Más Información
/cloudfront-us-east-1.images.arcpublishing.com/eluniversal/FD5A65JPWJCARALYCR6HXF4OVU.jpg)
/cloudfront-us-east-1.images.arcpublishing.com/eluniversal/JP6NTJ7L7RDYDMHM2W5UOU2IFU.jpg)
/cloudfront-us-east-1.images.arcpublishing.com/eluniversal/CIT5K7VI6FAYHALSQRLEQPNMO4.jpg)
yanet.aguilar@eluniversal.com.mx
Guanajuato.- Despojados de toda indumentaria ornamental, sin más arma artística que las palabras, dos actores sobre el escenario donde hay solo una mesa con dos sillas blancas y un piso cubierto de pequeñas casas japonesas, todas iguales, todas inciertas, dan rienda suelta a una cascada de palabras de 70 minutos en la puesta en escena “Un día tranquilo” o simplemente “P.”, montaje de Mikuni Yanaihara Proyect .
La expresión dramática es poderosa sobre el escenario, lo es también el desgaste de los actores que nunca hacen silencio , más bien son una explosión frenética de palabras que nunca paran, que se han a la cara y atropellan al espectador que es testigo mudo de una discusión apocalíptica de un matrimonio joven presa de la soledad y pérdida.
El Teatro Cervantes
es el escenario donde ocurre esta pieza teatral protagonizada por Nozomi Kawata y Daisuke Mtzunaga, con texto y dirección de Mikuni Yanaihara, quien quiso que el contexto de esta historia fuera la repentina muerte de más de 5 mil personas en 20 minutos, durante el temblor ocurrido en Japón, en marzo de 2011.
“P.” o “Un día tranquilo” juega con distintos volúmenes de voz, tonos y significados, así como enfáticos y vertiginosos movimientos sobre el escenario, saltos sobre una mesa, cambios constates de lugares, movilizaciones imparables de silla, carreras frenéticas, sobresaltos del sueño y de la vida, que también se reflejan en videos, proyección de fotos, imágenes y sombras que avanzan.
La puesta en escena que tiene funciones hoy y mañana en el Teatro Cervantes, en el marco del Festival Internacional Cervantino, propone al espectador hacer un alto en el camino para realizar un recorrido por nuestra memoria, por esos días que acumulamos como si pudiéramos dilapidar el tiempo, sin tomar en cuenta la efímera belleza que contiene cada día de nuestra vida.
