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El Premio Nobel de Literatura 2017, Kazuo Ishiguro, es “un artista de la memoria”, un narrador que le encuentra sentido a la herencia de sus ancestros japoneses, al conflicto de ser el hijo de migrantes, y enfrenta la cultura de sus antepasados a los valores de la Gran Bretaña, describe el escritor Martín Solares.

Explica que, a diferencia de muchos narradores contemporáneos, que se esmeran en contar una historia de modo lineal, Ishiguro, por el contrario, se detiene, prefiere eludir esa vía: “Cada vez que alguno de sus prodigiosos narradores está a punto de atravesar cierto umbral, se detiene de un modo muy respetuoso, como si todos los conflictos fueran sagrados. Lo que hace es sugerir la hondura de ese abismo a la que todos los seres humanos estamos expuestos en cualquier momento de la vida”, comenta el editor y escritor.

Solares resalta la importancia de la ilusión y el engaño en la obra del nuevo Nobel de Literatura: “Mientras que otros narradores denuncian directamente los excesos de los tiranos, Ishiguro hace una crítica que parece más modesta pero en realidad es más demoledora”.

Solares describe que en sus obras, Ishiguro “elige a personajes muy alejados del centro del poder, que incluso son los sirvientes del poder, o las víctimas del poder, para contar los estragos que esos excesos causan en sus vidas a lo largo no de uno, sino de muchos años, incluso décadas”.

Considera que al darle el galardón a Ishiguro se premia a una generación de la que forman parte autores como Salman Rushdie: “Como decía Milan Kundera, a los narradores que nacieron por debajo del paralelo 35; a todos los que no nacieron en una de las capitales del imperio mundial, sino en la periferia y que a veces se desplazaron a estas capitales y contaron la historia de los barrios en los que nacieron”.

Resalta además que lo que distingue su literatura es una crítica, ésta sí muy frontal, a los dichos, a nuestra necesidad de creer en la verdad; “siempre está preguntando: ¿eso que estamos tomando por verdad no nos está volviendo a todos más miserables?” Señala con sus novelas una enorme paradoja que crea el modo de vida actual: “que para ser felices plenamente, según la sociedad, tenemos que ser infelices, plenamente en lo secreto, en lo cotidiano, en la vida privada”.

Renovador de una lengua. La obra de Ishiguro ha tenido que enfrentarse a una crítica que ha llegado a ser muy dura. La más reciente tiene que ver con un supuesto deslinde de su origen japonés en un esfuerzo por abocarse a la cultura británica. Sin embargo, para el escritor Mauricio Montiel, Ishiguro es uno de los que ha contribuido a la renovación de la lengua inglesa.

“El Premio Nobel de Literatura no me había entusiasmado tanto como ahora, desde que lo ganó J.M. Coetzee en 2003. El sudafricano y Kazuo Ishiguro son dos autores que han contribuido muchísimo a la renovación de la lengua inglesa. Sorprende que la Academia, al parecer, está dando un giro positivo en sus criterios de selección de los galardonados. Ishiguro es un autor joven, con una producción de siete novelas y un libro de cuentos; viene a demostrar que con pocos libros se puede lograr una obra muy valiosa. Es una tontería que se diga que es un autor que sacrificó su cultura natal”.

El escritor asegura que la columna vertebral en la obra del británico es la memoria. “Las novelas de Ishiguro son pausadas, lentas, requieren una mayor atención del lector, pero son novelas en las que sí ocurren muchas cosas en el ámbito mental y esto no es poca cosa”.

Para Montiel, el Nobel llega en un momento en el que podría darse una lectura política, sin embargo advierte que se le debe considerar un escritor británico de origen japonés. “Si este galardón se le hubiera entregado a un británico nacido en RU y que haya vivido siempre ahí, podríamos hablar de una lectura política. Lo que sí podemos decir es que hay un reconocimiento a géneros que normalmente no se reconocen: la ciencia ficción y la fantasía”.

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