En la sala principal del , 145 vestigios de madera mexicas se exponen en las vitrinas y paredes de este recinto y conforman la exhibición titulada Insignias de los dioses. La madera en el Templo Mayor, una muestra que, por primera vez, abunda sobre los usos y los significados de la madera para los mexicas.

Estas piezas provienen de una colección única en su tipo, integrada por 2 mil 500 elementos de madera, que han sido descubiertos, en su gran mayoría, en entierros y ofrendas alrededor del , hallado a un costado del Templo Mayor el 2 de octubre de 2006.

Por las cualidades del subsuelo capitalino, los vestigios de madera de la época prehispánica se han mantenido en buen estado. Sin embargo, al ser retirados de sus contextos originales, la humedad que los mantiene se pierde y corren el riesgo de desintegrarse.

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Por ello, a partir de 2007 se comenzó a utilizar un método de restauración único para elementos de madera, el cual fue traído a México por la restauradora Alejandra Alonso Olvera, desde Medio Oriente.

Ese método fue adaptado por investigadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia para vestigios prehispánicos de madera que, por su composición, tiempo y contextos, presentan características únicas.

En entrevista con , las restauradoras y curadoras de la muestra, Adriana Sanromán Peyron y María Barajas Rocha, y el arqueólogo y curador Víctor Cortés Méndez, abundan sobre los procesos de restauración de las piezas exhibidas, su importancia en la cultura mexica y los diferentes usos de la madera en la sociedad prehispánica.

Integridad y estabilidad

Titulada Insignias de los dioses. La madera en Templo Mayor, la muestra reúne piezas que van desde cetros, pectorales, orejeras, pendientes, máscaras, hasta herramientas, instrumentos musicales y elementos constructivos.

Imagen del hallazgo de un vestigio de madera, localizado en una de las ofrendas encontradas en el Templo Mayor. Foto: INAH
Imagen del hallazgo de un vestigio de madera, localizado en una de las ofrendas encontradas en el Templo Mayor. Foto: INAH

Sin embargo, que estas piezas llegaran a ser exhibidas fue un proceso complejo, en el que el trabajo de restauración jugó un papel elemental para la estabilización y restauración de los vestigios.

Este especial proceso se incorporó a los trabajos del Proyecto del Templo Mayor en 2008, concentrándose ese año en explorar las ofrendas que acompañaban al monolito de la diosa Tlaltecuhtli, las cuales contenían gran cantidad de bienes hechos en madera de pino, aile, cedro, ahuehuete y de otras especies.

Pero, explicaron Barajas y Sanromán, la conservación de estos vestigios fue posible gracias al subsuelo de la Ciudad de México.

“Gracias a la humedad relativa, mientras los objetos estuvieron dentro de sus contextos originales (ofrendas), todos los componentes solubles de la madera se fueron con el agua, a la larga eso permitió la conservación”, detalló Sanromán.

La especialista abundó en el proceso, el cual consiste en agregar azúcares para reemplazar la humedad. “Lo que hicimos para poder recobrar la integridad o la estabilidad de la madera fue trabajar con azúcares sintéticos en un proceso que dura de seis meses a un año, para que estos azúcares recubrieran la estructura de la pieza y así evitar su desintegración”, explicó.

 Después de su descubrimiento, las piezas son sometidas a un proceso de restauración, que consiste en reemplazar la humedad por azúcares sintéticos. Foto: INAH
Después de su descubrimiento, las piezas son sometidas a un proceso de restauración, que consiste en reemplazar la humedad por azúcares sintéticos. Foto: INAH

Barajas dijo que las piezas son delicadas desde que son halladas, por lo que el proceso es fundamental para conservarlas.

“Si tú manipulas un elemento de madera recién salido de su contexto, te darás cuenta de que es muy suave y blanda, la madera es como una esponja y está sostenida por agua, es elemental sustituir esa agua para que, al secarse, los vestigios mantengan su forma”, detalló María Barajas.

Además, Sanromán apuntó que la muestra busca acercar el uso de la madera al público en general.

“Para la curaduría pensamos en mostrar la mayor parte de la tipología hallada dentro de los depósitos rituales mexicas, pero también buscamos acercar al público otros tipos de objetos de uso diario, como herramientas, armamento e instrumentos musicales”, abundó.

 Foto: INAH
Foto: INAH

Significado de la madera

Para las sociedades prehispánicas, los árboles tenían su propia importancia en lo divino y cotidiano. De hecho, investigadores han estudiado el significado de los árboles y la madera y han descrito una relación entre este elemento y la vida y la muerte. “Los árboles tenían su propia importancia simbólica; investigadores de la talla de Alfredo López Austin han mencionado que los árboles eran los principales formas de comunicación entre la vida de los humano y el terreno divino”, explicó Víctor Cortés.

El arqueólogo detalló que en la muestra se exhiben seis tipos de especies de árboles: pino, abeto, cedro, ahuehuete, aliso y tepozán.

“En el caso de los elementos constructivos que aquí se presentan, estos están hechos con pino; pero en el caso de las canoas, puedes ver que están hechas con ahuehuete, que es un tronco muy recto y muy ancho que permite desgastar la madera para crear este objeto”, agregó.

Otra cuestión que explicó el especialista es el uso de la madera para rituales. “Muchas de las piezas están asociadas al dios Tláloc, tales como cetros, máscaras con el propio rostro de esta divinidad y otros pequeños objetos”.

La colección, apuntan los especialistas, brinda primicias sobre la madera y sus usos en el México prehispánico. “Esta muestra y su colección es única en el país, hay piezas únicas que fueron halladas recientemente, varias aún siguen en análisis para determinar su significado, es una investigación abierta que sigue arrojando resultados”, concluyó Cortés. Por su fragilidad, las piezas podrán apreciarse hasta el 28 de enero de 2024.

Al finalizar la estabilización de las piezas, los investigadores las resguardan para asegurar su integridad y evitar daños. Foto: INAH
Al finalizar la estabilización de las piezas, los investigadores las resguardan para asegurar su integridad y evitar daños. Foto: INAH

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