Tenía 9 años cuando Ascensión Hernández Triviño descubrió la belleza de los libros y la pasión por la lectura. Sus estudios en lingüística y filología , sus investigaciones del exilio y las gramáticas misioneras la llevaron a la bibliofilia y a la conformación de una biblioteca personal construida junto con el historiador , su marido, que se integra por más de 15 mil volúmenes y que concibe como una gran obra que que se mantendrá en la familia y verán crecer su hija y sus nietos, que también son “gente de libros”.

La integrante de Academia Mexicana de la Lengua dice que su primer libro fue “ El libro de las narraciones ”, su libro de lectura de la primaria, que aún conserva. “A veces lo leo y me encanta todo lo que en él se lee: romances, cuentos, fábulas de animales y canciones populares en español, gallego, catalán y vasco”, afirma Hernández Treviño en el texto de la conferencia “El libro y lo bello” que leerá hoy a las 13 horas en las redes sociales de Academia Mexicana de la Lengua , donde habla de historia y de la importancia de los libros y las bibliotecas.

“El libro necesita su laberinto. Poco a poco, nos hacemos de libros y vamos llenando anaqueles, pasillos y paredes. Es entonces cuando el libro vive en su ambiente, en su laberinto”, agrega la investigadora del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM , quien en entrevista reconoce su fascinación por los libros y su pasión por la biblioteca personal que conformó con León-Portilla.

La lingüista que es parte del Instituto de Investigaciones Filológicas y profesora de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM precisa que la suya es una biblioteca de trabajo que tiene organizada de manera temática y en la que ocupa un lugar central la historia de México, pero también tienen bastantes libros de antropología , libros sobre libros, algo de filosofía, teoría de la historia, exilio, historia universal, literatura en lenguas indígenas , lingüística, historia de la Ciudad de México, historias de las religiones e historia del arte, pero también revistas de antropología, arqueología, literatura, historia antigua, colonial y moderna.

“Es una biblioteca de trabajo, siempre lo he dicho, aunque hay más libros de historia de México que de otra cosa, tenemos temas variados, lo cual nos permite trabajar en casa”, afirma Hernández Triviño, quien dice que a ella a León-Portilla disfrutaban pasear y comprar libros.

“A los dos nos gustaba mucho ir a buscar libros, esa es la verdad; lo que es muy bonito es ir a librerías de viejo, aquí en avenida Miguel Ángel de Quevedo hay varias; a veces no íbamos por falta de tiempo, pero no por falta de ganas. De repente ve uno un libro que está maltratado pero es importante, pues hay que comprarlo, mandarlo a encuadernar y queda precioso encuadernado, con sus lomos de piel, sus tejuelos brillantes”, dice.

Hernández Triviño asegura que comparada con la de José Luis Martínez , por ejemplo, su biblioteca es chica, “pero es verdad que tenemos libros muy selectos, serán unos 15 mil quizás un poquito más, los tenemos por temas. Es la biblioteca personal de una pareja de intelectuales, lo que más hay es historia de México porque es lo que Miguel, mi marido, trabajaba, yo empecé trabajando el exilio español, tengo una sección como de 500 libros, esa la tengo en mi recámara, con esa duermo y vivo”.

Merecedora del Premio al Bibliófilo 2019 otorgado por la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, Ascensión Hernández Triviño en su lectura de hoy realizará un recorrido personal e histórico por los vericuetos del libro y la lectura, para mostrar la importancia que tienen en el desarrollo de los seres humanos, como los tuvieron en ella. “Esa ha sido nuestra vida trabajar con libros y para libros”.

En entrevista cuenta que últimamente ha trabajando mucho las gramáticas misioneras y que dice es una parte de la lingüística que se está estudiando bastante. Dice que hay un grupo de ordenes religiosas que se metieron a fondo a las lenguas y que dejaron tesoros lingüísticos que siguen estudiando. Cita el libro “Estudios lingüísticos y filológicos en lenguas indígenas mexicanas ” publicado por Filológicas de la UNAM que incluye uno de sus estudios.

“A mí me correspondió hacer el capitulo de la lingüística misionera y las lenguas de México y ahí exploro un poco este mundo de la lingüística y en especial las gramáticas misioneras, yo tengo contabilizadas y vistas 53, que son muchísimas, no hay en el mundo otra zona lingüística como Mesoamérica que tenga esa riqueza de la lingüística misionera”, afirma.

El libro que conmemora los 30 años del Instituto de Investigaciones Filológicas, es resultado de los trabajos del Seminario de Lenguas Indígenas, en el que ella colabora, y por eso el tema de las lenguas indígenas también ocupa una parte importante de la biblioteca.

“Hemos tenido cuidado en ir adquiriendo todo lo que veíamos, lo que publica el INALI, lo que ha publicado el Instituto Lingüístico de Verano y muchas cosas que van saliendo de escritores indígenas, de poesía, narrativa, todo lo que se puede lo hemos ido adquiriendo para tener esa parte de la biblioteca bien nutrida”, señala la integrante del Seminario de Cultura Náhuatl y fundadora de la Sociedad Mexicana de Historiografía Lingüística.

Leer también: