Si algo ha mostrado el proceso en torno del legado de Octavio Paz tras el deceso de la viuda del escritor, Marie-Jo Tramini, es que ninguna autoridad estaba preparada ni sabía qué acciones tomar en materia jurídica y testamentaria.

Ante la falta de información y algunas contradicciones como si existía o no un representante legal de la musa del poeta, la percepción fue de inacción institucional, que algunos interpretaron como omisión y otros como desinformación.

Fue evidente que necesitaron asesoría para determinar a quién le correspondía llevar el proceso de la herencia del escritor: a las instituciones culturales de la Federación, o a las de la Ciudad de México donde nació y vivió el Nobel de Literatura, o a las autoridades civiles de la capital.

Nos confirman que no existe un testamento de la viuda del escritor, fallecida el pasado 26 de julio. Y este hecho es el que llevó al acuerdo institucional que se alcanzó este viernes entre las autoridades locales y federales que eligieron trabajar en conjunto para respetar la voluntad del poeta que en su testamento estableció que sus archivos permanecieran en custodia de El Colegio Nacional.

Pero el proceso todavía tiene muchas trabas que librar: la declaratoria de Monumento Artístico, el hecho que pudiera aparecer un pariente de Marie-Jo Tramini, el tema de quién heredará los cinco inmuebles y, lo más importante todavía, quién manejará los derechos de autor del poeta mexicano.

ml

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