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La ha sido digitalizada en 90%, afirma en entrevista el arqueólogo subacuático Guillermo de Anda, líder del Proyecto del Gran Acuífero Maya.

“El proyecto está muy avanzado. En lo que se refiere a las estructuras de la superficie ya hay 90% de digitalización, que es todo lo que es la antigua ciudad, tal y como se conoce. Esto puede ayudar para mejores interpretaciones del patrón de asentamiento y para entender si hay deterioro porque la digitalización crea una imagen de un momento en el tiempo. De la parte subterránea de Chichén Itzá vamos un poco más lento por las dificultades mismas que presenta el contexto”, explica De Anda.

El arqueólogo señala que el proyecto surgió hace aproximadamente nueve años, cuando empezaron a trabajar en el Cenote Holtún, con la idea de crear un modelo en tercera dimensión para poder tener la mayor información posible del sitio bajo el agua, pero sin realizar modificaciones del contexto.

De Anda indica que la primera fase consistió en realizar levantamientos de imágenes con scanners para registro en tercera dimensión e imágenes obtenidas a través de drones. El resultado de ese trabajo ahora está siendo procesado en el laboratorio; sin embargo, es un trabajo “más lento y minucioso. Se requiere tiempo para poder interpretar todas las imágenes. Esta parte del trabajo es parte de una primera etapa, que consiste en tener toda la información no solamente para los propósitos de la propia investigación sino para brindar al público en general nuevas formas de percibir la ciudad de Chichén Itzá”.

El líder del Proyecto del Gran Acuífero Maya (GAM) señala que el proceso de digitalización ha ayudado a comprobar “ciertas formas del patrón de asentamiento de la superficie”.

Los vuelos de drones en la zona arqueológica de Yucatán, comenta el investigador, han contribuido a encontrar nuevos contextos subterráneos, cuevas y cenotes.

“De manera importante, hemos podido tener una idea mucho mejor de toda la zona que no queda descubierta al público. Hemos podido dar seguimiento a algunos segmentos subterráneos, es decir, con los radares de penetración hemos podido entender que hay túneles en ciertas zonas donde ni siquiera sospechábamos que hubiera, lo cual nos habla de sistemas de cuevas bajo el agua”, explica De Anda, quien ejemplifica con la Zona Arqueológica de Balamcanché, ubicada a 6 km de Chichén Itza, donde gracias a la tecnología pudieron detectar nuevos paisajes dentro de la cueva y comprobar la presencia de materiales como cerámica.

“El proyecto nace para poder entender y buscar oquedades y patrones de movimientos de agua, estamos tratando con tecnología LIDAR. Este proyecto también nos está ayudando a entender que los mayas sabían de alguna manera cuál era la dirección de los sistemas subterráneos, hacía dónde se movían estas zonas; cómo lo hacían, no lo sé. Lo anterior es algo importante porque ellos percibían al agua más que un elemento, era como un concepto que envuelve toda su ritualidad”, sostiene el arqueólogo.

Con esta tecnología también emprendieron la búsqueda del cenote debajo de El Castillo, que fue detectado por métodos geofísicos.

“Estamos más cerca de encontrar el cenote. Hemos buscado dónde está la entrada a este rasgo. Utilizamos un radar y descubrimos que hay una caverna al sur del cenote. Pensamos que esta caverna puede representar una entrada al cenote debajo de El Castillo, el problema que tenemos es que la visibilidad es totalmente nula. Estamos tratando de traer un robot para que él nos lleve al cenote, pero la problemática es el costo pues es un prototipo caro”, explica De Anda.

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