Las imágenes de escritores como Herta Müller, Margo Glantz y Gonzalo Rojas, que forman parte de una exhibición del fotógrafo Javier Narváez, cuelgan de las paredes de la; crean atmósfera entre ejemplares propios, hechos por las cerca de 30 personas que trabajan en el proyecto, y volúmenes de sellos latinoamericanos distribuidos en el local que, desde hace 15 años, se ubica en el número 477 de la avenida Miguel Ángel de Quevedo.

Los devotos del libro, no sólo en la Ciudad de México, sino en todo el país, saben que tanto la librería como el sello editorial son un referente en materia literaria, humanística y académica. En conjunto, el proyecto es un ejemplo ineludible del tesón necesario para vivir una vida alrededor del mundo de los libros. Hoy, en el , contamos su historia.

Fue en 1950 cuando Manuel Bonilla, padre de Juan Luis Bonilla, director de la librería y fundador de —Bonilla Artigas Editores—, abrió el local. Manuel fue una de las personas que se refugió en México, tras la Guerra Civil Española, y cuyo paso dejó una estela, visible aún, en la cultura del país. Era 1947 y tenía 28 años. No le era ajeno el mundo del libro y la edición; trabajó en imprentas y tuvo bibliotecas a cargo.

Lee también:

“Era un negocio familiar. Cuando le preguntas a las personas acerca de la Librería Bonilla, particularmente se acuerdan de mi mamá porque ella se encargaba de la librería que estaba en Ciudad Universitaria. Era un poco obligación familiar trabajar en la librería, mis hermanos y algunos primos trabajaron aquí”, cuenta Juan Luis, quien subraya que en 2025 la librería cumplirá 75 años.

En el lapso en el que Manuel arribó al país y decidió abrir la librería, pasaron tres años que le sirvieron para comprender un importante proceso de desarrollo de infraestructura que estaba sucediendo; entendió que dicho desarrollo implicaba, a la par, una alta demanda de información, y en un México hoy inexistente, difuminado por el paso del tiempo, sólo mediante los libros podía accederse al conocimiento. Manuel empezó a importar libros técnicos y científicos y, después de la experiencia adquirida con el trabajo independiente fundó una librería especializada en libros técnicos y científicos, cuenta Juan Luis.

A finales de los 80, Juan tomó el negocio: priorizó el contenido de carácter humanista sobre el científico, pero sin dejar el material académico Foto: Carlos Mejía El Universal
A finales de los 80, Juan tomó el negocio: priorizó el contenido de carácter humanista sobre el científico, pero sin dejar el material académico Foto: Carlos Mejía El Universal

Su primera sede estuvo en el corazón de la ciudad, sobre la calle de Bolívar; luego se mudó a Donceles y de allí a Río Tíber. Le siguieron las sucursales de Ciudad Universitaria, de la Iberoamericana. Una más en la calle de Sinaloa en la Roma, donde permaneció como librería científica y técnica, y otra sobre avenida Universidad, frente a la entrada de la UNAM.

En agosto cumplirán los ya mencionados 15 años en la sede actual. “Parece que fue ayer”, dice Juan y precisa que el nacimiento de la editorial sucedió prácticamente el mismo tiempo, un año antes, en 2008. El desarrollo de la librería, es paralelo, a través del tiempo, a los momentos convulsos, entre la estabilidad, el cambio y la crisis, que experimentó México en la segunda mitad del siglo XX. Fue un asunto complicado, continúa, mantener la librería, en la década de los 80. El temblor del 85 fue un parteaguas que llevó a muchos libreros a tirar la toalla, cuenta, y el auge de la fotocopia se volvió necesario para los estudiantes. No es un secreto que las crisis nacionales fueron largas y diversas. Para sobrevivir era fundamental, entonces, abordar nuevas estrategias y adaptarse al terreno. La distribución de libros comenzó en 2005 con títulos académicos editados en España y Argentina. “No queríamos que necesariamente fueran fondos exclusivos que nos permitieran sobrevivir en el mercado”. Tras el temblor del 85 para el que nadie estaba preparado, recuerda Juan, surgen varias cosas en el horizonte: por su parte, para sobrevivir, el librero compite con el editor y vende directamente; las ferias del libro también comienzan a surgir y un par de décadas después las grandes cadenas de librerías comerciales cobran fuerza. Juan coincide en que la tradición de las librerías independientes justo ha sido trasladada por un puñado de franquicias que no es necesario enlistar.

En el 85, el inmueble donde estaban era el de la calle de Sinaloa y el edificio se viene abajo. La librería sostenía el primer piso. “Teníamos que salir de ahí, por supuesto. Entonces, nos fuimos y nos quedamos básicamente en Avenida Universidad”.

Durante la pandemia, el negocio se adentró al mundo digital, pero hoy,
dice Juan Luis, el libro físico se vende mucho más. Foto: Carlos Mejía El Universal
Durante la pandemia, el negocio se adentró al mundo digital, pero hoy, dice Juan Luis, el libro físico se vende mucho más. Foto: Carlos Mejía El Universal

No faltó mucho para otro momento difícil. En 1986, Manuel enfermó de cáncer y experimentó un proceso complicado. Falleció en 1989 y, a partir de esos últimos años críticos, Juan tomó la batuta del proyecto hacia una nueva era. Priorizó para empezar el contenido de carácter humanista sobre el científico, sin dejar de lado la gran plataforma del material académico. En 1991 abrió una librería en la calle de Francia, pero el mercado era complejo entonces —dice, sin entrar en detalles. Su ánimo no cayó y se arriesgó a abrir otras librerías en Universum, en la Universidad de las Américas, en la calle Chapultepec, en el campus Santa Fe del Tec de Monterrey y en sus dos campus de Cuernavaca. Una más en Chamilpa, cerca de la Universidad Autónoma de Morelos vio la luz, pero la inseguridad orilló al cierre del proyecto, aunque el trabajo de distribución es latente en dicha ciudad.

Lee también:

“Nosotros siempre nos hemos dedicado a atender al público universitario. La manera en la que adquieren libros los universitarios ha ido cambiando”, explica y da pie para hablar de algo fundamental en la historia: el objetivo del sello editorial que es, en otras palabras, el afán de difundir en el extranjero y, principalmente, en el ámbito hispano, el conocimiento especializado que se genera en México. El entendimiento, además, de Bonilla como un proyecto de vida, plan maestro y obra integral cuyo nicho principal es también la generación de conocimiento en las universidades. 16 años han dado frutos muy loables para un proyecto independiente: más de 500 títulos a la fecha, entre los que destacan Viaje a México, de Adolfo Castañón, que ganó el Premio Xavier Villaurrutia en 2009; Letra y metralla: cultura y política durante los periodos de conflictos armados en México y Centroamérica (1910-2020), de Sophie Esch (Premio Iberoamericano Book Award 2023), y La caída del Imperio Otomano y la creación de Medio Oriente, que coordinó Carlos Martínez Assad y del que Juan Luis celebra su tercera edición.

Un detalle conmovedor que recuerda es que su madre, Elisa Rius Azcoita, quien murió de 94 años en 2020, en pleno confinamiento, trabajó en la librería desde siempre. Justo la crisis del Covid, señala, fue un punto tenso debido a la falta de apoyos. Y aún no terminan de recuperarse de ésta. Pero la voluntad, la perseverancia, la capacidad de mantenerse de pie y adaptarse permiten que el proyecto siga en buen puerto. Toma un ejemplo: el mundo digital fue un barco al que decidieron subirse y que en la pandemia tuvo buenos resultados, aunque el libro físico, hoy, se vende mucho más.

Existe una especie de asunto glamuroso que ha tenido que dejar de lado y que es la prueba de que se puede vivir del mundo editorial. Hay quienes lo critican, cuenta, por ser el dueño y trabajar hasta las 11 de la noche o pasar horas en las bodegas cargando cajas; por hacer la talacha dura y negociar con universidades, expandir su distribución al interior del país. Es posible, cuenta, pero requiere de mucho trabajo y entrega.

Únete a nuestro canal ¡EL UNIVERSAL ya está en Whatsapp!, desde tu dispositivo móvil entérate de las noticias más relevantes del día, artículos de opinión, entretenimiento, tendencias y más.

Comentarios