atentos a ver qué pasa durante lo que resta de mayo, porque la temporada de incendios va de febrero a junio, principalmente en las regiones centro y sur sureste, pero los meses con el mayor número de incendios y hectáreas afectadas son abril y mayo. Insisto: si la precipitación escasa, la sequía extrema y las temperaturas altas persisten, estos siniestros podrían seguir presentándose en regiones importantes del país”, comenta Manzo Delgado.

Temporadas críticas

La temporada de incendios de 1998 y la de 2011 eran consideradas dos de las más críticas de las últimas décadas; sin embargo, la afectación que trajo la del año pasado fue superior a la de esos años.

Por lo que se refiere a la década 2010-2019, 2011, 2017 y 2019 fueron años con temporadas de incendios críticos.

Ya en esta década, el número de incendios en 2020 no fue tan importante, pero en 2021, 2022 y 2023 creció con respecto al año anterior, y si las condiciones meteorológicas actuales no varían, la superficie de afectación podría ser igual a —o un poco mayor que— la de 2023, o sea, la tendencia al alza continuaría.

“En relación con 2024, ya se preveía que marzo iba a ser un mes con un riesgo de incendios muy grande, lo cual se confirmó porque durante ese mes se presentaron varios, incluso en algunas regiones donde no es tan común que se presenten, por ejemplo, Veracruz, las cercanías de Acapulco y algunos lugares de Puebla e Hidalgo”, añade la investigadora.

Intencionales

De acuerdo con las autoridades forestales, entre 27% y 30% de los incendios en México son intencionales; 25% están asociados a quemas agropecuarias que se salen de control y el resto se desata debido a la precipitación escasa, a la sequía extrema y a las temperaturas altas.

En lo que va de este año se han registrado incendios en el Estado de México, Oaxaca, Chiapas, Jalisco, Nayarit, Zacatecas y Yucatán, y, de manera excepcional, en Veracruz, Puebla e Hidalgo.

“A veces se reporta el número de incendios, pero no así la superficie de afectación. Entonces debemos ser cuidadosos, pues una cosa es el número de incendios reportados y otra el número de hectáreas afectadas. También es fundamental establecer si los incendios afectaron sólo pastizales y matorrales, o también zonas boscosas”, explica Manzo Delgado.

Asimismo, hay que tener en cuenta que las personas que combaten los incendios son las que, en un primer momento, efectúan un estimado aproximado de las hectáreas afectadas. Pero el número de éstas puede modificarse cuando se hace una cuantificación más precisa con otros recursos, como imágenes satelitales.

“Por otro lado, yo puedo suponer que los medios de comunicación siguen oportunamente estos eventos y que, de algún modo, esto está influyendo en las personas para que hagan un uso más consciente del fuego y formen parte de los planes de prevención de incendios.”

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¿Qué hacer?

¿Qué se puede hacer para tratar de contener los incendios en el país y así evitar que se pierdan cientos de miles de hectáreas de pastizales, matorrales y, sobre todo, bosques?

“Ante la precipitación escasa, la sequía extrema y las temperaturas altas, mis colegas y yo, como expertos en monitorear incendios en el Laboratorio de Análisis Geoespacial del Instituto de Geografía de la UNAM, necesitamos estar muy atentos para ver dónde se presentan”, responde la investigadora.

En cuanto a las autoridades, deben planear bien la distribución de sus recursos económicos y contribuir a que las brigadas contra incendios lleguen con rapidez a los lugares donde sean requeridas.

“De hecho, sé que están cumpliendo con su tarea. La CONAFOR, la Comisión Nacional de Áreas Protegidas y otras dependencias gubernamentales brindan un apoyo invaluable en la lucha contra los incendios. No obstante, es necesario que tanto las personas que se dedican a preparar sus tierras de cultivos con quemas agropecuarias como los paseantes que salen de día de campo y dejan una fogata mal apagada o tiran un cigarro aún encendido hagan un uso más consciente del fuego bajo estas condiciones extremas que vivimos hoy en día.”

Regeneración de bosques

¿Cuánto tiempo tarda un bosque quemado en regenerarse? Depende de las especies afectadas, del grado de afectación que hayan sufrido y del cuidado y de la conservación que se le preste, pero se puede afirmar que, en promedio, de 15 a 20 años.

“Hace poco, mis colegas y yo visitamos la Selva del Ocote, en Chiapas, que fue arrasada por un incendio muy severo en 1998 y, al recorrerla, los pobladores, los que viven ahí y están atentos a la regeneración de esa área, nos dijeron que, después de más de 20 años, algunas partes del bosque empiezan a verse como se veían antes de 1998. Claro, los bosques templados resisten el fuego un poco más, porque dependen de él para la germinación de muchas semillas.”

En opinión de la investigadora universitaria, es imprescindible darle seguimiento al fenómeno de los incendios porque, a consecuencia del cambio climático, las temporadas críticas son cada vez más frecuentes, y hacer más estudios para saber con qué recurrencia se presentan los incendios en determinadas áreas.

“En México, la investigación de los últimos 20 años en torno a los incendios es considerable, pero falta más para descubrir, por ejemplo, si los combustibles forestales (material leñoso, hojas, ramas…) aportan un elemento que no se ha contemplado en la aparición de un incendio y, por lo tanto, tiene que haber un control de ellos”, concluye Manzo Delgado.

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