Una obra de teatro en la que Jesucristo es una transexual, prohibida por orden judicial; una exposición que reflexiona sobre diversidad sexual y religión, clausurada por presión de grupos tradicionalistas. Una ola conservadora impone su voz en Brasil y abre debates sobre arte y censura.

El episodio que encabeza todas las polémicas es la muestra de arte contemporáneo "Queermuseu" (El museo 'queer' o 'gay'), clausurada anticipadamente en Porto Alegre (sur) por el banco español Santander, después que el Movimiento Brasil Libre (MBL) lanzara una dura campaña acusándola de fomentar la "pedofilia", la "zoofilia" y de atacar al cristianismo.

En el centro de las críticas de ese grupo famoso por sus multitudinarias marchas a favor de la destitución de la izquierdista Dilma Rousseff , estaba un cuadro que ilustraba poses afeminadas de menores ("Niño gay, travesti de la lambada"), uno donde Jesús es un mono en brazos de María, otro en que dos personas practican sexo con un perro y hostias intervenidas con las palabras "culo" o "vagina".

Medios brasileños aseguraron que esta exposición en pro de la diversidad sexual y religiosa iría a Rio de Janeiro, pero después de que la 'performance' de un artista desnudo en Sao Paulo volviera a generar un escándalo, el alcalde y pastor evangélico Marcelo Crivella quiso poner los puntos sobre las íes.

"No queremos esta exposición en Rio. Salió en un periódico que sería en el MAR (Museo de Arte de Rio). Sólo si fuera en el fondo del mar, porque en el Museo de Arte de Rio, ¡no!", dijo Crivella el domingo en Facebook.

La clausura del "Queermuseu" fue el pasado 10 de septiembre y podría haber quedado olvidada en el sur de Brasil, pero la historia se ha repetido en episodios similares y abrió un debate nacional.

Frente a las condenas y manifestaciones de grupos LGBT, agentes culturales y movimientos de la izquierda están los aplausos de los conservadores.

"¡Hay que fusilar a los autores de esta exposición!", llegó a decir el diputado de extrema derecha Jair Bolsonaro , un nostálgico de la dictadura, reconvertido evangélico, y segundo en intención de voto para las presidenciales de 2018.

El curador de la muestra fue llamado a comparecer este miércoles ante una comisión de investigación del Senado convocada por el evangélico Magno Malta .

La polémica, de hecho, abrió una serie de preguntas en un país que, con el ascenso del conservador Michel Temer en 2016, terminó con más de 13 años de gobiernos de izquierda. Y, también, donde las iglesias evangélicas están creciendo vertiginosamente, con cada vez más figuras en la primera línea política.

Pocos días después del cierre del "Queermuseu", fue la propia justicia la que bloqueó una obra donde se mezclaban religión y sexualidad.

Un juez de Sao Paulo prohibió el pasado 16 la representación de "El Evangelio según Jesús, Reina del cielo" en un teatro del interior del estado, protagonizada por una actriz transexual, atendiendo una petición de grupos católicos.

La policía llegó a confiscar un cuadro de denuncia llamado "La pedofilia" del Museo de Arte Contemporáneo de Mato Grosso do Sul porque un grupo de diputados lo consideró apologista.

Y la fiscalía investiga desde finales de la semana pasada si hubo actos de "pornografía" o "pedofilia" en la 'performance' de un hombre desnudo en el Museo de Arte Moderno de Sao Paulo , después que circularan vídeos de una niña y su madre tocándole el pie.

"A mi me gusta el arte, admiro el arte, pero todo tiene un límite", manifestó el alcalde de la ciudad, Joao Doria.

"No estamos viendo episodios aislados, es parte del clima político que se está construyendo y que entró en el campo de las artes, que siempre fue ese lugar autónomo, de provocación, de lo incómodo", dice a la AFP Ivana Bentes , curadora y quien fue viceministra de Cultura de Rousseff.

La censura en Brasil tuvo su último auge durante la dictadura militar de 1964 a 1985 y alcanzó a telenovelas, canciones o la prensa.

"La historia de la censura en Brasil fue fuerte, pero era solo del estado, ahora es del estado respaldado por movimientos conservadores organizados y desorganizados", cree Bentes.

En un país profundamente dividido, hay académicos que piensan que esos episodios se enmarcan en "tiempos de intolerancia" tanto de derecha como de izquierda.

Es "un síntoma de la falta de libertad de expresión y de un ambiente propicio a la censura", estima Cássio Oliveira, doctor en Filosofía del Arte.

nrv

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