A través de dos líneas temporales —la primera, en la época de la Santa Inquisición y la tortura de mujeres; la segunda, en el presente, al interior delde Santa Martha Acatitla— se desarrolla el argumento de Alquimia y transmutación. Mujeres presas dentro y fuera de una cárcel, obra escrita y dirigida por Arturo Morell, quien también es abogado, productor, actor y cineasta; venas que ha hecho coincidir a través de los programas de teatro penitenciario que desarrolla desde la Compañía Teatral de Personas Privadas de la Libertad, surgida en 2004 y conformada por 42 mujeres, y la Compañía Teatral de Personas Liberadas, que data de 2018 e integran 35 mujeres y 10 hombres.

La comparación es clara: la persecución y el castigo femenino a través del tiempo son explorados bajo dos contextos paradigmáticos. En el segundo piso de La Nana de ConArte, recinto que antes fue una de las sedes del Salón México, el público atraviesa el escenario, mientras las actrices gritan y piden ayuda en la representación de una Noche de San Juan, el momento en que las brujas son liberadas. Las actrices, mujeres liberadas de la cárcel, confrontan a la Iglesia y la hipocresía de la sociedad. El castigo por ser mujeres. La siguiente escena transita hacia el interior de la cárcel femenil. El día a día, las historias y las penas de cada rea. El reclusorio femenil en el que ensayan al personaje de Dulcinea o a las brujas ante la Inquisición. “Me dejaron cicatrices en el alma, no me importaría tenerlas en la piel”, cantan. Entre el público hay gente que no logra contener las lágrimas frente a la catarsis en escena.

Catártico y doloroso, así es el teatro penitenciario
Catártico y doloroso, así es el teatro penitenciario

Una de sus obsesiones fue la figura de Don Quijote. “Siempre pensé que mi parte quijotesca era la teatral: vamos a cambiar al mundo a través del arte y de la cultura. El Derecho era la parte de Sancho; me encuadraba mucho. Me acuerdo que desde la secundaria y la preparatoria organizaba a mis compañeros para hacer obras de teatro y llevarlas a asilos de ancianos. Así evolucionó esta vena de trabajo social. Cuando estudié Derecho, me iba con amigos a algo que yo llamaba ‘cuadrillas para divulgar las garantías individuales’. Divulgábamos las garantías individuales en las comunidades”.

El director, quien también fue cónsul cultural de México en Miami y ha recibido los reconocimientos de la Asociación de Periodistas Teatrales y la Asociación Mexicana de Críticos de Teatro, recordó que en ese momento le impresionó mucho haber escuchado varias veces que la esclavitud no existe en el presente, pero conoció a gente cuya jornada de trabajo al interior de una mina era de 14 horas. El teatro, entonces, se le perfilaba como la puerta para dar un mensaje contundente.

Catártico y doloroso, así es el teatro penitenciario
Catártico y doloroso, así es el teatro penitenciario

Estas experiencias llevaron a Morell a buscar acciones más contundentes. Lo confrontó, en particular, un encuentro en España donde la gente no creyó lo que él dijo sobre las cárceles del país. Le respondieron que en México la imagen de las cárceles era la de un candado oxidado. El mensaje, entrelíneas, era que no creían en la posibilidad de redimir a una persona que estuvo en prisión. “Tengo que demostrar que no es así”, se dijo.

“Empezamos una versión libre del musical El hombre de la mancha, una historia donde Cervantes confronta a los presos de Sevilla, en el siglo XVI, haciéndolos interpretar a los personajes de Don Quijote. Entonces, los presos del siglo XX interpretaron a los del siglo XVI”.

La obra fue vista por más de 70 mil personas y se presentó en la cárcel de Guanajuato como parte del Festival Internacional Cervantino. “Eso fue una dignificación impresionante para ellos”. Ahora faltaba la otra parte: reflejar las diferencias entre las cárceles de mujeres y las de hombres; los tratos distintos y los privilegios, algo que subrayan las propias integrantes de las compañías. El proyecto Alquimia y transmutación también se presentó hace cuatro años en el Cervantino. La confrontación, contó Morell, entre lo que vio el público y el escenario fue la razón del subtítulo: mujeres presas dentro y fuera de una cárcel.

Catártico y doloroso, así es el teatro penitenciario
Catártico y doloroso, así es el teatro penitenciario

“Mucha gente que salía libre se involucraba en los proyectos. Primero fue un chico de Tlaxcala, en 2007, salió y me dijo que la obra lo cambió profundamente. Entonces lo contraté y fue un colaborador estupendo”, contó.

Después de ese primer caso, quienes salen libres tienen la oportunidad de colaborar en los proyectos. Además de Alquimia y transmutación, las dos compañías tienen otras dos obras en la actualidad: Yo soy y existo y Pastorela de la integración chilanga. Al director le interesaba representar proyectos de teatro-espejo, “que el teatro se convirtiera en un puente a la libertad, que lo que sucede al interior de Santa Martha continúe: las mismas canciones, el mismo reparto”.

También adelantó que hay un proyecto de trasladar las funciones a las mujeres privadas de su libertad. Un paréntesis breve en la reclusión que puede significar mucho, además del valor catártico del teatro, para alguien que paga una condena.

“El arte permea en el ser humano para conectar con su interior y su entorno. Pero no es una fórmula. Hay más posibilidades de comprender más el entorno si hay una sensibilidad artística”, concluye Morell.

Morell cree en estas mujeres. “Como decía Don Quijote, donde hay basura, hay tesoros escondidos”, cuenta García, una rea de 45 años que se encuentra en Santa Martha Acatitla y es integrante de la compañía desde 2015.

“Aquí no vengo a pagar el delito que traigo, sino la pobreza. Pero a través del teatro puedo sentirme libre en la reclusión y ponerme en los zapatos de las compañeras para entender que todas estamos en la misma situación. El ego hace que uno critique sin ver más allá, nuestra vida misma es una obra de teatro”.

García lleva más de 11 años recluida. Fue acusada de delincuencia organizada y secuestro agravado. La torturaron, cuenta, para que firmara papeles, pero ahora la Comisión de Derechos Humanos la ha amparado. “Aquí adentro te tratan como culpable, pero no les consta tu delito. El teatro me ha dado mucho, ahora tengo más conciencia, más madurez, nadie es para no perdonar y no dar un abrazo”. Por su parte, Sandra Martínez está en la compañía desde 2018 y dice que el teatro la ayudó a quitarse etiquetas. Actúa en la obra que puede verse los viernes de noviembre, a las 20 horas en La Nana de ConArte.

Leer también: 

para recibir directo en tu correo nuestras newsletters sobre noticias del día, opinión, planes para el fin de semana, Qatar 2022 y muchas opciones más.