parece una ciudad en obra negra, dice Miguel Benítez, fotoreportero originario del puerto, sobre el paso del , que arrasó con la mayor urbe de Guerrero el pasado 24 de octubre. No es fácil calcular la huella del desastre: el número de muertos, la gente que perdió sus pertenencias, los estragos y la fuerza para salir adelante.

Los daños en la infraestructura hotelera o en la famosa torre del bungee, por ejemplo, concentran las miradas, pero no se deben olvidar sus principales recintos culturales: el Centro Cultural Acapulco, el Fuerte de San Diego y su Museo Histórico, la Casa de los Vientos (que alberga un mural de Diego Rivera), algunos espacios independientes dedicados al arte y bibliotecas públicas que forman parte de la Red Nacional.

Sobre la Costera Miguel Alemán, el predio que alberga el Centro Cultural es amplio; la Gran Galería tan solo mide 300 metros cuadrados. Antes del paso de Otis, el Centro, inaugurado en 1976, tenía, además, otra galería, la Ixcateopan, de más de 93 metros cuadrados, un auditorio al aire libre, la Biblioteca Carmen Romano de López Portillo, cuyo acervo era de alrededor de dos mil volúmenes, el Museo y Salón de la Fama del Deporte Guerrerense y una librería Educal.

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El Centro Cultural Acapulco abrió sus puertas hace 47 años y en él había biblioteca, librería, teatro, espacios para enseñar danza y dar talleres, galerías y un museo del deporte; en muchas áreas del complejo, donde la comunidad retroalimentaba sus necesidades artísticas y culturales, hubo afectaciones graves o pérdida total. Fotos: Valente Rosas | El Universal
El Centro Cultural Acapulco abrió sus puertas hace 47 años y en él había biblioteca, librería, teatro, espacios para enseñar danza y dar talleres, galerías y un museo del deporte; en muchas áreas del complejo, donde la comunidad retroalimentaba sus necesidades artísticas y culturales, hubo afectaciones graves o pérdida total. Fotos: Valente Rosas | El Universal

En meses recientes la prensa local denunció el descuido de la infraestructura del centro cultural más importante de Acapulco: pocas exposiciones, mal estado del inmueble e incluso la realización de eventos para recaudar fondos. Pero no es necesario decir que eso ha pasado a segundo plano. Hace un par de semanas, se anunció el Festival Gastronómico y Cuarto Encuentro de Cocineras Tradicionales, a realizarse los días 28 y 29 de octubre con Michoacán como Estado invitado, evento que se canceló por la entrada del huracán. Al menos 14 talleristas ofrecían clases de robótica, escultura, dibujo, vocalización, canto coral, guitarra, violín, danza moderna, dibujo y pintura, ajedrez, piano, estimulación temprana y ballet clásico, a las que podían asistir niños y jóvenes; el mercadito cultural de artesanías, prendas y gastronomía también estaba programado para fechas recientes; había bazares y actividades dominicales.

La vida de una comunidad estaba allí y pocos dimensionaron los daños que se avecinaban. Valente Rosas, fotógrafo de EL UNIVERSAL, cuenta que, al interior del Centro, quizá el 90% de los árboles —todos de grandes dimensiones— se derrumbaron, con las raíces rompiendo el asfalto. No es un caso aislado: Acapulco, abunda Benítez, se quedó sin árboles.

Ahora hay autoridades de la Secretaría de Cultura estatal que han llegado para resguardar el sitio. Antes de que acabara la última semana era difícil el acceso, puesto que las rejas de la banda perimetral, hacia la Costera, en las que se montó una exposición fotográfica, quedaron dañadas casi por completo. En la librería Educal, continúa Rosas, hay que suponer que el aire hizo remolinos, sacó los libros y cientos de estos quedaron sobre el suelo, como basura mojada; lo mismo aplica para la biblioteca. Los espejos laterales de la sala dedicada a la danza quedaron destruidos, tal como el escenario del teatro al aire libre. El área de talleres también está destrozada

Una imagen constante, no sólo en estos recintos, sino en la ciudad, es la de las ventanas rotas, y la mezcla de hojas, lámina y basura por todas partes. Quedan cimientos o meras construcciones de pie.

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En el Centro Cultural se ofrecían talleres de ajedrez, de grabado y visitas guiadas a estudiantes. Foto: Valente Rosas | El Universal
En el Centro Cultural se ofrecían talleres de ajedrez, de grabado y visitas guiadas a estudiantes. Foto: Valente Rosas | El Universal

Dentro del Centro Cultural se venden artesanías y hay gente que vigila esto, continúa Rosas. No hay indicios de robos: “Difícilmente la gente rapiñaría libros. Todos están en el piso, mojados, hechos pedazos. Tampoco creo que alguien haya robado artesanías. A un lado hay un famoso restaurante-bar, en el que parece más probable que sí haya habido rapiña, pero no aquí”, dice.

Sobre el Fuerte de San Diego, que está habilitado como campamento de la Guardia Nacional, sólo se tiene reporte de que los ventanales del acceso del lado de la Costera se rompieron. Justo por encontrarse la Guardia Nacional allí, es difícil el acceso por tierra; los alrededores están repletos de basura, hojarasca y pedazos de fierro que las personas juntan y repliegan hacia la banqueta. La obra permanente de su museo, detalla Benítez, está resguardada, aunque el INAH no ha dado muchos recursos para su reactivación.

En el cerro de La Pinzona se encuentra la Casa de los Vientos, donde Diego Rivera vivió e hizo algunos de sus últimos murales. Si bien, no estaba abierta al público, en marzo de 2021 empezaron tareas de restauración. Ambos fotógrafos confirman que no se cayó ninguna pieza incrustada en el mural exterior. Sí hubo árboles tirados, explican, pero la afectación es menor a la del Centro Cultural. “No había obra que sustraer o algo qué robar en la casa. La obra de Diego está incrustada en las paredes”, afirma Benítez.

La Secretaría de Cultura federal respondió a sobre las 12 bibliotecas públicas de Acapulco que integran la Red Nacional: “Lamentablemente, nos reportan que las bibliotecas en la cabecera municipal son pérdida total, el resto está en proceso de evaluación. Se buscan los mecanismos necesarios para que funcionen a la brevedad, sin anteponer las prioridades de la ciudadanía. Cabe mencionar que los bibliotecarios son empleados de los gobiernos municipales, y se les apoyará en lo necesario, al igual que a todos los agentes culturales”. Aunque Benítez ha confirmado, al menos, que la Biblioteca pública No. 22 Alfonso G. Alarcón sólo tiene basura y láminas en la entrada, pero no sufrió afectaciones.

Para los recintos independientes o pequeños, es más difícil la situación, puesto que están colapsados, abunda el fotoreportero y menciona uno en concreto: el Centro Cultural Durango en la colonia Progreso, el cual “quedó muy lastimado, en medio de árboles caídos, filtraciones de agua, iglesias también con ventanales rotos y tiendas saqueadas”.

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Alrededor de 15 murales de arte urbano hecho por Víctor Mendoza Martínez Borrego, están en buenas condiciones, aunque sí se mojaron piezas de ciertos artistas, resguardadas en sus casas: Raúl Fombona, Luis Vargas Santa Cruz, Miguel Ángel Sotelo son los que Benítez reporta. En DEMINA, Laboratorio de Artes en Acapulco hay una exposición de grabadores guerrerenses que quedó intacta.

“En Los Pinos se iba a hacer la exposición Original. Guerrero estaba invitado. Hay un coordinador estatal, Justino Damián, y a través de él, tengo entendido, se estaba viendo la posibilidad de entregar apoyos por parte de la federación para artesanos. Pero no he podido comunicarme con él, la señal es difícil”, dice Benítez.

La Secretaría de Cultura federal informa que en “noviembre se harán eventos específicos para ayudar a los agentes culturales y a sus familias. Esta semana daremos a conocer la programación”. Mientras que la secretaria, Alejandra Frausto, participó en el Centro de Mando para la Atención de efectos del Huracán Otis. El reporte de las acciones que se implementarán para apoyar a las familias de maestros y alumnos de los Semilleros de Acapulco, se dará a conocer hoy. Benítez se pregunta por qué si existe un registro nacional de artistas y agentes culturales como Telar, no es aprovechado en este momento para crear una red de apoyo. No basta que la comunidad se solidarice. La ayuda llega a cuentagotas, los víveres se destinan a colonias de la periferia, mientras el puerto no se da abasto. El sol, brutal, complica el trabajo. En las noches, la gente quema basura acumulada en una oscuridad casi absoluta, dice el fotoreportero antes de perder comunicación otra vez.

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