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En su momento de mayor esplendor, la Pirámide del Sol de Teotihuacán estuvo decorada con cabezas de felinos, similar a como ahora se aprecian las cabezas de serpientes que decoran el Templo de Quetzalcóatl.

Así lo sugieren las investigaciones recientes realizadas en la monumental estructura, donde un equipo de arqueólogos encabezados por Alejandro Sarabia halló en los muros de la fachada sur huellas de unas garras de felinos en bajo relieve y un elemento arquitectónico móvil que identifican como una representación de un corazón humano. “Una duda que teníamos sobre la Pirámide del Sol era: ¿cómo habría estado decorada? Tenemos evidencia para suponer que estaba decorada de una manera similar al templo de la Serpiente Emplumada, aunque con otros monstruos, no con la serpiente, sino felinos”, reveló este miércoles el también director de la zona arqueológica, durante su participación en la Sexta Mesa Redonda de Teotihuacán.

Según el investigador del INAH, la clave para esta interpretación fue el hallazgo de los restos de un tablero talud decorado con esculturas en bajo relieve, un hecho único porque es la primera vez en cien años que se registra este tipo de evidencias arquitectónicas en el sitio.

En su ponencia, titulada “Fundación y transformación de la Pirámide del Sol, vista desde el interior de los túneles recién explorados”, el arqueólogo también compartió una especie de radiografía actualizada de la pirámide y señaló que, a diferencia de otros edificios, esta pirámide que alcanza unos 65 metros de altura, fue construida en un solo momento. Su volumen real, detalló es de un millón 400 mil metros cúbicos. “Está construida por completo de tierra compactada; hay paquete de adobes, de tepetate, pero básicamente de material compactado del Valle de Teotihuacán, desde los cimientos hasta la cúspide”.

Sarabia sostuvo que se trata de uno de los edificios más antiguos del sitio y el mejor explorado en el último siglo, desde que el arqueólogo Manuel Gamio inició sus investigaciones hace 100 años. En su interior, dijo, se han cavado 16 túneles para poder explorar sus entrañas. Y aún así continúan los hallazgos, como las dos ofrendas que su equipo de investigación recuperaron entre 2011 y 2012. Una de ellas contenía piezas de obsidiana, vasijas, restos de animales y tres figuras humanas de piedra verde, por lo que consideran que debió ser depositada en el interior del edificio para consagrar el comienzo de su construcción, en siglo I d.C.

Alejandro Sarabia explicó que los túneles al interior de la pirámide son construcciones modernas, realizadas para explorar el sitio, pero que en la actualidad requieren consolidación, ya que algunos están en riesgo de colapso por la falta de mantenimiento. “Algunos túneles están en buenas condiciones, a pesar de que tiene algo de humedad. No es el caso para los túneles que excavó Eduardo Noguera y Manuel Gamio, hace 100 años, que fueron reforzados en la década de los 60, y por Rubén Cabrera en el 2000, pero se está colapsando y en el sismo más reciente también registró un daño menor”, explicó. Añadió que como parte de este proyecto de investigación también han estado registrando los daños en el sistema de cimentación de esos túneles y consideran que “deben ser atendidos”.

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