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A pesar de las disculpas del responsable de una censura en ARCO, el director de la Feria, Carlos Urroz, reitero ayer que la decisión de retirar la obra Presos políticos en la España contemporánea, del español Santiago Sierra, ha sido “desacertada” y calificó este hecho de “triste y aislado, que no se debe volver a repetir”.

Clemente González Soler, que preside IFEMA, el recinto ferial que acoge ARCO, pidió el miércoles a la galería Helga de Alvear que retirase la pieza de Sierra ya que retrata a 24 encarcelados por delitos relacionadas con la ideología, entre ellos tres políticos catalanes que esperan juicio por participar en la declaración de independencia de Cataluña.

El jueves, el responsable pidió una disculpa. González Soler, empresario del aluminio con un cargo administrativo pero sin competencias sobre arte, aseguró que no pretendió “ejercer ninguna censura a la creación”, y que desde IFEMA se aceptan “las críticas recibidas, comprendiendo que se debe evitar en el futuro cualquier circunstancia de esta naturaleza”.

A pesar de esas disculpas, el recinto ferial no se planteó reponer la obra, que fue sustituida por cinco fotos del alemán Thomas Ruff. La impresión entre los artistas y visitantes de la feria era que la prioridad de IFEMA fue evitar que el rey Felipe VI, pudiese ser fotografiado junto a la obra de Sierra al inaugurar el evento. Ayer, tras la presentación de Perú como país invitado de ARCO 2019, Urroz dijo que la feria “ha aprendido que eso no se hace. ARCO tiene una parte científica que son las galerías y el comité organizador, que es quien decide los contenidos, no en función de su contenido político o expositivo, sino de la calidad e interés de sus artistas”.

Más casos polémicos. Es la primera vez en 37 ediciones que ARCO retira una pieza, pero no hay año que la feria no genere una polémica. La más sonada fue en 2012, con una estatua de Eugenio Merino que retrataba al dictador Franco en una nevera, como denuncia de los intentos por mantener viva su obra. Dos años antes, el mismo escultor presentó un clérigo judío, uno cristiano y uno musulmán, uno encima del otro al lado de un arma, con el título Starway To Heaven. En 2013 se exhibió una esvástica con luz verde de farmacia, en 2014 a dos streapers reales en una barra americana.

Este año se ha sumado Santiago Sierra, un artista controvertido cuya primera obra polémica fue una actuación en México en 1998. Se tituló Línea de 30 centímetros tatuada sobre una persona remunerada, y consistía en un tatuaje a cambio de dinero. Con esta crítica a la lógica capitalista abrió una serie de obras en las que incluso pagaba a drogadictos con dosis de heroína.

El efecto al censurar la última obra de Sierra fue el contrario al que buscaba IFEMA. Gracias a las reproducciones que se vendían en el stand por 10 euros, su difusión fue máxima, y la obra original se vendió por encima de los 80 mil euros en que estaba tasada a Tatxo Benet, empresario catalán que ha anunciado que la cederá a un museo.

***Con información de EFE

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