Se olvidan de trayectoria, premiarán obra inédita

Sea porque apenas llegan en promedio 20 propuestas y son, en un alto porcentaje, principalmente de escritores mexicanos; sea porque no vislumbran ya a otros escritores a los cuáles premiar por trayectoria —que era el propósito con el que nació el galardón—; o sea porque en cinco años la escritura indígena contemporánea ha quedado al margen del reconocimiento, resulta que hace unos días al anunciarse la convocatoria de la sexta edición del Premio de Literaturas Indígenas de América (PLIA) 2018, los organizadores decidieron que en esta ocasión el premio no será para reconocer la trayectoria de los escritores de literatura indígena del continente Americano, sino para premiar una obra inédita en el género de narrativa a fin de garantizar una mayor participación de creadores indígenas de América. Nos cuentan que la Comisión, reunida en Guadalajara la semana pasada, determinó cambiar la dinámica “porque hemos revisado que en las otras ediciones, sobre todo en novela, teatro, ensayo, que también están incluidas en el convenio general, no son tan atractivos”, dijo el poeta Gabriel Pacheco. ¿Será que ahora sí habrá más presencia de autores de otras naciones como Colombia, Perú, Bolivia, Ecuador, Honduras y Guatemala?, ¿será que quieren poner un candado extra para dar los 300 mil pesos del premio?

Un nuevo paciente a terapia intensiva

A la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural en el ex Convento de Churubusco siguen llegando objetos religiosos dañados por los sismos de septiembre. Uno de los últimos pacientes que arribó a esas instalaciones del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) son los óleos de un retablo del Templo de Santa María Ocuilan, Estado de México, el cual quedó totalmente destrozado porque la cúpula de la capilla le cayó encima. Como se dio a conocer en estas páginas, el retablo acababa de ser restaurado por los vecinos de ese pueblo mexiquense que invirtieron una considerable suma para recuperar su esplendor. El sismo del 19 de septiembre lo dejó en pedacitos y las pinturas en caballete que lo decoraban también. Seis meses después, restauradores del INAH ya trasladaron a sus laboratorios en la Ciudad de México esos óleos para someterlos a un tratamiento riguroso en el Taller de Pintura de Caballete. Estiman que el proceso tomará 10 meses, pero hay que tomar en cuenta que no son los únicos pacientes que están en terapia intensiva.

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