Es sabido, los clásicos siempre están ahí. Cruzan el tiempo. Se sostienen. La relación de Arturo Pérez-Reverte con la Argentina revisa, una y otra vez, los puntos que tienden su tejido con este lado del Atlántico. La presentación de un libro nuevo, el encuentro con sus lectores, su amistad con Jorge Fernández Díaz , con quien comparte, entre otras cosas, que ambos ficcionan mundos de espías.

En el marco de la 45° Feria del Libro , el escritor español, miembro de la Real Academia Española (RAE), fue a Argentina a presentar "Sabotaje" (Alfaguara). Título con el que se cierra la trilogía de Lorenzo Falcó, el espía "amoral", que en esta aventura tiene la tarea de impedir que el Guernica, de Picasso, pase a la historia.

-Habías dicho que Falcó se iba a retirar en Buenos Aires. Viviría en el Alvear, desayunaría con su amigo Remil. ¿Cuán cerca está el narrador de cumplir esa promesa?

-Sí, voy a hacerla. Un libro, no sé. Ahora acabo de terminar una novela nueva que se publicará en otoño, me queda un mes de trabajar para corregir y después quiero cumplir mi promesa con Jorge Fernández Díaz. Será un relato corto. Contaré cómo una mañana Remil y su jefe están en el Hotel Alvear y ven bajar a un señor mayor, español, que se va andando a La Biela a desayunar. Y se van con él. No sé si haría una novela. Porque no sé lo que me queda como escritor, si me queda una novela o veinte. Depende del tiempo de vida.

Frente a tantas discusiones sobre el lenguaje que te hicieron enojar, ¿no cansa, a veces, ser académico?

-No me canso porque no le dedico más que el tiempo suficiente. Yo no estoy en contra del lenguaje inclusivo. Soy consciente de que ha estado en manos de un sistema heteropatriarcal, que ha sido injusto con la mujer. Estoy de acuerdo. En mis novelas, los personajes femeninos saben bien cómo considero a la mujer.

Es más, mi novela "La reina del sur" se utiliza en una cátedra de literatura feminista como ejemplo de novela feminista. Dicho lo cual, hay una cosa que se llama lenguaje. Yo trabajo con eso, como el mecánico trabaja con palancas, llaves inglesas. No puedo permitir que me perturben la herramienta con la que trabajo. Puedo aceptar que se modifique y modernice, como la tecnología nueva en un auto, lo que no quiero es que me quieran cambiar la máquina o que alguien que no sabe de mecánica me quiera decir cómo arreglar un coche. La estupidez es la frontera, el sentido común. No puedo aceptar que me digan que hay que escribir con la arroba, es que escribo todos los días, me gano la vida con esto, ¿cómo voy a transformar mi escritura? No me toquen la herramienta.

-Barcelona es ciudad invitada en esta Feria del Libro, ¿a qué españoles recomendarías?

-Sergio Vila-Sanjuán. Es el director del suplemento cultural más importante y antiguo, La vanguardia. Un hombre muy interesante, brillante, el que mejor puede hablar de cultura, sobre Cataluña, España. También a Rosa Montero, es una feminista formada. Tiene prestigio.

-De cara a las próximas elecciones del domingo en España, ¿en qué lugar está la cultura en relación con esto?

-No existe. En este debate político que lleva tanto tiempo ya, porque hay muchas tensiones diferentes que están en juego. Dolorosamente la cultura está ausente por completo; es el lujo complementario, el adorno. Hace poco salió una entrevista al presidente Sánchez donde hablaba de libros, y fue el único momento en que habló de cultura, de lo concreto, de libros, pero nadie le ha preguntado qué lee. Nunca se ha sido tan poco libre como en este momento. En España, la Argentina, en Occidente.

-¿A qué te refieres?

Antes había dos grandes factores represores de la libertad: la Iglesia y los totalitarismos políticos. Podrían ser tanto comunistas o de izquierdas como de derechas. Pero contra eso podías luchar. Yo podía decir: quiero defender el aborto y nadie me metía en la cárcel. Pero ahora te pueden denunciar por tocar sin querer, sin intención, a alguien. O que se diga algo sobre los niños y la educación. Todo lo que se dice está sometido a la sanción social, a las redes sociales. Y la gente, que aun estando de acuerdo con eso no lo manifiesta por miedo a ser víctimas de eso. Nunca hemos estado tan sometidos a la presión social como ahora.

-Volvamos a Sabotaje. Muchos lectores se preguntan sobre ese contraste entre Falcó y el porqué de tu elección por el Guernica, de Picasso.

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Es que es la Guerra Civil española y un cuadro emblemático. La idea de tener a mi espía franquista queriendo arruinarle el cuadro a Picasso, me encantaba. El París de esa época es un París mitificado y me apetecía meter a Falcó que es un lobo, un tipo que no lee libros, que no sabe de arte, que lo que le gusta es la adrenalina.

A ese personaje le parece bien cargarse el Picasso. Yo soy un novelista, no hago novelas para cambiar el mundo, yo las hago para divertirme. Cuento historias y me la paso muy bien.

akc

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