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La propuesta del intelectual belga Philippe Van Parijs es muy sencilla pero al tiempo radical: quiere que el gobierno otorgue a los ciudadanos una cantidad de dinero frecuente, en efectivo, que no dependa de la situación laboral del ciudadano ni de la edad ni de la posición social, si trabaja o no trabaja, si tiene pocos o muchos recursos, si es mujer o es hombre, si son personas con discapacidad, niños o adultos mayores. Se trata de un modelo llamado ingreso básico universal que ha permeado en varias naciones y que ha despertado un gran interés en México.

Van Parijs, quien estuvo de visita en nuestro país para hablar de su libro Ingreso básico. Una propuesta radical para una sociedad libre y una economía sensata (Grano de Sal, 2017), escrito con su colega Yannick Vanderborght, dijo a EL UNIVERSAL que la idea es muy sencilla y que en naciones de África, India, Brasil e incluso México, puede ser un método para reducir la pobreza extrema. Sin embargo, indicó que la diferencia de programas sociales y el ingreso único es que él método que ellos proponen no es una trampa de la pobreza.

El miembro de la cátedra Hoover de ética económica y social en la Universidad Católica de Lovaina señaló que los programas de asistencia social que conocemos, como Progresa, Oportunidades y Prospera, en México, sólo dan estos subsidios a los pobres.

La idea no es nueva, en México ha habido varias iniciativas pero han caído en saco roto. Gabriel Zaid señaló hace varios años la posibilidad; Carlos Slim, en años más recientes, ha visto con buenos ojos ese mecanismo; legisladores del PRD lo han tratado de impulsar e incluso intentaron que se incluyera en la Constitución de la Ciudad de México; hace unos meses, dos diputadas de Morena hicieron una propuesta; y hace unos días, el Frente Ciudadano por México lanzó el ingreso básico universal como la más fuerte y principal propuesta social.

Philippe Van Parijs dijo que es pura casualidad que visitara México días después de la propuesta lanzada por el Frente Ciudadano, y aunque conoce algunos de los programas sociales, indicó que en realidad fue en esta visita de finales de noviembre que tuvo encuentros con gente de la UNAM, la CEPAL y que en la presentación del libro participaron Alicia Bárcena, Jesús Silva-Herzog Márquez, Zoé Robledo y Salomón Chertorivski.

Esta teoría se ha regado por Europa y ha llegado a América Latina, a México ¿Es viable o puede quedarse en una utopía?

En cada país hay desafíos particulares, es claro que esta idea que es muy sencilla, la idea de un ingreso incondicional tiene un significado y un sentido diferente en cada país; en muchos, como en India, por ejemplo, en algunas naciones de África y hasta en cierto punto en México o en Brasil puede ser un medio, un método para reducir la pobreza extrema pero sin crear una trampa de la pobreza porque el problema tradicional, habitual de los sistemas que conocemos como Progresa, Oportunidades o Prospera en México, o la Bolsa Familia en Brasil, es que se dan estos subsidios solamente a los pobres, esto quiere decir que cuando los pobres encuentran un trabajo pierden la ventaja de estos subsidios. Esa discusión mundial sobre el tema se ha llamado la trampa de la pobreza.

¿Cree que México tiene posibilidades de adaptarla?

En el contexto mexicano la cuestión es mejorar en la dirección de un ingreso universal, está ahí el sistema iniciado con Progresa, luego Oportunidades y ahora Prospera; lo que deben ver es cómo modificarlo sin perder los impactos positivos de estos sistemas pero al mismo tiempo disminuyendo los efectos negativos porque siempre hay esta trampa de la pobreza, que se da solamente a los pobres. Este es un tema muy general en la discusión sobre el ingreso básico, que cuando hay esta formulación famosa de un profesor inglés, “una política focalizada sobre los pobres es una pobre política”, porque cuando los pobres encuentran trabajo en vez de una recompensa hay un castigo porque se acaba el beneficio. Se debe pensar siempre en un contexto nacional teniendo en cuenta lo que existe porque es importante.

¿Qué diferencia hay entre el ingreso básico y estos programas?

La diferencia con estos modos de asistencia pública y asistencia social es que el ingreso básico es como un piso, no es una red de seguro; es un piso sobre el cual se puede caminar y construir una vida. Esta es la idea fundamental. Pero los pasos y las vías en esta dirección pueden y deben ser distintos en cada país. En los sistemas existentes de protección social hay dos elementos, uno viejo, que es el de la asistencia social que inició en el siglo XVI, un tipo de caridad para los pobres; y hay otro elemento más reciente, el del seguro social iniciado en Alemania a finales del siglo XIX, pero es una solidaridad entre trabajadores del sector formal. El ingreso básico es un tercer modelo y una innovación radical, no debe sustituir a los otros dos pero debe ayudar a que estos dos funcionen mejor que ahora.

¿En Europa han mostrado su interés, y en América Latina?

En muchos países hay un interés sin precedente, viene de partes muy diferentes de la sociedad. Markus Zuckerberg, el fundador de Facebook, ha dicho que el futuro es un ingreso universal; también Yanis Varufakis, el ministro de finanzas en Grecia habla de esta idea. Hay países en Europa en los que hay una discusión muy activa, por ejemplo en Italia la idea es defendida, pero de modo un poco confuso por el Movimiento populista Cinco estrellas; en Suiza hubo un referendo popular; el candidato francés socialista a la presidencia, Benoît Hamon, defendía la idea; pero no hay un país todavía en el cual se pueda introducir porque es un cambio radical en la concepción de la protección social.

¿Con qué modelo económico tiene mayores posibilidades?

Es difícil de decir, hay países como Holanda, donde casi toda la población ahora tiene un tipo de ingreso social, hay una gran parte que tiene dinero para los niños o para el desempleo o para los jubilados o para los inválidos, y los otros, con un trabajo regular, tienen también una reducción de los impuestos; casi no hay personas sin un tipo de ingreso del Estado; pero la resistencia está de partidos de la derecha y de la izquierda; es más la resistencia ideológica que las dificultades de financiamiento.

¿Algún día esta utopía será real?

Estoy seguro de que es posible, no puedo decir cuándo. Para la evolución de la esclavitud o para el sufragio universal había gente que defendía la idea muchos años antes de que se diera; por eso confío, claro que esta posibilidad política no corre si no hay gente para defenderla mucho antes.

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