#LaVozDeLosExpertos

“Privacy protection is a key element of customer confidence and a pillar of sustainable digital business development.” ―Stéphane Nappo

Prendes tu celular, te brincas la lectura de los términos de uso. Aún así, le pones aceptar a todo para que la app que instalas funcione como esperas y, con eso, se abre el candado a un tesoro que desconoces y todavía no valoras como deberías.

Los celulares, accesorios digitales y demás productos con acceso a internet no solo hacen lo que les pides. Estamos compartiendo muchísimos datos que no medíamos en el pasado para que nuestro presente sea más fácil: ubicación geográfica, los latidos del corazón, los pasos que damos, fotos de nuestra comida.

Los mensajes que sobran son los de las entidades que nos quieren proteger. Desde instituciones gubernamentales como el INAI hasta las empresas que dependen de la confianza para seguir adquiriendo datos. Por más que algunas digan que, como no viven de la publicidad, no se meten con los datos personales, tienen que dar acceso a aplicaciones para funcionar. La publicidad es muy criticada desde que no puedes ver un video en YouTube sin que aparezcan anuncios o leer un artículo sin antes dar más clics de los que darías al comprar online.

Pero la misma publicidad nos permite descubrir para qué más están utilizando los datos que deja mi celular como estela de cometa detrás de mis pasos si quiero ahorrar minutos en el tráfico o recomendaciones de un producto. No tiene nada de malo pero hay poca claridad. Investigaciones periodísticas descubrieron que algunas empresas tienen tanto acceso a nuestros datos que pueden saber exactamente la rutina de una persona.

Al conocer la rutina puedes mejorar la publicidad que ve cada quien en su celular, empujando mensajes y buscando conductas. Lo mismo puedes hacer con mensajes políticos u otro tipo de interés que manipule a las personas. Todo ese acceso que damos está perdiendo el equilibrio contra los beneficios que adquirimos en muchísimos servicios.

En el mundo imaginario todo ese poder de cómputo que ofrecen las empresas tiene que empezar a balancearse. ¿Los datos que compartimos con Google pagan nuestros 15 GB de almacenamiento? ¿Lo que damos de datos paga lo que nos da a cambio Facebook con su plataforma desgastada, Instagram y Whatsapp? ¿Las aplicaciones para estacionar en la calle realmente requieren tantos accesos para rentar temporalmente un espacio?

Un ejemplo más tangible con impacto directo a la billetera: desde agosto, no hay modo de que Mercado Libre / Mercado Pago pueda reembolsar una transferencia que hice para tratar de comprar un producto. Ellos dicen que no ven el depósito y piden algo que el banco no da. Así, mi dinero queda perdido. Me pregunto cuántos más tienen este mismo problema. Obviamente no hay institución que ayude y todos los formatos no son más que #ruidoblanco.

Tenemos, como usuarios y consumidores, que exigir una legislación que nos cuide más conforme crecen los accesos a nuestros datos y nos brinde claridad digital. Una política “libre de frustraciones” con transparencia.

Vayamos al 2019 con estas preguntas, pensemos en nuestros propósitos de control de nuestros datos y beneficios que recibimos por ellos.

... Mi humilde agradecimiento y deseos de un extraordinario 2019 para todos los lectores de White Noise.

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