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Socorro Gordillo trae lentes oscuros, no se nota pero está llorando. Seca sus lágrimas con el pañuelo que le han acercado, toma con fuerza la mano de su hija Adriana y sigue escuchando a su otra hija, Paulina, cómo cuenta que su padre, Fernando del Paso, vivió 50 años más después de haber superado un cáncer mortal y que esas cinco décadas estuvieron llenas de amor, de creación y generosidad.

Socorro apunta su cabeza hacia el piso y parece como si cerrara sus ojos para seguir escuchando cómo Paulina ahora lee un fragmento de Palinuro de México: “Lo que nunca jamás pudimos medir fue nuestro amor, porque era infinito”. Socorro, quizá, piensa en que a lo largo de 60 años de matrimonio con el escritor mexicano nunca midieron el amor y que sigue siendo infinito pese a que hace tres días él murió.

En el Palacio de Bellas Artes están los amigos de Del Paso y de su familia, Adolfo Castañón, Vicente Quirarte, Gonzalo Celorio, José Carreño, José Sarukhán, Homero Aridjis y Enrique Florescano. Todos montan guardia de honor mientras el Cuarteto Ramos toca algunas de las obras favoritas del escritor que nació en la Ciudad de México y residió en Guadalajara.

La lista de temas la armó Alejandro del Paso, pensó en todas las que le gustaban a su papá, La Traviata, Carmen; piezas de Mozart, Massenet, Händel. La música resuena en unas cuerdas dolorosas que interpretan, paradójicamente, sonidos festivos.

Alejandro lleva un saco rojo, como los que le gustaban a su padre. Y lee “Allí está todo el año”: “Cuando yo me muera, allí está todo el año: tómalo. Cuando yo me muera, cómprate un calendario y por cada mes que todavía me quieras, deshoja la hoja, arráncala, arrójala”.

Hay más aplausos y más lágrimas. Vicente Quirarte da las gracias al amigo generoso y maestro inagotable. “Buen viaje capitán, tú que tantas navegaciones nos has dado. Que descanses en paz es un consuelo para quienes de este lado resistimos. Por ahora, hay que librar una batalla contra el simple dolor de no tenerte”.

Silvia Lemus y Cristina Pacheco abrazan a Socorro, acaso para darle fuerzas para esa batalla contra la ausencia. Ellas, guerreras invencibles.

A las guardias de honor se suman los familiares, los funcionarios culturales, incluso los funcionarios de la próxima administración, como Alejandra Frausto, quien será la siguiente secretaria de Cultura.

Los lectores de Del Paso caminan frente a la urna. Y hay más aplausos y ovaciones. Un gran retrato de Del Paso parece admirar ese adiós triste, esa promesa de no olvidarlo.

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