Aunque al inicio de "Asesinato en el Parque Sinaloa" el policía Édgar "el Zurdo" Mendieta ha tomado la decisión de jubilarse, el escritor Élmer Mendoza asegura que a su conocido personaje todavía le queda por batallar, pero cada vez le cuesta más ponerse en la piel de las criaturas de su saga.

"Pienso que ese pudiera ser un factor que al final me haga salir del Zurdo, porque no encontraré demasiados elementos para sorprender a mis lectores", afirma el autor mexicano (Culiacán, 1949) en una entrevista con Efe.

En la nueva entrega protagonizada por el policía, que ya es la cuarta, "el Zurdo" decide salir de su retiro para resolver un último caso: descubrir quién ha asesinado al hijo del que fuera su mentor en sus inicios.

Mendoza comenta que tiene una especie de "juego" acordado con sus lectores, a los que no solo les gustan las aventuras que relata, sino también las sorpresas que guarda bajo la manga.

Pero después de casi una década -comenzó la saga con "Balas de plata", publicada en 2008 y ganadora del Premio Tusquets-, "no es nada fácil" dar esos giros, y tampoco "cambiar los ángulos" con los que se narra la novela.

"A todos los autores que conozco de novela policíaca les pregunto cuánto tiene que tener saga, pero no hay una respuesta", indica el escritor, quien afirma que en ocasiones se encuentra con lectores que le imploran que "no se le ocurra" finalizar la saga del Zurdo Mendieta.

Una de las subtramas de "Asesinato en el Parque Sinaloa" refleja una curiosa situación: la de un líder de un cártel que escapó de prisión a través de un túnel y que se obsesiona con una estrella radiofónica que pretende hacer una radionovela sobre su vida.

Líneas que, prácticamente, podrían coincidir con la historia de Joaquín "el Chapo" Guzmán y la actriz Kate del Castillo , cuyo vínculo salió a la luz poco después de que se produjera la captura del capo en Los Mochis (Sinaloa), lugar donde se desarrolla la novela.

Al respecto, Mendoza dice que es uno de esos escritores que antes de comenzar con un trabajo hace "todo un esquema, una guía básica" de la que trata de no desviarse, porque considera que la novela tiene que quedar, dicho metafóricamente, como una "esfera perfecta".

"Y me quedé muy impactado cuando nos enteramos de ese 'affaire' (el del Chapo y Del Castillo) (...) yo sí dije: Dios mío, ¿qué es esto?", señala en tono cómico, y bromea diciendo que se planteó si unos "hackers" habían saqueado su novela entonces inconclusa.

Argumenta que, en el universo en el que se mueven los líderes del narcotráfico, "siempre" existen romances similares. Asimismo, agrega, existe un cierto "modelo de hombres temerarios que le atraen a una cantidad enorme de mujeres", como también ocurre con los toreros.

El sinaloense guarda la idea de que todo lo que imagina y cuenta es algo que "ya está pasando o que ya pasó, que tiene un parecido con la realidad muy fuerte", pero no depende directamente de esta para crear.

Pese a esto, hay elementos de la realidad "que me atrapan, me atraen y que los tomo sin ningún pudor", matiza.

Mendoza, a quien se le ha llegado a bautizar como "el padre de la narcoliteratura", celebra que en los últimos años los escritores de novela policiaca en México hayan logrado "posicionar el género".

"Antes los autores, aunque con muchísimos lectores, siempre tenían muchos problemas porque los acusaban de ser una literatura menor", explica.

Sin embargo, los autores de este tipo de novelas conocen "más literatura negra que no negra", son "lectores compulsivos" desde niños y se han distinguido por desarrollar "una novelística distinta, pero temáticamente muy fuerte".

Y también, opina, han acuñado obras "con ese carácter de contar una época, las inconveniencias de un país, la pobredumbre, la clase de sociedad" en la que vivimos.

Que el género se revalorice es un aspecto que desde el gremio se espera sostener: "Para que los que nos siguen no tengan tantos problemas y pueda realmente durar muchos años la literatura policiaca mexicana en auge", concluye el autor.

nrv

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