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Guillermo Sheridan avisora para México una dictadura aún más perfecta. “Si no fuera un cínico, diría que en 2018 se iniciará ‘la regeneración de la patria’ que decretó AMLO. Temo que lo que se regenere sea una dictadura aún más perfecta, un partido-movimiento de un súper tlatoani rodeado de bastantes líderes sindicales perpetuos”, señala el escritor en entrevista desde Austen, Texas, vía correo electrónico.

El ensayista y académico habla de Paseos por la calle de la amargura y otros rumbos mexicanos (Debate, 2018), un libro que reúne textos publicados en EL UNIVERSAL y Letras Libres, que trata sobre asuntos de política, sociedad y literatura. Asegura que estos textos se nutren de la amarga experiencia de haber vivido cinco décadas a la sombra del PRI, dos más bajo el “solazo” de Andrés Manuel López Obrador, y dos sexenios en el eclipse del PAN.

Sheridan acaba de concluir también un libro sobre las revistas literarias modernas de México y terminó el último volumen de sus estudios sobre la poesía y vida de Octavio Paz. Dice que quiere hacer un libro para los dreamers mexicanos en Estados Unidos, pero ya verá.

¿Considera que este es su libro con un perfil más político?

El libro reúne escritos que tienen en común tratar asuntos sobre política y sociedad, historia política y cultural. De todo un poco. Aparecen en él políticos y líderes, ricachones y candidatos, espías de la KGB y de la CIA (incluyendo a unos que eran agentes de la CIA y en sus ratos libres eran presidentes de México). Hay algo sobre el asesinato de Trotski. Figuran las observaciones que comencé a hacer hace años sobre AMLO. Reviso un aspecto que suele ignorarse sobre lo ocurrido en Ayotzinapa. Hay un repaso de las discusiones políticas entre Octavio Paz y Carlos Fuentes en los años 60 y después. En fin. Hay hasta unos episodios sobre la represión contra los gay en la revolución cubana.

¿Cómo define esta etapa histórica de México que ahora reúne en un libro?

Caramba. Es difícil... ¿“Los años de la transición hacia la transición”? ¿“La era del nosocomio”? Todo lo que se me ocurre está relacionado con una sala de partos o con su opuesto, la morgue. Seamos objetivos y dejémoslo mejor en “Los años de cuidados intensivos”.

En una carta, Carlos Fuentes le dice a Octavio Paz que la disyuntiva es la dictadura militar de derecha de Miguel Alemán o el liberalismo burgués de Emilio Martínez Manautou; ¿hoy estamos frente a otra disyuntiva radical?

Fuentes y Paz reflejaban el temor de muchos: que antes de apostar por los riesgos de la democracia, prevaleciesen en el gobierno quienes preferían la mano dura militar. No era para menos, luego de lo ocurrido. Cuando publica Posdata, en 1971, Paz aún cree que ante la crisis del sistema hay quienes desean la opción militar a la alternativa de reforma democrática y social.

Es curioso que la crisis de ahora, como todo parece indicarlo, se resolverá volviendo al PRI clásico y se cierre el círculo. En el 68 luchamos por la democracia, 50 años más tarde los ideólogos ultra de AMLO dicen que la democracia que hemos logrado —frágil y desaseada y todo— no es “democracia verdadera” y por tanto es desechable. Mejor el tlatoani, el jefe mandamás, y ahora encima con la novedad del aspecto religioso.

¿México siempre ha estado en el centro de sus reflexiones?

Bueno, no. El centro de mis reflexiones (que en mi caso suena muy pomposo) es mi trabajo académico. Lo demás es periferia. Soy un periodista accidental. Mi primer libro de crónicas se llamó Frontera norte y salió en 1988. Una tercera parte está dedicada a criticar al PRI. Eran tiempos en que agraviar al PRI suponía tomar riesgos. Qué bueno que ya no es así. Espero que criticar a Morena no vaya a suponer riesgos.

¿Qué futuro viene para México teniendo esta historia de una clase política tan pobre?

La clase política no es pobre, es bien rica y es inmoral y en la mayor parte de los casos es impune. Y como en México la impunidad viene de fábrica... En México, hasta la gente que está en la cárcel puede tener impunidad. La clase llamada “pudiente” no se queda atrás. ¡Qué catálogo de esperpentos! La “socialité” (para emplear esa palabreja hedionda) es una manada cruel y chabacana. En México ser un ricachón que aumenta su riqueza explotando criminalmente a sus empleados y evadiendo impuestos es motivo de orgullo. La idea de repartir utilidades o elevar el ingreso de sus empleados al ricachón le parecería una burla a su virilidad.

¿Cómo ve a México, a la política y a los políticos?

Para decirlo con apego al realismo-socialismo, la política es un asco. Cualquier otra cosa sería ciencia ficción. Y los mexicanos no estamos lejos de los políticos en general. Como ellos, despreciamos a la ley y propiciamos la impunidad cotidianamente. Es el caldo de cultivo ideal para la violencia. Tampoco entendemos nociones básicas como el bien común. Claro, si hay un temblor se echa a andar la famosa solidaridad, que es muy encomiable, y hay quienes ponen en riesgo su vida por los otros. Pero al día siguiente regresa la normalidad de poner en riesgo a toda la gente que se pueda.

De los aztecas en adelante, México ha sido un país de depredadores en el que la ley no pasa de elemento decorativo. No entendemos que hay una relación de causa efecto entre la violencia intrafamiliar y la criminal, etcétera. En el libro hay unos artículos sobre eso; 70% de las mujeres de la Ciudad de México han sido maltratadas en sus casas. En 50% de las secundarias del país se practican formas de violencia. Son tiempos amargos y además los hacemos hereditarios.

Parafraseando el título del último texto de su libro ¿y ahora qué nos queda por hacer?

En teoría, preservar la democracia y fortalecerla, lograr un Poder Judicial autónomo y eficiente, ponerle límites a los poderes Ejecutivo y Legislativo, acrecentar la clase media. Y claro: educación, educación y más educación. Pero ¿cómo si la CNTE y Elba Esther y etcétera? El dinosaurio amanece cada día más orondo.

¿Qué opciones tiene México y cuál podría ser el mejor escenario a partir del 2 de julio?

Que AMLO controle a su jarrito en el que demostró que todo cabe y en el que supo acomodar a los seres más antitéticos e irreconciliables. Frankenstein es un himno a la armonía en comparación con ese jarrito. La carnicería interna va a ser muy desgastante para el dueño único del jarrito múltiple. Ojalá que las partes moderadas no sucumban a las partes ultras, o no demasiado rápido. Será difícil, pues gracias al asistencialismo los ultras manejarán a millones de personas.

Si los caricaturistas reaccionan a los exabruptos del día a día con un cartón, usted reacciona con un texto ¿Qué posibilidades le ha dado el humor y la ironía?

El cartón político, el humor cruel y la ironía ácida es la que practican los políticos y los ricachones con nosotros. Nosotros somos el objeto de sus cartones. Somos su público cautivo, sus títeres, y son ellos los que se ríen. Por otro lado, no se puede satirizar a los políticos mejor de lo que lo hacen ellos mismos. Un político que no trae incluida su propia parodia nomás no funciona. Eso no impide que el sentido del humor ayude a vivir en general. En mi caso, creo que es una forma de defensa personal, algo que atenúa la sensación de incongruencia.

¿Ya acabamos de saber cómo se infiltró la CIA y la Fundación Rockefeller en México o no les hemos dado la verdadera importancia que tuvieron para la cultura y para México?

Bueno, la Fundación Rockefeller no se infiltró. Hizo cosas admirables que yo ignoraba. Desde combatir enfermedades en la década de los 20 hasta patrocinar estudios de lenguas indígenas, subsidiar a Cosío Villegas y a Alfonso Reyes, a El Colegio de México y hasta a la UNAM. El libro éste querría invitar a escribir esas historias que ocurrieron en México, las que urdió la CIA y aquellas, admirables, que propició la Fundación Rockefeller.

¿Cuáles son los temas urgentes en el arte y el quehacer cultural para el próximo Presidente?

Yo creo que el gasto cultural debería dedicarse íntegro a crear orquestas y coros infantiles y juveniles. Estar afinado y tocar bien la parte que le corresponde a cada quien es bueno para el alma, la individual y la colectiva; fomenta la conciencia del bien común, desarrolla la personalidad, etcétera.

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