De ser por décadas sostén y principal fuente de divisas e ingresos fiscales de los gobiernos y la Hacienda pública, Petróleos Mexicanos hoy se ha vuelto también, en medio de la peor crisis productiva y financiera de su historia, el estandarte ideológico de un cambio de timón en la política energética que se propone dar el presidente Andrés Manuel López Obrador. Pero el proyecto para devolverle a la minimizada empresa productiva del estado que heredó de su antecesor, su carácter de empresa estatal preponderante y dominante en el mercado petrolero, se topa con serias dificultades financieras y operativas que amenazan con dinamitar cualquier intento de rescate junto con la estabilidad de las finanzas y la economía nacionales.

Y aunque el gobierno federal hace su mayor esfuerzo por rescatar a Pemex de la quiebra con 5 mil millones de dólares y anuncia planes de inversión, ahorro, combate a la corrupción, robo de combustibles y hasta reducción de cargas fiscales, todo eso no es bien recibido por las agencias calificadoras y financieras externas que tienen a la empresa mexicana en la cuenta final y con los focos rojos, mientras la producción de la petrolera nacional sigue en caída libre y con las peores cifras de producción de los últimos 30 años. Ayer se anunció que en enero de este 2019, se produjeron sólo 623 mil barriles de petróleo, 15% menos que ese mismo mes del año pasado, y los peores números de producción de crudo que se hayan reportado desde 1990, según los reportes mensuales de la Secretaría de Energía.

Pemex, amenaza para la economía: Banxico

Para colmo, su director Octavio Espinosa anunció esta semana la cancelación de nuevos “farmouts” o convenios de asociación con empresas nacionales o extranjeras para explorar y explotar nuevos yacimientos petroleros en aguas profundas, y ahora las señales de alerta ya no llegan sólo desde las calificadoras extranjeras —a las que descalifica el presidente—  sino también del Banco de México, que en la minuta de su última reunión del jueves pasado, donde analizó la situación actual, calificó a la petrolera y su futuro, como una de las “amenazas” a la estabilidad económica del país.

“El deterioro de su calidad crediticia podría impactar el costo financiero del gobierno y, en general, a las condiciones de acceso a financiamiento externo de México”, dijeron los miembros de la Junta de Gobierno del banco central, en un diagnóstico interno que coincide con las alertas externas de agencias que advierten que si no se resuelve la deuda de Pemex y su viabilidad financiera, ésta podría arrastrar al país.

Así nos acercamos al próximo aniversario de la expropiación petrolera, el 18 de marzo, una fecha que este año recuperará toda la importancia y recordación que perdió en los últimos gobiernos. La gesta del general Lázaro Cárdenas que nacionalizó la industria petrolera será ahora recuperada y exaltada por López Obrador en momentos en los que sigue el desmantelamiento de la Reforma Energética de su antecesor, que pretendió revertir ese proceso histórico. La pregunta es qué anuncios o medidas preparan para esa fecha fundacional y fundamental para Petróleos Mexicanos: ¿nuevos contratos y el inicio de nuevas fuentes de explotación y producción de petróleo? Cualquier cosa, tendrá que ser suficiente para que la petrolera nacional, esa que se propone rescatar y revitalizar el presidente, finalmente toque fondo y comience su recuperación, antes de que arrastre en su caída a la economía del país.

Las horas de tensión y el mando de la Guardia Nacional

Ricardo Monreal, el coordinador de la mayoría de Morena y artífice de la negociación que culminó con una votación inédita de 127 votos de los senadores presentes a una reforma constitucional, era ayer el más preocupado por saber cuál sería la reacción del jefe del Ejecutivo ante el novedoso y democrático ejercicio de “parlamento abierto” en el que además de las peticiones y posiciones de la oposición, se escucharon e incluyeron las recomendaciones y sugerencias de cambios a la Guardia Nacional hechas por organizaciones de la sociedad civil que reclamaban eliminar cualquier resquicio de militarización en la nueva institución de seguridad.

Desde las 3 de la tarde cuando se votó y aprobó el dictamen en un ejercicio político limpio e impecable, en el que no hubo ni partida de moches ni acuerdos oscuros o prácticas de cooptación y compra de votos usuales en el Congreso mexicano —la reforma energética de Peña Nieto se afirma costó 60 mil millones de pesos en moches y contratos de obra para diputados y senadores, y hasta menciona a un coordinador priista que regaló departamentos a granel en Paseo de la Reforma—, comenzaron las horas tensas para esperar la reacción del presidente. De hecho, Monreal, a quién buscaban todos los medios, se guardó y no quiso dar entrevistas hasta saber la opinión del inquilino del Palacio Nacional.

Fue hasta el viernes a las 7:15 de la mañana, cuando López Obrador abrió su conferencia mañanera, que terminó la tensión: “Estamos muy satisfechos con la aprobación de la reforma constitucional para la creación de la Guardia Nacional. Quiero hacer un reconocimiento a todos los senadores de todos los partidos, a los independientes, porque fue un apoyo unánime, algo pocas veces visto”, dijo el presidente, que también mencionaría en sus reconocimientos a los gobernadores que “fueron fundamentales” en el apoyo a su propuesta, y sólo olvidaría o no quiso mencionar a la sociedad civil y a sus organizaciones que también participaron en el proceso de enriquecimiento de la Guardia.

A partir de ahí muchos respiraron, el propio Monreal reconoció después que “sí había el riesgo de que el presidente no estuviera de acuerdo con el dictamen que se aprobó y lo dijera como ya lo había hecho antes en la aprobación de la Cámara de Diputados”. Eso sí, López Obrador dijo que él sería quien decidiera quién ocuparía el mando de la Guardia y si era un civil o un militar, porque esa era su facultad. Y ahí sí, senadores de oposición y el propio coordinador de Morena le reconocieron esa facultad al presidente, sólo le precisaron que si decide nombrar a un militar como jefe de la Guardia Nacional, éste tiene que o pedir licencia o estar en retiro, pues en ningún caso podría nombrar a un militar en activo.

Así que, tras las palabras del presidente, todo hace suponer que la aprobación en la Cámara de Diputados será un mero trámite, sobre todo con la mayoría calificada que ya tiene Morena con los 9 tránsfugas del PRD, y que las amenazas del coordinador de Morena, Mario Delgado, de modificar nuevamente el dictamen constitucional se desvanecerán; a menos que don Mario quiera, una vez más, provocar la ira presidencial como ya lo hizo en enero pasado cuando eliminó el famoso Cuarto transitorio.

Notas indiscretas…De 7 aspirantes que se registraron ayer a la candidatura de Morena a gobernador de Puebla, todo hace suponer que 6 son enanitos, como en el cuento de Blanca Nieves, y que sólo uno de ellos trae el tamaño y las bendiciones que hay que traer en el nuevo partido gobernante. Las encuestas dicen que Miguel Barbosa adelanta a todos los demás precandidatos, aunque también los mismos sondeos arrojan que Morena ganaría la gubernatura casi con cualquiera. Una encuesta publicada ayer por el portal informativo e-consulta de Puebla, atribuida a la Consultoría Contracorriente, asegura que Barbosa tiene 38% de preferencias, contra 22.3% de la senadora del PT, Nancy de la Sierra, y 18% del senador de Morena, Alejandro Armenta. De cualquier modo, según confirmó esta semana Yeidckol Polenvsky, el candidato será electo por una encuesta que mandará levantar la dirigencia nacional de Morena. Hagan sus apuestas…Los dados cierran semana con Escalera doble. Hasta el lunes.

sgarciasoto@hotmail.com

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