prepara un nuevo libro que aparecerá el próximo año, son ensayos en los que ocupa un lugar central la literatura, la palabra escrita, la autoficción, los escritores y la vida contemporánea. Uno de estos ensayos fue leído ante sus compañeros de la Academia Mexicana de la Lengua y hoy será transmitido como parte de las lecturas estatutarias que hacen los miembros, a las 13 horas, por los canales de dicha institución, con el título “Lo público es lo privado”, y donde también está la autoficción.

Esta época contemporánea, afirma la narradora e integrante de la Academia Mexicana de la Lengua, ha sido de gran rompimiento entre lo público y lo privado, en los que abonó la pandemia, las redes sociales y la sobreexposición en internet.

“Nuestras historias personales, quizás, sean lo único que escapa al algoritmo y quizás sea también una manera de escapar a la interpretación psicoanalítica que dominó un siglo y, por tanto, escapar a la autovictimización o al estilo moral o edificante que tuvo la literatura del XIX. Quizás estas narrativas sean un acto de resistencias en tiempos de sobreexposición, plagio, autoayuda y posverdad”, señala la también directora de Difusión Cultural de la UNAM.

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Rosa Beltrán, autora de “Radicales libres”, una novela personalísima que se inscribe en la autoficción, ese género criticado por muchos, afirma que este ensayo sobre “Lo público es lo privado”, forma parte de un libro de ensayos sobre la vida contemporánea, incluida la aparición del GPT.

“Ya no sólo es el debate entre la vida privada y la vida pública, sino el debate sobre la originalidad. Creo que ya estamos viviendo un momento histórico radical, que vamos a cambiar nuestra manera de considerar la palabra escrita, esa sacrilización que hemos tenido por la palabra escrita; cambiará nuestra manera de calificarla en la academia y nuestra a manera de considerar, como se consideró desde el romanticismo, al individuo que produce textos originales. Creo que ya no se va a utilizar de esa manera”, afirma la narradora.

Entre lo público y lo privado

Rosa Beltrán hace un repaso por lo que han sido estas dicotomías de lo público y lo privado y las fronteras difusas que en este tiempo se han desvanecido, sobre todo con la pandemia del Covid-19, la narradora aborda la autoficción, “que me parece otro aspecto interesantísimo de esta problemática. Normalmente los lectores leen la autoficción como si fuera la verdad, como una crónica, cuando en realidad es ficción, los hechos están ordenados desde lo literario, desde lo estético”.

Cita el caso famosísimo de Emanuel Carrére y la demanda de su mujer que le prohibió, en ese último libro, “Yoga”, publicar nada que tuviera que ver con ella y se plantea en la última parte del ensayo ¿qué es la autoficción?, ¿por qué han proliferado las novelas sobre todo en primera persona? y ¿si en verdad se trata de un fenómeno que responde a una época hiperexhibicionista?

“Aunque ha existido hace muchos años, la autoficción ahora abunda por algunas razones por las que ha sido hipercriticado porque vivimos en una época hiperexhibicionista, narcisista, del capitalismo tardío, es una época de una necesaria visibilización de todos a través de los talk shows y el Facebook, y pienso si no será también porque es una manera de hablar de algo que no se puede hablar de otra forma cuando lo encarnas en el cuerpo, si este yo, esta primera persona del singular aspira a ser leída como una primera persona del plural, al menos en mi caso, en ‘Radicales libres’ porque hay pequeñas épicas”, afirma Rosa Beltrán.

La escritora asegura que la gran épica en tercera persona que escribieron, sobre todo --aunque no exclusivamente-- los hombres, ha quedado atrás y que ahora a través de estas pequeñas épicas “estamos hablando de un conjunto, de una comunidad y de una forma de encarnar la vivencia que antes no se hacía y que escapa al algoritmo”.

Pero también da cuenta de casos de la vida contemporánea. Los medios y las redes sociales en los que hay una sobreexpoosición voluntaria de la vida privada “que también nos hace cuestionarnos si realmente seguimos pensando que si lo privado es un tesoro que se debe resguardar y dónde queda esa línea”.

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Recuerda que en las redes sociales se usa un verbo: compartir, y con él, hoy que todo es fotografiable. Se muestra la vida propia y la de otros, se exhibe, en el ámbito de lo público. Pero también, en su lectura da cuenta de casos de personajes públicos en su ámbito privado.

“Me cuestiono algunos casos de gobernantes mujeres que han sido atacadas en su vida privada, por ejemplo, la primera ministra de Finlandia cuando en un fin de semana fue a una fiesta y bailó, y los opositores pidieron su dimisión, y ella dijo que era su tiempo libre, incluso se hizo una prueba para mostrar que no había consumido drogas, y hubo un movimiento, sobre todo en Europa, de mujeres, que se grabaron a sí mismas bailando”, dice.

También cita el caso de la primera ministra de Nueva Zelanda quien dimitió a principios de este año. Ella, ha sido considerada la gobernante que mejor manejó la pandemia en el mundo, hizo una gestión impecable, pero en enero del año pasado renunció para dedicarse a su hija y su familia.

“Y yo me empiezo a preguntar en este ensayo si no ha cambiado ya el término mujeres públicas, y si no son juzgadas de un modo distinto a cómo serían juzgados los hombres en el uso de su tiempo en la vida privada, y si existe todavía este concepto”, apunta la narradora, quien agrega que esta vieja dicotomía entre lo público y lo privado, cada vez se ha vuelto más estrecha, “se ha acercado, de hecho, ya parece ser una falsa dicotomía, aún más después de la pandemia”.

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melc

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