Cuando hace unos siete años invitaron a la dramaturga yucateca Conchi León a trabajar en reclusorios, porque "el Bicentenario debía ser una celebración aun para los que se encontraban presos", lejos estaba de imaginar que con los años el teatro penitenciario se habría de convertir en una de las experiencias que más ha transformado su vida.

Una experiencia enriquecedora en muchos sentidos, dice, porque también en lo más oscuro ha encontrado luz, porque ha aprendido a crear a partir de cero, y a descubrir que donde no hay nada para hacer teatro, realmente hay mucho para crear la magia, transformando además la vida de quienes han encontrado en esta disciplina una forma de hallar esperanza.

Conchi León estrena esta noche, en el marco del Festival Internacional de la Cultura Maya (FIC Maya) la puesta en escena "De coraza", que escribió, actúa y dirige.

Una obra que montó el año pasado con internas del penal local, quienes trabajaron para "sacar sus demonios" y contarle al público que aún tras las rejas hay seres humanos capaces de sacar lo mejor de sí.

El montaje, repuesto con un elenco conformado por Addy Teyer, Ilse Morfín, Susan Tax y Susi Estrada, en los monólogos, y colaboración especial de Oswaldo Ferrer y Conchi León, porque "no hay forma ni condiciones para sacar a las reclusas a dar una función de teatro", se presentará a las 21:00 horas, en la ex penitenciaria Juárez, donde las historias de cuatro mujeres tomarán forma para mostrar que a ese lugar "nadie llega por rezar el rosario".

Entrevistada durante uno de los ensayos de "De coraza", la dramaturga recordó que fue un shock el primer contacto con los varones para montar la obra de teatro "Los caídos del Bicentenario", pero el resultado "fue muy padre", dice, porque se fueron involucrando poco a poco en todo el proceso, pidieron que al grupo se le llamara Libertad y hasta hubo reos haciendo escenografía.

Luego hubo muchos amigos suyos que se fueron sumando y que se acercaron para apoyar el proyecto, algunos para tomarles fotos, otros para ofrecerles charlas sobre escritores alguna vez presos, "y todo ello gracias al apoyo del director del penal que me permitió hacer las cosas a mi manera, entonces me dí cuenta que se puede abrir una puerta y pudimos hacer más que teatro. En esos años, añadió, tenia la necesidad de trabajar con las mujeres pero me decían que rea difícil, porque son diferentes, tienen sus temores, sus distancias, "pasé un mes con la hoja blanca, como que había como una rivalidad, una desconfianza, y estuve a punto de decir me equivoqué, no me supe ganar su confianza".

Al final, señaló, las cosas empezaron a fluir pero "me di cuenta de que existe un estigma muy grande, les quitan a sus hijos, muchas están ahí solo por ser cómplices silenciosas; las mujeres de la cárcel son abandonadas, lo que no pasa con los varones, que reciben hasta cuatro visitas a la semana".

El impacto fue más fuerte porque con los hombres se trabajó una ficción, con las mujeres eran sus propias historias, la catarsis fue diferente. Luego vino la invitación de Itari Marta para trabajar con la compañía de Teatro Penitenciario, del Carretera 77, con gente que hizo teatro en Santa Martha Acatitla, ya salieron y quieren seguir haciendo teatro, así que los buscaron y ahora están ofreciendo temporada de la puesta en escena "La espera", en uno de los espacios de Foro Shakespeare, en la capital mexicana.

Es gente muy comprometida, que aunque les falta formación como actores, "es muy importante la labor de readaptación que estamos logrando porque están 100 por ciento dedicados al teatro".

Sobre si en algún momento ha tenido dudas o prejuicios para trabajar con ellos, por las circunstancias que los envuelven, reconoció que hubo un sólo momento en el que se preguntó si realmente se involucraría en un proyecto así, y la respuesta fue, hacerlo cómo ella es, por ejemplo, presentándose a los centros penitenciarios sin escoltas ni trato especial. Lo que sí es cierto, dijo, es que hay historias muy fuertes que aunque te plantees la idea de que tu no estás ahí para juzgarlos, no puedes ser indiferente a ellas. Por otra parte, en cuanto al impacto que ha tenido este teatro, comentó que casi todos sus proyectos tienen un fondo, porque lo que quiere no es hacer una obra de teatro sino generar movimientos, denuncias, visibilización de la violencia, y en ese sentido ha habido resultados muy alentadores, como cuando alguno de sus alumnos le preguntó si al salir le daría trabajo como actor.

"Entonces me di cuenta de que era real, porque pueden tener una condena de 20 años por delante y están pensando con aliento en qué van a hacer cuando salgan, en hacer teatro para no pensar en lo mismo, en me voy a matar, etcétera". Pero el impacto ha sido de ida y vuelta porque, recordó, hace seis años ella tenía serios problemas de ira, y cuando empieza a conocer a gente que por un momento de ira purga condena de 20 años en prisión, se dio cuenta de que era muy afortunada y tenía que canalizar toda esa energía negativa hacia algo positivo.

"Fue muy fuerte para mi ver también como los niveles de violencia pueden estar en uno y fui trabajando esa parte que, afortunadamente, he dejado atrás; me ha transformado mucho porque en la cárcel no hay nada, sólo tienes tu ingenio y la voluntad de ellos.

"Me di cuenta que yo, afuera o adentro, puedo hacer teatro. La voluntad del ser humano ahí se manifiesta y creo que mi voluntad debo encaminarla a otro lado, es una de las experiencias que más ha transformado mi vida", sostuvo tras añadir que en el teatro penitenciario tienes que partir de lo que no tienes, porque no vas a tener las luces, un escenario, toda la parafernalia que tiene un escenario profesional. A cambio, explicó, hay mucha generosidad, "gente que te dice: 'si quieres yo puedo donar vestuario, yo puedo ponerles música', lo que no tienes por las limitaciones del espacio, sí la tienes de otros artistas que se suman y colaboran, es una experiencia agridulce porque no hay nada y a la vez hay mucho".

Sobre la llegada de "De coraza" al FIC Maya, donde se presentará con música en vivo, reconoció que se debe a la entereza de su presidente Jorge Esma, que siempre tiene un espacio para sus producciones, sin embargo, adelantó, no se descarta que en febrero del año entrante, el montaje con actrices pueda ser presentado en La Capilla, a invitación de Boris Schoemann. Por ahora, en la capital mexicana lo que se puede ver es el montaje "La Espera", en la que desde el 5 de octubre participan Javier Cruz, Ismael Corona, Héctor Maldonado y Feliciano Mares, todos bajo la dirección de Conchi León y co dirección de Oswaldo Ferrer; la iluminación de Esaú Corona.

sc

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