Cada biblioteca y cada archivo de México deberá adecuarse a la nueva normalidad. En las bibliotecas públicas del país ya no podrá haber grupos de jovencitos haciendo la tarea, hombro con hombro, en una  mesa; ni  las bibliotecas universitarias podrán recibir a los 500, mil o 2 mil alumnos al día. No habrá estantería abierta ni jornadas maratónicas de  investigadores revisando legajos en los archivos históricos.
 
Las bibliotecas y  archivos, como  todos los espacios culturales, deberán reabrir sus puertas tras la pandemia conforme a lineamientos y protocolos de bioseguridad ante el Covid-19; prevalecerán todas las medidas de higiene y sana distancia, el uso obligatorio de cubrebocas, pero también una manera distinta de hacer uso de libros, expedientes y documentos. Incluso las escuelas de bibliotecología y archivística se preparan para una nueva dinámica.
 
Saben que el regreso será distinto y aunque priva un compromiso común por regresar con todas las medidas de bioseguridad para el personal y los usuarios, que tiene que ver con un regreso gradual y un arranque en atención a  30% de su capacidad, hay discrepancias en cuanto a cuestiones más específicas,  como el tiempo de resguardo que deben tener los materiales que han sido consultados o prestados.
 
Los bibliotecarios han consensuado que cumplirán un periodo de 14 días para evitar cualquier contagio; en tanto que el Archivo General de la Nación (AGN) propone que la reserva de los materiales sea sólo de 24 a 48 horas en promedio, y si acaso que no rebase cuatro días.
 
“No me imagino en dónde voy a poner todos los documentos de 14 días que estoy prestando a diario durante 14 días. Tendría que tener una bodega enorme para tenerlos en catorcena”, afirma Carlos Ruiz Abreu, director del AGN, quien dice que lo más seguro es que los pongan 24-48 horas en un lugar seguro para luego volver a ser prestados.

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“Esto que estamos haciendo es muy importante en el contexto actual de la pandemia, pero nosotros de todas maneras tenemos un protocolo del manejo de volúmenes, de documentos, de cajas, de expedientes, del papel mismo, de toda la memoria escrita que está en el Archivo. Usamos batas, cubrebocas, guantes para tratar los documentos por parte de los trabajadores; igual se les exige a  investigadores el uso de guantes y cubrebocas”, señala Ruiz Abreu.
 
El historiador asegura que han tomado como base protocolos de instituciones como la Biblioteca Nacional, el Instituto Politécnico Nacional, el Instituto Nacional de Antropología e Historia, la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía. “En ningún estudio que hayamos revisado hemos sabido que este virus dañe los papeles o la tinta de los documentos, sabemos que se pone en reserva, lo vamos a reservar unos días por seguridad del personal y de los investigadores”.
 
En materia de bioseguridad, para el regreso de las bibliotecas a la nueva normalidad, la Asociación Mexicana de Bibliotecarios (Ambac) no ha parado, desde hace mes y medio ha organizado siete webinarios que les han generado más de 9 mil seguidores y más de 24 mil vistas en su canal de YouTube; incluso, el 10 de junio pasado, cuando presentaron los “Lineamientos para la apertura de bibliotecas ante la emergencia sanitaria por Covid-19”, 4 mil personas siguieron en vivo la presentación.
 
Marisela Castro, presidenta de Ambac, asegura que los libros que salgan de la biblioteca o  sala de lectura se van a tener que separar 14 días. “Eso es lo que nosotros recomendamos con base en la consulta de varias instituciones de México y fuera del país. Ya será decisión de cada quien que los mantenga ese tiempo o menos”.

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También Norma Angélica Antonio, directora de Acervo Bibliohemerográfico de la Subsecretaría de Educación de la Ciudad de México, al dar cuenta del lineamiento que han desarrollado, dijo que se necesita  cuarentena para los materiales. “Hay muchas diferencias entre el tiempo que se debe poner al papel en cuarentena, la OMS habla de 24 horas, la DGB hace esta recomendación, muchos hablan de las 72 horas en bibliotecas de EU y en otros países, nosotros  hablamos de 14 días, lo seguimos discutiendo pero creemos que la mejor herramienta para lograr una desinfección segura en el material son 14 días, señala.

Para llevar a cabo dicha medida, los bibliotecarios deberán llevar un registro muy puntual de la fecha en que el material regresa a la biblioteca y entra al área de aislamiento y la fecha en que deberá regresar a préstamo o ser reintegrado a las colecciones, “es importante llevar ese registro y tener cuidado que los materiales que vayan ingresando no estén en contacto entre sí, no es una tarea fácil, tendremos que pensar mucho en cómo lo vamos a hacer, cómo lo vamos a adoptar en esos espacios que son muy pequeños y que no cuentan con espacio para destinar estantería para ellos”, afirma Antonio.

Muchas bibliotecas no pudieron recuperar sus libros previo a la pandemia, porque se dio una cancelación de actividades escolares casi inmediata, “esos serán los primeros libros que tenemos que meter a un distanciamiento. A lo mejor las bibliotecas que no tienen tantos recursos van a tenerlos que poner en una caja, pero habrá otras que sí tendrán espacios para ello y los van a sanitizar y llevar un aislamiento aproximado de 14 días”, dice Marisela Castro.

Retorno tranquilo

Desde diferentes instancias, desde hace varios días, distintas instituciones federales y gremiales trabajan en protocolos y lineamientos de bioseguridad para el manejo de bibliotecas y archivos ante el Covid-19. En cuanto comenzó la pandemia comenzaron a organizarse para investigar, discutir y comenzar a idear las nuevas dinámicas para atender a sus usuarios pero protegiéndose y protegiéndolos.
 
El AGN está a unos días de publicar el Protocolo de bioseguridad para la administración de archivos en el contexto de esta pandemia, pero además, al interior de ese recinto que resguarda el más importante acervo documental de México, ya tienen planteados nueve protocolos para el personal, para el ingreso de investigadores, sanitario, de limpieza y desinfección, para áreas laborales y de uso común, de uso de comedor y consumo de alimentos, para estancia en salas de consulta, biblioteca y centro de referencia, y para regular las consultas.
 
“Nos hemos estado planteando y replanteando el regreso a la nueva normalidad, hemos estado trabajando todas las áreas implicadas del Archivo e hicimos no uno sino varios protocolos, hicimos un plan gradual para el regreso seguro a las actividades”, asegura Ruiz Abreu, quien dirige el más importante archivo de México en el que laboran 240 personas entre empleados servicio social y chicos del programa Jóvenes construyendo el futuro.

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El director del AGN relata que cuando llegaron al Archivo en 2018 había un sistema de citas a través del cual se podía atender a 25 investigadores por día, ellos quitaron ese sistema y hasta antes de la pandemia podían atender entre 60 y 70 investigadores diarios, pero ahora ante esta contingencia están valorando regresar al sistema de citas, “si nos llegan 60 o 70 investigadores no vamos a poderles darse acceso a todos y quizás el sistema de sistema de citas sea por el momento la mejor opción”.
 
La Ambac ya ha publicado y está en recepción de comentarios de sus Lineamientos con la idea de que pueda aplicarse a todas las bibliotecas del país, públicas y privadas, universitarias o estatales. “Lo que proponemos es que cada biblioteca defina sus propias políticas y medidas de dirección y control de acuerdo a su tamaño, a los usuarios que tiene, a las medidas oficiales de los gobiernos federal, estatal, municipal e institucional”, afirma Marisela Castro.
 
Pronto se dieron cuenta de que era necesario comenzar a dialogar sobre cómo regresarían a trabajar las bibliotecas. “Nosotros ya estamos preparados y sabemos cómo vamos a actuar, eso nos da tranquilidad. Primero que nada es la seguridad y la salud de las personas, es la salud del personal bibliotecario, tenemos que capacitarlo a distancia, tenemos que levantar un censo para saber quiénes vamos a regresar a nuestras actividades y quiénes no, en qué condiciones vamos a hacerlo, cómo debemos a estar preparados mental y físicamente”, dice Castro.
 
Entre las medidas que plantean los bibliotecarios en los Lineamientos que publicaron a mediados de junio se reiteran las acciones de higiene y sana distancia, que serán aplicadas de manera obligatoria, pero también establecen por ejemplo que los usuarios deberán entrar con el menor número de pertenencias, no llevar mochilas, limpieza constantemente de mesas, computadoras y teclados en la consulta de los catálogos en línea; e incluso que el personal hará las búsquedas.
 
Recomiendan el uso de ventilación natural por sobre la artificial, que es propicio también para los libros y documentos, recortar y ajustar los horarios de servicio y los horarios para el personal, cambio de rutinas, estanterías cerradas, previa solicitud de materiales, distancias marcadas en pisos, mesas con solo dos sillas.
 
“Todas esas cosas están cambiando y vamos a tener que enseñar a los usuarios lo que va a ser la nueva biblioteca con los mismos servicios pero ahora diferentes, serán servicios a la distancia, porque si vamos a tener 50% de estudiantes en su casa y el otro 50% en la escuela tenemos que atenderlos de la misma manera”, afirma Castro, quien además es coordinadora de Bibliotecas de la ESCA de Santo Tomás en el IPN.
 
El tema de la enseñanza para escuelas de bibliotecología y archivística también será distinto. Brenda Cabral, coordinadora de la carrera de Administración de Archivos y Gestión documental de la Facultad de Filosofía y Letras de las UNAM, asegura que para la enseñanza el Covid-19 también implica retos.
 
“Lo primero es un protocolo de bioseguridad de regreso a clases, capacitar a todos los docentes en las competencias digitales y la colaboración entre diversas áreas de la universidad, hay por ejemplo un taller en el que los alumnos acuden a prácticas a un archivo y deben estar interactuando con  documentos, con  archivos, o sea realmente el taller de nada serviría a distancia. Estamos viendo qué materias sí requerirán de presencialidad y cuáles se pueden dar a distancia”, señala.

Cabral asegura que están listos para cuando la UNAM les diga que ya tienen que regresar, ya tienen lineamientos, protocolos de bioseguridad y mecanismos para planear bien cómo se va a hacer, quién lo va a hacer, en qué momento se va a hacer, con la idea siempre de que este retorno a la nueva normalidad sea más seguro. 

fjb

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