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El foro “Letras e Industria Editorial” rompió ayer con la dinámica de los diálogos organizados en las últimas semanas por la Secretaría de Cultura en transición. El encuentro fue conducido por Paco Ignacio Taibo II, quien muy probablemente será el director del Fondo de Cultura Económica —esto podría confirmarse hoy con la reforma a la Ley Federal de las Entidades Paraestatales— y Fritz Glockner, que será titular de la red Librerías Fondo de Cultura Económica Educal.

Esta unificación de la red, precisó Taibo a los medios, no sólo requerirá modificar el organigrama del FCE, sino el de la Secretaría de Cultura. Aseguró que ningún trabajador de base perderá su trabajo, pero que los 72 con cargos de confianza van a tener que renunciar. También reiteró que la Dirección General de Publicaciones de la Secretaría pasará al nuevo proyecto del FCE.

El encuentro “Letras e Industria Editorial”, al que se inscribieron 216 personas y donde se presentaron 16 ponencias, concentró reflexiones en torno de lo que será el FCE, qué tipo de libros editará, sus costos, la recuperación de colecciones y, más allá, lo que será la red de librerías que integrarán el FCE y Educal (que son entre 121 y 123, 70 de las cuales están en quiebra); la distribución, las alianzas e iniciativas del escritor en torno del fomento a la lectura.

“Hoy por hoy, el Fondo lo que gana es para financiar burocracia de alto y medio nivel; la burocracia domina sobre la producción editorial”, refirió el escritor tras una intervención del editor Tomás Granados. Dijo que hay “duplicidades absurdas: tres gerencias editoriales, dos de distribución comercial, siete subgerencias de distribución, y tenemos una distribución pobre y poco sólida”. Sobre las filiales en el exterior más adelante abundó: “El aparato del Fondo internacional es un bonito desastre de alfombras rojas y medidas absurdas. Las casas del Fondo fuera, todas pierden dinero”. Al final del foro dijo que están cerradas las filiales de Brasil y Venezuela.

Taibo II fue respondiendo ante dudas de los participantes o hizo referencia a temas abordados por ellos. Algunos le pidieron que en el área que encabezará —el cronograma aún no se ha definido— no se deje por fuera las bibliotecas; también se le pidió llevar la voz de los editores ante Hacienda y buscar incentivos fiscales (tipo Eficine) para la producción del libro. Sobre este tema, que expuso la editora Débora Holtz, Taibo enfatizó: “Financiar a las pequeñas editoriales a través de créditos es una tarea de Hacienda; hacia allá tienen que apuntar sus cañones; hacia acá, el cañón que tienen que apuntar es democracia distributiva: produces libros y el aparato del Fondo-Educal los distribuye. Si produces libros con precios por encima de lo que hoy un lector medio puede pagar, las garantías de que tu libro se venda no existen”.

Se le planteó la necesidad de estímulos a la traducción, apoyo a los editores para la exportación de libros e, incluso, se le pidió una posición sobre el precio único del libro contemplado en la Ley de Fomento para la Lectura y el Libro, pero Taibo no abordó este último asunto.

En este foro, a diferencia de otros, los conductores no sólo fueron anotadores de inquietudes para la secretaría de Cultura.

Pero entre todas las peticiones —la lista de Santa Claus, comparó Taibo—, él reconoció que habrá que concentrarse en, a lo sumo, dos, puesto que, reconoció, “los fondos federales para el libro van a estar seriamente recortados”. Algunas de esas propuestas son bajar el precio del libro, editar y distribuir un millón de libros en el primer año. Sobre las deudas de Educal propuso una nueva alianza con editores para pedir una moratoria de un año.

Y en cuanto a las alianzas con editores estableció distinción: “Hay que generar alianza con la industria transnacional y con los independientes; cuáles son los justos términos de esas alianzas: tienes los derechos de este libro, lo importas desde España a $500, coeditémoslo a $100; (y con los independientes) te damos distribución en la red, pero tienes que alimentarnos con libros que puedan generar económicamente una ganancia”.

Aunque su apuesta es porque haya “democracia distributiva”, reconoció que “la bendición del aparato del Estado es micro”. “¿Quieren dinero de Hacienda? Pídanselo a Hacienda, y yo sé lo que les va a decir. Es que la cosa está de la chingada: viendo los números de otros compañeros de la transición, me callo la boca cuando el del sector Salud habla de hospitales sin camillas”.

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