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Panchito Chapopote, novela de Xavier Icaza, no sólo es considerada una de las primeras obras de ficción que abordan el tema del petróleo, es además reconocida por su originalidad y humorismo; es la historia de Panchito, un campesino de Veracruz que vive el amor pero sufre ante la noticia de que su terrenito es árido por culpa del petróleo y esto es el meollo de la trama.

La novela de Icaza publicada en 1928 es, a decir de estudiosos como Luis Mario Schneider y Edith Negrín, la que inaugura este género conocido como “Literatura del petróleo”; en la que también se agrupa Huasteca, publicada en 1930 por Gregorio López y Fuentes, una novela que aborda el desarrollo de la industria petrolera capitalista alternado con las tragedias que acarrea la explotación del petróleo.

La literatura del petróleo retrata de manera realista las implicaciones sociales, políticas y económicas de la industria petrolera. Es un género que, a decir de Armando Pereira, Claudia Albarrán, Juan Antonio Rosado y Angélica Tornero, en el Diccionario de literatura mexicana, denuncia, ridiculiza y critica severamente a los capitalistas estadounidenses e ingleses que mantienen el dominio económico del subsuelo de México, a veces por medio de métodos ilegales como el soborno y el crimen.

Es así como un año antes de Panchito Chapopote, en 1927, Francisco Monterde publica Oro negro, que trata sobre todo del valor que la tierra tiene para los campesinos; y en el mismo año, Mauricio Magdaleno lanza Mapimí 37, que él mismo adaptó a obra dramática en 1931 y la llamó Pánuco 137. A la que se suma también Resaca, del magistrado veracruzano César Garizurieta, publicada en 1939.

A esa literatura del petróleo responden otras novelas como la de José Mancisidor, quien en 1953 publica El alba en las simas, que aborda el tema de la expropiación petrolera; luego, en 1955, Héctor Raúl Almanza lanza Brecha en la roca, que narra la lucha de un grupo de trabajadores por crear un sindicato.

Una novela de Carlos Fuentes toca el tema petrolero: La cabeza de la hidra, en 1978; luego vendría Morir en el Golfo, en 1985, de Héctor Aguilar Camín, que aunque no trata el tema petrolero sí se centra en Joaquín Hernández Galicia La Quina, líder del sindicato petrolero. Y un año después, en 1986, Francisco Martín Moreno publicó México Negro, una novela política sobre la historia del petróleo durante los primeros 40 años del siglo XX.

Gerardo de la Torre aborda el tema petrolero en varios libros: desde Hijos del águila, de 1989; Muerte de Aurora, en 1991, y Los muchachos locos del verano de 1992.

En 1988, para celebrar el 50 aniversario de la expropiación petrolera, Petróleos Mexicanos (Pemex) reeditó una serie de obras literarias sobre el petróleo. Destacaron Episodios perdidos, con cuentos de Javier Santos Llorente; la novela titulada Los veneros del diablo, de Jorge García Granados; y Testimonio de una familia petrolera, de Martha Chávez Padrón.

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